Calle Brasil en Rancagua, otra arteria en coma

La calle Brasil de Rancagua no ha podido dialogar con el comercio formal e informal que alberga. Las publicidades, revestimientos de diversos materiales, falta de mantención y, en definitiva, el manifiesto abandono de este barrio patrimonial invisibilizan su interesante arquitectura que si pudiera lucir todo su potencial sería la mejor publicidad para el sector comercial.

Por Jorge Pedraza Cornejo, educador del Instituto O’Higgins de Rancagua

Una de las características que más recurrentemente se asocia con Rancagua corresponde a su vínculo con el mundo campesino, pensando en su estrecha relación con el rodeo y la influencia de la población y cultura campesina que migra hacia la ciudad, sobre todo desde mediados del siglo pasado. Paradójicamente, hoy Rancagua más que percibirse como huasa se ve a sí misma como minera industrial. Desde la primera década del siglo pasado, con el desarrollo de la gran minería del cobre, Rancagua vive un proceso de industrialización y expansión, crecimiento que da origen a las calles aledañas a las oficinas de Braden Cooper Company en Rancagua en el barrio Estación, próximo a la estación de trenes.

La ciudad colonial se expande desde calle San Martin hacia el poniente y es durante la primera mitad del siglo XX que surgió el barrio comercial de calle Brasil.

El barrio comercial de Brasil significó un importante patrimonio material y arquitectónico de la ciudad, especialmente pensando en la etapa de la historia de Rancagua que va entre el inicio del ciclo de la producción industrial de cobre en 1905 hasta la nacionalización de los recursos cupríferos en 1971.

El barrio mantiene su función comercial, pero poco o nada podemos disfrutar de las referencias neoclásicas en la esquina norponiente de Brasil con San Martin. Hoy, las señas de ese estilo constructivo están cubiertas con publicidad de una cadena de farmacia. Muy cerca, en la esquina poniente de Brasil con Rubio, los elementos Art Deco del edificio, lucen tapados por planchas de aluminio de un espacio publicitario vacío en la azotea, también presentes en el segundo piso junto a un caos de cables de teléfonos, muchos de ellos en desuso. Finalmente, un laberinto de kioscos y comercio ambulante en la planta baja hacen imposible siquiera notar las casas de la vereda norte, contradictoria realidad pensando que en la vereda sur se encuentra el nuevo edificio del Serviu -al que se le podría dedicar una columna entera-, la Corte de Apelaciones de Rancagua y la Octava Compañía de Bomberos, todos edificios más que interesantes.

Calle Brasil no ha podido dialogar con el comercio formal e informal que alberga. Las publicidades, revestimientos de diversos materiales, falta de mantención y, en definitiva, el manifiesto abandono de este barrio patrimonial ponen en tensión dos aspectos que deberían ser aliados cercanos: un barrio con tan interesante arquitectura que pudiera lucir todo su potencial sería la mejor publicidad para el sector comercial. Hoy la realidad es otra, puesto que la falta de coordinación entre locatarios y autoridades, y transeúntes irresponsables que fomentan el comercio ambulante ponen en riesgo el patrimonio local que poco a poco ha ido dejando espacio para ser reemplazado por bodegas dedicadas a productos de baja calidad que no tienen otro destino más que ser plástico en la basura ya sea en los ríos o en el mar.

El inicio de una estrategia más sustentable y responsable para este barrio comercial parte por reconocer su valor patrimonial y trabajar de manera coordinada entre locatarios, autoridades y clientes, desafío que de llegar a tener éxito traería beneficios a todos los involucrados y nos permitirá disfrutar de esta tan querida calle por otro siglo más.

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1 comentario en “Calle Brasil en Rancagua, otra arteria en coma”

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