Cuando se vota con hambre

Tras su contundente triunfo, Milei está trabajando 24/7 en la planificación de su gobierno. Por ahora solo queda esperar cómo se desarrollarán los primeros meses del período del libertario, quien ha tenido que moderar su discurso y desechar medidas como la dolarización. Tal como comentó David Harvey en nuestro reciente Diálogo Regionalista, Argentina no necesita una motosierra, sino una operación quirúrgica. Veremos si Milei logra tal hazaña.

A.C. Mercado-Harvey

En mi primer análisis tras las PASO (primarias en Argentina) hice una lectura correcta del dilema argentino: si l@s ciudadan@s votaban pensando en sus billeteras, las chances de Javier Millei de llegar a la presidencia del vecino país aumentaban ostensiblemente. Mi razonamiento era el siguiente: con casi la mitad de la población en la pobreza, un 10% en la indigencia y casi un 150% de inflación era una locura pensar que l@s argentin@s votarían por el actual ministro de Economía, Sergio Massa. Las cosas se movieron en otra dirección y la primera vuelta fue una sorpresa, porque el candidato del peronismo estuvo a cuatro puntos porcentuales de llegar a la presidencia. Por otro lado, las 2 derechas, la Libertad Avanza de Millei y Juntos por el Cambio de Macri y Bullrich, combinadas sacaron exactamente el 55% con el que ganó Milei en la segunda vuelta, lo cual era un escenario posible, pero muchos analistas se inclinaron por la alternativa de la división entre radicales y el PRO (partido de Macri), y con ello el fin de Juntos por el Cambio. Eso no solo no ocurrió, sino que Patricia Bullrich terminó dándole el apoyo a Milei, pese a todos los ataques personales que recibió por parte del candidato de la ultra derecha.

Claramente, eso tuvo un peso importante en el electorado de derecha, que se sintió validado por Bullrich para darle el voto a Milei.

Una cosa que hemos aprendido en los últimos tiempos es que los debates tienen poca relevancia en algunos casos. El problema es que nunca se sabe en cuáles casos es irrelevante. Las redes sociales son otro factor relevante en muchas de las elecciones que hemos visto alrededor del mundo en los últimos años. El debate antes de la segunda vuelta tuvo un claro triunfador: Sergio Massa. Todos los analistas dieron por ganador al peronista por claras razones: Massa arrinconó a Milei en una seguidilla de preguntas cuya respuesta era sí o no. Milei no solo cayó en esa trampa, sino que no fue capaz de interpelar a su contrincante, quien tenía un tremendo tejado de vidrio debido a la calamitosa situación en la que se encuentra la economía argentina. En tiempos políticos normales eso hubiese sido el clavo en el ataúd de la candidatura de Milei, pero en la actualidad no tuvo ninguna injerencia para aquellos votantes que terminaron votándolo, pese a todo.

Se escucha mucho peronista por ahí preguntándose por redes sociales por qué ocurrió esto, que no entienden cómo l@s argentin@s votaron por semejante demente. La respuesta es que l@s argentin@s actuaron de una manera bastante cuerda, porque hicieron lo contrario de la locura, que es repetir lo mismo esperando un resultado diferente. Precisamente, rompieron con ese ciclo y votaron por una alternativa distinta, ya que seguir poniendo en el poder a los que los llevaron a la situación en la que están es una verdadera locura. Dicho esto, sigo sosteniendo mi análisis inicial respecto a que el remedio será peor que la enfermedad. Como dije en nuestros Diálogos Regionalistas con mis colegas: Argentina es un avión que va directo a desplomarse y la elección de Massa era caer de a poco con paracaídas y la de Milei era de pique y en llamas. L@s argentin@s prefirieron la opción más dolorosa con la esperanza de que la reconstrucción tras la caída traiga el anhelado sueño de la prosperidad económica.

Como señalé en columnas anteriores, nuestros vecin@s tienen una capacidad extraordinaria cuando se trata de construcción de mitos. Uno de ellos es la del país potencia mundial. A eso aspiran y nunca llegarán a ello. ¿Por qué puedo afirmar esto de modo tan categórico? Porque Argentina hace 100 años tampoco era potencia mundial como afirma la mitología popular, lo que aconteció es que el país trasandino tuvo un boom de ventas de granos y ganado que creó una riqueza importante, lo cual permitió que la clase acomodada se convirtiera en grandes fortunas para unos pocos. El pueblo continuó siendo igualmente pobre, tanto o más de lo que es hoy. Argentina nunca estuvo cerca del desarrollo, pero sí se aproximó a una mayor cantidad de riqueza gracias a sus exportaciones de productos no procesados; no como resultado de una industrialización ni de la producción de bienes de consumo. La gran pobreza de la que ha adolecido Argentina durante toda su historia como nación independiente es precisamente lo que fomentó la llegada del peronismo y explica, en buena parte, la paupérrima condición de su economía, debido a la enorme deuda adquirida para subsidiar la pobreza de la mitad de la población.

