Por Fabián Muñoz Figueroa
Docente en Universidad Viña del Mar.
Soundtrack: The Dark side of the moon (completo) – Pink Floyd
Se le conoce popularmente como derrame cerebral, pero un término más preciso es ictus o accidente cerebrovascular (ACV). La enfermedad se manifiesta cuando la irrigación sanguínea hacia una parte del cerebro se ve interrumpida. Eso puede ocurrir por dos razones: un coágulo (ACV isquémico) o por la ruptura de un vaso sanguíneo (ACV hemorrágico). En ambos casos las células cerebrales quedan impedidas de recibir el oxígeno y los nutrientes necesarios, desencadenando la muerte celular y provocando síntomas tempranos, que varían desde la debilidad en un lado del cuerpo hasta la pérdida del habla, y tardíos como la pérdida de diferentes capacidades hasta la muerte.
Una carrera contra el tiempo
La detección temprana del ACV es esencial para salvar vidas y minimizar las secuelas. Los signos de alarma incluyen la pérdida súbita de la fuerza en un lado del cuerpo, dificultad para hablar, confusión repentina y problemas de visión. Si se sospecha un ACV, es crucial actuar de inmediato, llamar a emergencias y trasladar al afectado a un centro asistencial de alta complejidad.
El tiempo es un factor crítico en la atención al ACV. Cada minuto cuenta, y la rapidez con la que se administre el tratamiento puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, así como entre una recuperación favorable o la discapacidad permanente. Los tratamientos incluyen la administración de medicamentos anticoagulantes y procedimientos para eliminar coágulos.
Factores de riesgo del ACV
El Accidente Cerebrovascular (ACV) no siempre ocurre como una fatalidad repentina; existen diversos factores de riesgo que pueden predisponer a una persona a sufrir esta afección neurovascular. Algunos a tomar en cuenta son:
-Hipertensión arterial: es la fuerza constante de la sangre contra las paredes arteriales, que si es muy alta debilitará los vasos sanguíneos y aumentará significativamente el riesgo de coágulos y hemorragias cerebrales.
-Diabetes y colesterol elevado: la diabetes también puede dañar las paredes arteriales con el tiempo, el exceso de colesterol puede acumularse en las arterias dañadas, formando placas que, si se acumulan y crecen, pueden bloquear el flujo sanguíneo.
-Obesidad y sedentarismo: ambas aumentan la probabilidad de desarrollar otras afecciones, como la diabetes e hipertensión, que son factores de riesgo clave para desarrollar un ACV.
-Tabaquismo: los químicos presentes en el tabaco dañan directamente las arterias, además aceleran la formación de coágulos.
-Alcoholismo: aumenta la presión arterial, contribuye al aumento de peso, elevando el riesgo de ACV. La moderación y el tipo de alcohol es clave, algunos estudios indican que el vino tinto por ejemplo, en dosis muy pequeñas podría funcionar como protector. Sin embargo, el abuso de alcohol es factor de riesgo potencial.
Uso de drogas duras: sustancias estimulantes como la cocaína aumentan la presión arterial, provocan arritmias cardíacas y desencadenan la formación de coágulos.
En este último punto, la cocaína, conocida por sus efectos estimulantes y por tener consecuencias devastadoras en el sistema cardiovascular (además de la destrucción neuronal evidenciada en resonancias magnéticas o tomografías computarizadas). Al provocar aumentos bruscos y peligrosos en la presión arterial, la cocaína se convierte en un factor de riesgo significativo para el ACV.
En conclusión, el ACV no es simplemente una afección médica, sino una llamada de atención sobre la fragilidad de la vida humana. La información, la prevención y la acción inmediata son nuestras mejores armas en la lucha contra este enemigo silencioso. En última instancia, el conocimiento y la conciencia pueden marcar la diferencia entre la tragedia y la esperanza en el viaje hacia la recuperación.
Como curiosidad, vale destacar que el soundtrack de esta publicación no es mero capricho: Existe una teoría entre los profesionales de la salud que conspira sobre el disco Dark side of the moon de Pink Floyd:
Además de todas sus interpretaciones sociales, el álbum también narraría todas las etapas de una persona que está sufriendo un ACV por sobredosis. A modo de pista, los nombres de las canciones están ordenadas con ese fin. Desde un inicio en el tema “háblame” (speak to me) sería lo primero que alguien intenta comprobar ante la sospecha de un ACV, Luego pasamos por la frenética lucha contra el tiempo (time) a través de una canción en la que se está literalmente corriendo por salvar la vida del paciente (on the run). Finalmente se evidenciaría el daño cerebral (brain damage) que acabaría en las secuelas del paciente en un metafórico “Eclipse”. Vuelva a escuchar el disco teniendo eso en cuenta y de seguro hallará más referencias ¿Será cierto?.
10 comentarios en “Derrame cerebral: cuando los segundos valen oro”
Asusta un poco. Pero muy buena info. Con respecto a la Banda, lo más lógico es que lo hayan creado como un viaje sicodélico, pero es perfectamente posible que el «viajecito» deje de secuela un ACV.
Importante aplicar métodos FAST, búscalo 👍🏻
Muy interesante! No sabía lo de Pink Floyd.
Me sube la presión a partir del minuto 14:40, por gran concierto en el cielo. No tanto como con Child and time (Deep Purple). A mi edad, con este factor de riesgo y en lenguaje sencillo; ¿ me puedo ir cortao ?
Que buena columna. Jaleros en riesgo, título brutal. Todo lo que aparece en el tema Eclipse, se pierde con ACV.
Cuenta la leyenda que la actriz Carolina Fadic … (Puntos suspensivos)
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