Chile en modo unplugged: un momentáneo lapso de razón

Lo que parecía ser la luz al final del túnel, resultó ser un incendio en su interior”

Andrés Rábago, humorista español.

Soundtrack del texto: Soda Stereo – Pasos (MTV Unplugged)

Tiempo de Lectura: 2’45»

Por Marcel Albano

En el clima cotidiano de las conversaciones públicas -digitales y face to face-, se percibe una energía de conflictos que pareciera no tener soluciones ni luz al final del túnel.  “Cuando está oscuro, todo empieza a verse más claro”, dirá Cerati. Suma analizar si podemos crearnos fortalezas y oportunidades para que nuestras expectativas se calibren frente a las amenazas y debilidades de nuestro presente. El entretiempo de las presidenciales crea, indudablemente, un momentáneo lapso de razón. Las respuestas no siempre vienen de nuestra propia masa encefálica.

Una amiga internauta exterioriza una frase que le ronda hace días en su mente “estamos permanentemente escuchando (o leyendo) para responder… sin tiempo para oír ni comprender». Hace un zoom en tres líneas generales, pertinentes para profundizar en el marco de la convivencia cívica y las discusiones en torno a la adaptación de la población frente al futuro de la sociedad y los cambios tecnológicos, económicos y medioambientales. Es justo y necesario, sobre todo cuando las mal llamadas «habilidades blandas» plagadas de autorreferencia, creencias o prejuicios son más difíciles de romper que un átomo. Pero volvamos a estas tres áreas de desarrollo:

La necesidad de tener una mente abierta: las articulaciones que cierran nuestras miradas

Según Gordon Allport, existe una naturalización en el prejuicio que impide conectar con los otros. En las mentes de todas y todos, existen articulaciones de lenguaje, emociones y estereotipos que simplifican la realidad a través de micro textos, pensamientos automáticos y reacciones emocionales espontáneas (muchas veces a punta de garabatos). La llamada «mecha corta» social aparece, por ejemplo, cuando lees o interactúas en la bipolaridad «facho-comunista», «el Colo – La U», «creyente – ateo». Polaridad que se apropia mañosamente de idearios como libertad, igualdad y fraternidad, no para profundizar sobre ellos, sino más bien para usarlos como consignas reduccionistas y pobres.

¿Quién desea realmente salir de la zona de confort donde se ancla la sociológica  bipolaridad social? Las respuestas son predecibles como cualquier capítulo de “El chavo del 8” donde la vecindad actúa como una obra de Sartre y el infierno lo constituyen los otros, cada cual defendiendo su propio pecado capital, aportando violencia e intolerancia a cada acto.

Una mente abierta implica partir desde la autocrítica, único mecanismo que permite observar aquellos comportamientos y actitudes comunes que, estando fuera del contexto socio cultural, revela en la conciencia la zanja mental cuyos arcanos mayores se ocultan constantemente bajo la apariencia de libertad, felicidad, justicia y derechos. En realidad, la pulsión que las alimenta son las sombras subconscientes de la coerción invasiva del hiperconsumo y el marketing político, los ejércitos de clones, haters y bots que por densidad y masividad, terminan construyendo un espacio lleno de espejos irreales, igual que en el ego y el individualismo. La mente abierta, no cae en ese espacio pantanoso y oscuro.

La necesidad de flexibilidad para el bien común y no para el individualismo

Una dureza afincada en «la verdad» y la censura a la posibilidad de cambiar o construir una nueva opinión, emerge aleonada desde los relatos fariseos, enmascarada de ideas y creencias moralizantes tanto progresistas como republicanas. La falta de diálogo se aprecia en los micro relatos que conforman nuestra propia opinión: memes. Con un capital narrativo precario, los relatos públicos se basan en el agujero negro del “Tu siempre – yo nunca” o “yo nunca – tu siempre”, conformando un eterno retorno del conflicto. Esta dinámica se refleja en la política como una estrategia de captación de votos, pero también la utilizamos abusivamente de manera transversal en el conflicto, tanto doméstico como laboral.

Cuando hablamos de flexibilidad, no nos referimos a lo visto en los líderes – influencer de la política y sus cambios por el interés del votante, apuntamos más bien a mejorar la actitud ante la evidencia y sus matices curiosos: el universo mestizo de izquierda tomó para sí la bandera mapuche como símbolo del estallido, sin embargo, los electores indígenas siguieron votando por la derecha. El universo mestizo de derecha votó por Kast a sabiendas que esta línea tiene un discurso performativo contra los derechos de la mujer. Paradojas de la realidad frente a la inflexibilidad del discurso político polarizante que equivoca el ojo hacia donde apunta.

La zanja mental se opone a la flexibilidad de nuevos relatos. Hiperconsumo individualista como expresión de felicidad versus el consumo responsable en favor del medioambiente; la pulsión del fetichismo navideño del “¡yo quiero ya!” frente al “yo reciclo” orgánico del cambio climático, el analfabetismo digital de las generaciones mayores frente a la soberbia tecnológica de los menores. La inclusión no se limita a la identidad, sino más bien en entender que las referencias mentales ancladas en la cultura individual, son una expresión también de resistencia al cambio de discurso frente a las evidencias. Las relaciones humanas deben ser más importantes que el tener la razón.

La necesidad de aceptar la adaptación del cambio interior frente al cambio exterior

La economía y el medioambiente traen pautas de conducta dominantes. Por un lado, sin IFE ni claridad con las AFP y la inflación, se acercan las vacas flacas mientras que por otro, el medioambiente nos trae sequías.

Además, la tecnología nos pone en encrucijada, seas nativo digital o no. Por miedo o desconocimiento, ésta es una área de desarrollo que muta con rapidez y descontrol. Liderar equipos de personas, encontrar trabajo y hacer negocios, no existirán sin ocuparnos de transformar nuestra mentalidad digital o mindset. De acuerdo a esto, dependerá de cómo define cada individuo al ser humano -más allá de su identidad cultural, posición política y educación-, su propia capacidad de adaptarse. Y es que las tecnologías digitales tienen un lado positivo cuando se utilizan para crear contenidos que contribuyen a la integración transfronteriza y abraza causas comunes.

Pero ¿cómo se expresa lo anterior en la práctica? Hay una diversidad de fenómenos económicos y ambientales que no visualizamos al estar estructurados mentalmente bajo los esquemas del modelo de desarrollo neoliberal. Los ejemplos más horizontales están en el hiperconsumo individualista que si bien hace funcionar la máquina de la economía, también juega al despropósito con la obsolescencia programada aumentando la generación de basura inorgánica. Piense cuanta cantidad de juguetes y regalos quedarán arrumbados antes de llegar a marzo. Qué decir del fetichismo por el automóvil particular y la contaminación ambiental, el estrés vial y el uso de combustible fósil.

Finalmente, el cambio mental debe promover un desarrollo personal sano enfocado en no dañar a terceros. Así el valor de la libertad, ya no será más para combatir al comunismo o el pinochetismo, sino más bien para no atarnos a ninguna pasión. Rectitud y transparencia para volver a confiar en  nosotros. Fortaleza para no ser abatidos en la adversidad. Y por supuesto, generosidad para abrirnos hacia los demás y hacer crecer todo lo bueno.

Me voy al cerro a tocar guitarra a algún fogón. Sígueme en Instagram y Facebook: @marceldelmonte

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