Chile, cada vez más seco

El Día Mundial del Agua, instituido en la Conferencia del Medio Ambiente de Brasil en 1992 y conmemorado el pasado miércoles, nos encuentra aún sumergidos en una crisis hídrica severa que va mucho más allá de la falta de lluvias. El sobre otorgamiento y privatización de derechos de agua aparece entre las principales causas del problema, que aún no ve luces de encaminarse a una solución.

Equipo El Regionalista

Uno de cada dos chilen@s vive en comunas con decreto de escasez hídrica; 184 de las 364 comunas del país están en esa categoría y, por lo tanto, a la expectativa de recibir los apoyos que el Estado contempla para la emergencia.

El Día Mundial del Agua, que fue recordado con distintas acciones el pasado miércoles, sorprende a nuestro país en una posición nada confortable. Algunos datos ilustran la realidad hídrica del país, que es crítica:

• La sequía ya completa 13 años y afecta al 80% de la población nacional que habita entre Coquimbo y La Araucanía.
• Los 26 embalses que monitorea la Dirección General de Aguas, en promedio acumulan apenas el 60% de capacidad. Once de ellos están bajo el 20% (5 en Coquimbo y 3 en el Maule).
• Entre 2016 y 2020, el número de derechos de agua otorgados aumentó en todas las cuencas del país, denunció Greenpeace. Lo anterior, refleja una crisis hídrica estructural que desnuda una gestión del agua que tocó fondo y que profundiza el impacto del cambio climático. Un estudio de Fundación Chile explicó el 44% de los problemas del agua en el ámbito de la gestión, en el cual se sitúa la política de manejo de derechos de agua. La falta de precipitaciones y retroceso de glaciares justifica solo un 12% del problema.
• La huella hídrica es la cantidad total de agua dulce que consumen los habitantes del planeta en la producción de bienes y servicios que consume. Hasta hace algunos años, la huella de Chile era de 3.200 litros por persona diarios, una cifra relativamente baja en relación con los países con mayor huella: Mongolia con 10 mil, Bolivia con 9500, Emiratos con más de 8000, Estados Unidos con 7800.
• En 2019, el informe del World Resources Institute de Naciones Unidas puso a Chile en primer lugar en Latinoamérica en el ranking de estrés hídrico.
• A nivel de consumo, la Superintendencia de Servicios Sanitarios identificó a las comunas más ricas de Chile entre las más consumidoras de agua. Cada cliente en Lo Barnechea consume 1.537 litros de agua mientras que Vitacura bordea los mil litros. En San Miguel, en cambio, una de las comunas de clase media baja de Santiago, un cliente de la empresa sanitaria consume menos de 500 litros por día.
• Un informe de la Fundación Amulen de 2020, indicaba que un 47% de la población rural de Chile no disponía de un sistema formal de abastecimiento de agua. En el país, 383 mil viviendas carecían de agua potable.
• El 85% de la población rural pobre del país, consumía agua sin ninguna garantía de calidad.
• Hasta 2018, cerca de 1900 poblados rurales que agrupaban a un millón 800 mil personas se abastecían mediante la organización de comités o cooperativas de agua potable rural, quizás la única organización de gestión de un servicio básico sin fines de lucro que subsiste en Chile.

Las cifras y estudios son claros: para quebrar la tendencia en Chile, hace falta más que la lluvia. Gestión integrada de cuencas, supervisión y corrección del sistema de otorgamiento de derechos de agua, cambio en los hábitos de consumo, sobre todo entre habitantes de comunas más ricas, son algunos de los aspectos que debe asumir una nueva política de gestión hídrica. Un desafío tan urgente como necesario, a menos que busquemos que l@s chilen@s ingresemos a la previsión estadística estimada para 2050: uno de cada dos habitantes del planeta estará afectado por la falta de agua.