Tampoco se puede descartar lo que viene sucediendo a nivel global. Argentina no es un país anormal como cree buena parte de la población, en otro de sus muchos mitos. El país vecino solo ha seguido un ciclo mundial de derechización neofascista. El que marcó el camino en ese aspecto no fue Trump, como piensan los que tienen memoria corta, sino Silvio Berlusconi hace casi 30 años. La figura televisiva, empresario exitoso que llegó al poder, corrupto hasta la médula, admirador de Mussolini, etc. El asunto es que Italia no tiene la relevancia a nivel mundial de Estados Unidos; por tanto, la llegada de Trump al poder en 2016 marcó un punto de inflexión en la política populista de ultra derecha. Tras Trump, no fue Argentina, sino Brasil el que eligió al primer líder ultraderechista y negacionista de la dictadura como presidente. Bolsonaro no solo fue el Trump brasileño, sino un desastre en la administración de la pandemia, tal como lo fue Trump en los EE.UU. Argentina, en realidad, llega tarde a este baile. En Europa ya está Giorgia Meloni en el poder (de una derecha mucho más extrema que Berlusconi) y ahora llegó al gobierno en Holanda un líder antinmigración, Geert Wilders, calificado como neonazi por sus opositores. En tal contexto, Milei no es una excepción, sino parte de un patrón. Sin embargo, hay que señalar que Milei responde a circunstancias particulares de la política argentina y que sus patillas de San Martín son una sutil estrategia de caudillismo que parece no fallar en el territorio trasandino, como señala Edison Ortiz en su nota de esta edición.

No parece verse en el horizonte cercano una mejoría; de hecho, Milei ya ha advertido que se vienen seis meses terribles. Al menos no miente en ese aspecto: si aplica lo que prometió en la campaña, será una verdadera terapia de choque. La interrupción de los subsidios, absolutamente necesaria para la sanidad fiscal y el estado general de la economía, creará más pobreza y mucho sufrimiento para los más vulnerables en el corto plazo. Por otro lado, mucha de esa población pobre votó por Milei, así que van a ese matadero de modo voluntario. Muchas veces la teoría y la realidad no son imaginadas del mismo modo y esta última se apodera de todo y rompe el cristal de lo imaginado.

La primera consecuencia es el precio del dólar. Sin el subsidio del estado, la depreciación del peso argentino significará un precio real del dólar muy superior al que hoy es el oficial. De hecho, ya se anunció que ese precio cambia para compras hechas con tarjetas de crédito. Milei no ha anunciado aún si su plan de dolarización se llevará a cabo, pero el fin del Banco Central es un hecho. Pese a la reticencia del presidente electo por revelar el titular de la cartera de Economía se confirmó este jueves que Luis Caputo será el encargado de las finanzas durante su gobierno. Con eso parece cerrarse el capítulo dolarización, ya que Caputo habría descartado categóricamente el escenario de la dolarización.

Pero, ¿quién es Luis Caputo? En el mercado financiero es considerado como un gran conocedor del mundo internacional de las finanzas, con extensos vínculos en el exterior. Caputo lideró el trading para América Latina del JP Morgan entre 1994 y 1998, y ocupó el mismo cargo en el Deutsche Bank entre 1998 y 2003 para Europa del Este y América Latina. Desde entonces hasta 2008 fue presidente de la sede argentina del banco alemán. A partir del 2015 hasta 2017 se desempeñó como secretario de Finanzas de la Nación, hasta que Mauricio Macri lo nombró ministro de Finanzas al desdoblar la cartera en Hacienda y Finanzas, y en 2018 lo llevó al Banco Central. Entre otras cosas, su participación fue clave en la negociación con los holdouts, cuando Argentina accedió a pagar 9.352 millones de dólares para cerrar ese capítulo que había quedado abierto durante la gestión de Cristina Kirchner. Con todas las especulaciones, Milei optó por un hombre del macrismo con un extenso currículum en el mundo financiero.

No hay ninguna duda que el macrismo le dio su apoyo a Milei con condiciones claras, similar a la posición que ha tomado el mundo de la ex Concertación en el gobierno de Boric. Macri ha logrado posicionar a su sector en los ministerios que se han anunciado. En el cierre de campaña de Milei vimos a Patricia Bullrich dándole un apoyo que resultó crucial. Nada es gratuito y ya sabemos que Bullrich ocupará el ministerio de Seguridad, mismo cargo que ocupó bajo la presidencia de Macri entre 2015 y 2019. La líder del PRO, quien fuera tercera en la primera vuelta, al parecer no quería ocupar el cargo, pero fue Milei quien le pidió personalmente que asumiera la cartera. Pese a los ataques de lado y lado, vemos como las diferencias se liman en pro del poder y de sacar adelante un gobierno que será de extrema dificultad.

Milei solo tiene unos pocos senadores y una pequeña bancada de diputados. No tendrá otra opción que buscar votos en la derecha tradicional para poder hacer las reformas que ha prometido y para poder comenzar con la responsabilidad fiscal, que ha sido un concepto alienígena durante la historia del peronismo en el poder en Argentina. Ahora solo queda esperar cómo se desarrollarán los primeros meses del gobierno del libertario, quien ha tenido que moderar su discurso y desechar medidas como la dolarización. Tal como comentó David Harvey en nuestro reciente Diálogo Regionalista, Argentina no necesita una motosierra, sino una operación quirúrgica. Veremos si Milei logra tal hazaña.

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6 comentarios en “Cuando se vota con hambre”

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