¿Comprometidos o involucrados?

Miedos e incertidumbre tocan a la puerta el domingo 21

“Quizás no haya ningún fenómeno que contenga un sentimiento destructivo más grande que la indignación moral, lo cual lleva a que la envidia o el odio actúen disfrazadas de virtud” Erich Fromm

Póngale Play: Los Prisioneros – Lo estamos pasando muy bien (en vivo 2001)

Tiempo de lectura: 03:00

Por Marcel Albano

¿Qué incubó el voto voluntario en la conciencia política de la ciudadanía? 

Hoy en sus manos está el decidir qué personajes vertebrarán el último adiós de la Vieja República. Bajo las promesas de un futuro idealizado como conjunto de orden y expectativas, se inicia un nuevo partido. En la cancha el equipo rojo asusta a una parte de la galería. “Puede terminar como la selección vinotinto… y el comunismo”, dicen.  El equipo azul corre con el fantasma de la Schutzstaffel (SS) chilensis: “volver al infierno de la dictadura jamás”, gritan al otro lado del estadio las almas en pena de los ejecutados políticos.

El miedo del votante indeciso se basa en varias afirmaciones: aprendió que sus opiniones políticas tienen consecuencias y que a la hora de entrar a la urna, su voto incidirá en la legitimación y funcionamiento de nuevas instituciones y normas legales que le afectarán a su estilo de vida y futuro. Dotará de poder a los nuevos discursos políticos e identidades dominantes y, por supuesto, lo hará a sabiendas que su elegido o elegida, eventualmente besará más de algún anillo Sith. La era de la desconfianza de alguna manera se metamorfosea visceralmente. ¿Cuántos Pelao Vade necesitamos para distinguir la seducción del mensaje de los intereses detrás del actor?, ¿del “acabar con la delincuencia”, “la inmensa mayoría de los chilenos”, “para el pueblo y por el pueblo” frente a la realidad cotidiana de chilenas, chilenos y migrantes?

Pero la primera vuelta tiene su propia escena. Será una muestra de cuáles facciones políticas serán las dominantes y la conformación de los escenarios para la negociación final el 19 de diciembre en la segunda vuelta. Este primer tiempo sólo será una pichanga que determinará qué orientaciones políticas serán las claves para la toma de decisiones de otros poderes y estamentos del estado. Porque dicho sea de paso, aún cuando el foco de atención se lo roba la elección presidencial, también se eligen senadores, diputados y cores cuya función y poder en este proceso de transición puede tener más relevancia que el mismo nuevo presidente.

Las aspiraciones políticas de la opinión pública no siempre son relevantes. Una cuota de poder se entregará al Senado que, recordemos, dio vuelta la cara a la justicia, permitiendo  a La Moneda meter un autogol con la mano tras la fallida acusación constitucional contra Sebastián Piñera. Mientras usted ve Netflix, las acciones de su family office están al alza y los negocios gozan de buena salud burlándose, nuevamente, de la población. El Senado, como institución, no funciona bajo las expectativas de los plebeyos, qué duda cabe. Chile perdió 2-0 el martes pasado.

En este contexto caldeado, la indecisión e ignorancia bajo la cual el votante irá a las urnas, es también relativa y peligrosa. A la mano, tiene más información que antes, pero no tiene las habilidades para procesarla. Su sensación térmica, es la de quien percibe que nuevamente algo le clavaran en el ojo. Además, la estratégica invisibilización política de la publicidad de los candidatos en la calle, raya en la demencia y en poco lo ayuda. El temido demonio en las tinieblas de la abstención se expresa: “si votar cambiara las cosas, ya estaría prohibido”, sentencia un orinado grafiti anarco en una calle aledaña de la ex Plaza Italia. 

El dilema que enfrenta el votante actual, es el estar consciente de que variables como el cambio climático, la sequía y contaminación, la inflación, la tercera ola de la pandemia entrando con fuerza y el aleonamiento irracional de la población, son hechos que escapan a las esferas de control real de cualquier futuro gobierno, independiente de su color de camiseta. Duda en la intimidad de si algún referente tendrá las competencias necesarias para sobrellevar estas dinámicas y orientar a la luz al final del camino y si serán capaces de contener otro terremoto, sea social o geológico.

Bajo un ambiente electoral motivado por el miedo, la ira, el odio y la decepción, la “fiesta de la democracia” tendrá su escena final en diciembre, cuando la intención de voto, se oriente  a través del marketing político y el reality de la telepolítica. Siendo el voto un punto de valor político y económico, la incertidumbre puesta a prueba en la urna, se reducirá al definir el creer hacer lo correcto: lo mismo que hicimos durante 16 años cuando la población se encandilaba con la primera mujer presidenta y el que dirige impunemente sus negocios desde las Islas Vírgenes. Tropezamos dos veces con las mismas piedras, siente el votante.

Por lo anterior existe este dilema en el indeciso. Muchas dudas, preguntas y recuerdos abiertos al percatarse de cuán comprometida involucrada estará su decisión con el nuevo cheque sin garantía, extendido a los nuevos líderes y lideresas que dirigirán el destino de la Nueva República. Por esto, el indeciso y el N.N. que no va a votar, cobra relevancia: su razonamiento y voluntad, son determinantes en el recuento final este domingo 21 de noviembre de 2021.

La nueva indecisión cohabita con la sentencia del “igual tengo que ir a trabajar” y “los políticos no me dan de comer”, ignorando que esta también es una posición política que tiene efectos de silenciamiento y se basa en evitar cualquier discusión incómoda que releve la responsabilidad social del votante. Cierra, además, toda opción de debate que por lo general se sostiene anclada en slogans históricos que están allí, depositados bajo la sombra del subconsciente colectivo: “la democracia griega, el valor del plebiscito contra Pinochet, las consecuencias del apruebo-rechazo, la Convención, las primarias pasadas” y un largo etc. de textos que se pregonan como algoritmos.

Por el contrario, si rompes la barrera de la pereza moral y votas, serás parte del espectáculo dominguero donde al final del día tu corazón y respiración se agitará por la ansiedad. El plasma te tendrá pegado esperando saber si “ganaste” o “perdiste”. Una intravenosa puesta en escena por un equipo de TEN‘s, compuesto por periodistas y políticos en el set televisivo, oficiará como calmante al tiempo que repetirán el mantra de “la fiesta de la democracia” para anestesiar el piquete en el brazo. 

Ya con la droga entrando al flujo sanguíneo, pegado al celular, una iluminación mental te alumbrará el despertar de tu conciencia cívica, cuyo principal pensamiento es que tamaña responsabilidad sobre el futuro, te pertenece y fuiste “libre”. Sentado en un sillón o tendido en la cama, recordarás que eres bueno para elegir, pero sólo entre ofertas de supermercado y cybermonday

Pero el Leviatán volverá por tí nuevamente desde el lunes 2 hasta el 19 de diciembre. Ya no eres parte del “si no votas, no tienes derecho a opinar”. Ahora la mente del votante se centrará entre el “ganaremos y será hermoso” y el “salvemos la patria del comunismo”.  Finalmente, la pulsión “necesitamos orden contra la delincuencia y el narcotráfico” o “Igualdad para todos”, llevará al igual que en una ecuación final, a la polarización política de la población. El demonio, orejeando escondido en el silencio de la mente del indeciso, terminará por formar la opinión e intención de voto para la segunda vuelta. “Hay que votar por los ricos porque ellos no roban”, decían. “Es mejor lo conocido que lo desconocido”… alegaban otros. Y usted… ¿cómo se siente en estas elecciones? ¿Comprometido o involucrado?

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