A un año de la asunción de los gobernadores regionales: balance dispar

La perfomance de los gobernadores ha sido disímil. Tal como lo señaló un reportaje que hizo El Regionalista, al cumplirse cien días de su mandato, comunicacionalmente, se percibían tres tipos de gobernadores: los de primera división, los de rendimiento mediano y, emulando la jerga futbolística, los de “potreros”.

Edison Ortiz

El pasado 14 de julio, se cumplió un año desde que asumieron los nuevos gobernadores electos por primera vez en nuestra historia, proceso que fue el resultado de los diez compromisos que suscribió Michelle Bachelet con las regiones en su segundo mandato, a través de la comisión que encabezó Esteban Valenzuela.

Al cumplirse un año de que aquella histórica fecha se desarrollaron dos hechos significativos. El sábado 25 de junio, el gobierno del presidente Gabriel Boric anunció el primer paquete de traspaso de competencias a regiones. Se trata del traspaso del Comité Regional de Uso de Borde Costero (CRUBC) a l@s gobernadores regionales, iniciando este histórico proceso en el marco de la agenda de descentralización que es liderada por la Subdere.

En aquella ocasión, el presidente de la Asociación de Gobernadores de Chile, Patricio Vallespín, indicó que: “va en la línea de lo que siempre hablamos con el presidente Boric. Reconocemos y agradecemos el primer gesto que hace, porque es la primera competencia específica que traspasa a los gobiernos regionales”.

Días más tarde, el mismo Vallespín anunciaba la presencia del actual mandatario en el segundo foro por la Descentralización, que se realizará a fines de este mes en la región de los Lagos, comuna de Frutillar. Esos son los dos hechos más significativos que han rodeado la conmemoración del primer año de asunción de los gobernadores regionales. Pero, a un año de su asunción, ¿hay algo que celebrar?

Gobernadores: ¿no hay nada que festejar?

La respuesta es compleja, pues si bien elegimos por primera vez al máximo representante regional, el proceso ha sido bastante a la chilena: lento y lleno de baches en el camino. La elección se produjo con fórceps y, en su tramitación, el proyecto completo fue bastante cercenado, empezando por la modificación de su nombre (intendentes), ralentizando el traspaso de competencias y aumentando la burocracia fiscal, en vez de disminuirla. Donde antes había solo un intendente y gobernadores provinciales respectivos, hoy hay, además del gobernador, un delegado presidencial por región, más los delegados provinciales, que hace que en vez de haber disminuido la cantidad de cargos de esa naturaleza en cada región, estos se acrecentaron. Así, en O’Higgins pasamos de un intendente y tres gobernadores (4 cargos), a un gobernador y cuatro delegados presidenciales (uno regional y tres provinciales), es decir, 5 cargos y donde los únicos relevantes son el propio gobernador, el delegado presidencial regional (que, en nuestra región, se instaló con mucha polémica) y tres cargos decorativos, como lo son los delegados provinciales; más bien operadores políticos a tiempo completo de los parlamentarios de turno, pagados con dineros públicos.

El gobierno del presidente Boric si bien se comprometió a eliminar la figura del delegado presidencial, –“enviaremos un proyecto de ley para eliminar la figura del delegado presidencial, debido a su redundancia con el rol de gobernador o gobernadora provincial, la que genera ambigüedades administrativas e incluso obstrucciones a legítimo ejercicio de funciones de gobernadores” (pág. 206) – hasta hoy no solo no lo ha hecho, sino que designó a los delegados presidenciales actuales. Este fue un proceso que no estuvo exento de polémicas como sucedió en nuestra región de O’Higgins, donde hasta circuló una carta de Apruebo Dignidad criticando la designación de Fabián López Aguilera por sus vínculos con el gremialismo local, y su pasado político reciente.

También, ha sido foco de polémica el anunciado traspaso de servicios y seremis regionales a la tutela de los gobernadores, ya que varios de estos últimos perciben que “serán más un problema que un aporte” y, en un escenario de escasez de presupuesto, prefieren mantenerse como están: distribuyendo proyectos y recursos a municipios, pero sin conflictuarse mayormente con ellos.

La perfomance de los gobernadores también ha sido disímil. Tal como lo señaló un reportaje que hizo El Regionalista, al cumplirse cien días de su mandato, comunicacionalmente, se percibían tres tipos de gobernadores: los de primera división, los de rendimiento mediano y, emulando la jerga futbolística, los de “potreros”.

Tal sensación se ha profundizado con el tiempo. Así, podemos observar en la primera categoría a Claudio Orrego (Metropolitana), Patricio Vallespín (Los Lagos), Rodrigo Díaz (Bío-Bío) y Rodrigo Mundaca (Valparaíso) con agendas propias, empoderados en sus cargos, con mucha visibilidad pública y apropiándose de temas –la seguridad pública, el conflicto mapuche, medioambiente o la regionalización –, que no estaban necesariamente en el ámbito de sus competencias.

Luego, hay un grupo de gobernadores, como Ricardo Díaz (Antofagasta), Alejandro Vásquez (Magallanes) o Krist Naranjo (Coquimbo), que alcanzan alguna visibilidad en medio nacionales, aunque, en el caso de la última, sea a costa de un conflicto gatillado con su consejo regional.

En el caso particular del gobernador regional Pablo Silva, se reafirma lo dicho hace un año en este medio, en el sentido de que no tiene presencia mediática nacional, ni agenda ni visibilidad pública. Sus detractores señalan que es “un gobernador ausente”, “anónimo”; en tanto, quienes lo respaldan indican que, si bien “está en el lado oscuro”, tampoco es un “gobernador que genera problemas o polémica”, que “tiene presencia territorial” y que “distribuye bien en los municipios lo poco que tiene”. Un observador más agudo me indica que, incluso: “representa muy bien a una región que está en el último informe del observatorio laboral entre las tres últimas regiones del país en casi todos sus indicadores, territorio sin mucho liderazgo político, y Pablo es un fiel reflejo de ese fenómeno e identidad regional. No existimos”. 

Gobernadores: ¿el fin de la larga noche portaliana?

La respuesta a esta interrogante, como la pregunta inicial de esta nota es más bien ambigua. Efectivamente, hay gobernadores que han construido agenda y que tienen bastante presencia mediática, pero que, sin embargo, no tienen ni atribuciones ni presupuesto. En ese sentido, el traspaso de competencias, pero sin recursos, que es lo que se ha estado observando, y sin eliminar la figura, inentendible, del delegado presidencial puede terminar por transformar a esta figura pública regional en la que se depositó tanta esperanza, en un actor irrelevante que solo sirva para continuar con la lógica endémica del estado chileno de resolver cada problema con la creación de más burocracia estatal, pero sin presupuesto y sin eliminar la que existía.

Urge, en ese sentido, que el traspaso de competencias vaya acompañado con el traspaso de recursos, así como él envió pronto de un proyecto de ley que ponga fin a la controvertida figura del delegado presidencial.

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