Bienvenida Kauke, la variedad de alfalfa chilena resistente a la sequía

Por Equipo El Regionalista

El mundo enfrenta una crisis climática, en la que el futuro se presenta lleno de desafíos y adversidades. En las próximas décadas, el cambio climático se intensificará, situando a nuestro país entre los más vulnerables a sus efectos devastadores. Este fenómeno traerá consigo un clima más extremo, con temperaturas cada vez más altas y precipitaciones cada vez más erráticas. En este escenario, las y los agricultores se encuentran en primera línea de batalla, especialmente aquellos de subsistencia y pequeños/as productores/as, quienes enfrentan mayores dificultades para adaptarse a los cambios.

En los ambientes mediterráneos de secano, la disminución de las precipitaciones pone en riesgo todo el sistema de producción. La alfalfa, introducida en Chile por los españoles en el siglo XVI, se ha convertido en uno de los forrajes más importantes para el norte, centro y centro sur del país. Sin embargo, el proceso de domesticación ha reducido su diversidad genética, haciéndola vulnerable a las tensiones ambientales como la sequía y las altas temperaturas. El resultado es que este vegetal, que una vez floreció en nuestros campos, ahora enfrenta una amenaza existencial.

Ante esta realidad, es crucial desarrollar nuevos cultivares de alfalfa que sean más tolerantes a las condiciones adversas. La biodiversidad de los parientes silvestres de las especies cultivadas ofrece un vasto potencial para adaptarse a las cambiantes condiciones climáticas. Estos parientes silvestres, con su diversidad genética, pueden ser la clave para asegurar la producción de forraje en el futuro y, por ende, la seguridad alimentaria mundial.

El Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) ha trabajado durante los últimos 10 años en la creación de una colección única de germoplasma, que incluye accesiones de centros de origen primario de alfalfa como Kazajstán y Azerbaiyán, y secundarios como el norte de los Andes y Chile. Este germoplasma ha servido de base para seleccionar líneas genéticas tolerantes al estrés abiótico. Además, se han recolectado variedades locales de alfalfa en el desierto y altiplano de Atacama, demostrando una notable adaptabilidad a ambientes con poca agua.

Uno de los desarrollos más prometedores es el de los híbridos creados entre Medicago sativa subsp. sativa y la especie arbustiva M. arborea, que aumentan el tamaño de la semilla y el vigor de la plántula. También se han creado plantas tetraploides, duplicando el número de cromosomas, lo que ha resultado en un mayor vigor y tamaño de hoja. Estos avances representan una esperanza tangible para enfrentar los desafíos del cambio climático.

A partir de este arduo trabajo, se generaron seis líneas avanzadas de alfalfa tolerante al estrés hídrico. Con el apoyo de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), la agencia de innovación del Ministerio de Agricultura, estas líneas fueron evaluadas en diversos ambientes y tras tres temporadas agrícolas, se logró obtener un cultivar comercial. El objetivo fue claro: obtener variedades de alfalfa que permitan a los pequeños y medianos productores/as de las zonas centro norte, central y centro sur del país adaptarse al cambio climático. Así finalmente vio la luz una nueva variedad chilena de alfalfa, bautizada como Kauke INIA, desarrollada para ambientes de secano mediterráneo. El nombre de esta variedad, Kauke, deriva de la palabra mapuche «Cauquén», por el pez de cuerpo alargado y redondeado que habitaba los ríos de la Región del Maule.

En entornos de secano mediterráneo subhúmedo, Kauke ha demostrado un aumento del 30% en la productividad y un 40% en la persistencia en comparación con las variedades tradicionales, observándose en áreas con una temporada estival de 5 a 6 meses y una precipitación anual menor a 600 mm.

Kauke será la primera variedad chilena de alfalfa desarrollada específicamente para el secano mediterráneo, abarcando la costa, el interior, el valle central y la precordillera de las regiones del Maule, Ñuble, Biobío y La Araucanía. Este hito representa un avance significativo en la adaptación de la alfalfa a las condiciones particulares de este entorno, proporcionando a los agricultores una herramienta para mejorar la productividad y la sostenibilidad de sus sistemas ganaderos en estas áreas.

Para el año 2026, las y los agricultores del secano mediterráneo tendrán acceso a esta innovadora variedad de alfalfa, la cual será ofrecida a compañías comercializadoras de semillas para su distribución y venta. Esta iniciativa mejorará la alimentación del ganado y ayudará a mitigar los efectos de la sequía.

El camino hacia la resiliencia climática no es fácil, pero lo debemos recorrer con determinación y creatividad. La alfalfa, un símbolo de nuestro pasado agrícola, puede convertirse en un pilar de nuestro futuro sostenible. El desarrollo de nuevas variedades tolerantes a la sequía no solo mejorará la productividad de nuestros sistemas ganaderos, sino que también proporcionará una solución viable para las y los agricultores más vulnerables y, con ello, contribuyendo sólidamente a la seguridad alimentaria de nuestras comunidades.

La lucha contra el cambio climático requiere innovación, resiliencia y, sobre todo, una visión compartida del futuro. La alfalfa, un humilde forraje con una rica historia en Chile, puede ser el catalizador de un cambio positivo, un testimonio de nuestra capacidad para adaptarnos y prosperar ante la adversidad. Es hora de sembrar las semillas del futuro, hoy.