De triunfos y derrotas
A.C. Mercado-Harvey
Esta semana fue dominada por la teleserie del quinto retiro, que tuvo suficientes vueltas como para quedar mareado. Tal como anticipé la semana pasada, esta fue la primera prueba política del nuevo gobierno. En el análisis político de Rolando Cárdenas, se concluye que esta fue una derrota para la administración de Boric. Yo difiero un poco, porque creo que así sería si hubiera pasado el retiro. El desastre económico que se venía como consecuencia de ello, habría sidocatastrófico. Es impresionante el nivel de analfabetismo financiero que existe en nuestro país. Es cosa de leer los argumentos en redes sociales. La gente opina sobre la inflación sin saber qué la provoca, hablan de los retiros con inmensa liviandad y con un individualismo digno de los estadounidenses. A estas alturas, los más pobres no se hubiesen beneficiado del retiro; tampoco es razonable sacar plata de la jubilación para pagar cuentas atrasadas, comprar comida en el supermercado, pagar el arriendo, etc. Los problemas para llegar a fin de mes en nuestro país se arrastran desde hace mucho. Los sueldos no alcanzan para el costo de la vida que no para de subir. Por tal razón, es urgente el aumento salarial, asunto al que el gobierno decidió ponerle prioridad.
Lo ocurrido en el Congreso dejó al desnudo un problema estructural que existió desde el primer día de gobierno: la existencia de dos coaliciones políticas. A eso debemos agregarle las tensiones con la DC, la cual también fue parte de la teleserie del retiro con uno de sus diputados y subjefe de la bancada, Felipe Camaño, haciendo declaraciones que luego fueron desmentidas por parte de Eric Aedo, jefe de la DC en la Cámara. Entre todos los dichos, Camaño develó una gran verdad: el gobierno no quería que hubiese ningún quinto retiro. Por eso digo que este fue un triunfo de la administración de Boric y, particularmente, de Mario Marcel, quien había advertido las consecuencias económicas de los retiros anteriores y de este. El chascarro con la DC dejó al desnudo los problemas internos que tiene el conglomerado político que decidió no entrar al gobierno, pero que tampoco es completamente oposición, como han declarado varios de sus personeros. En el corazón de la DC está el problema de ser anómalos, debido a su participación en la ex Concertación, lo cual implicó una alianza de centro izquierda, cuando la DC es de centro derecha en todo el mundo. Es ahora que esa contradicción se hace más patente y el partido tendrá que tomar la decisión o de colaborar con Boric o ser enemigos, porque las medias tintas solo terminarán por hacer desaparecer al partido. La DC y los otros de la ex Concertación tienen que entender que no pueden seguir con las prácticas políticas de antaño, no porque el gobierno de Boric opere de otro modo, aunque es la imagen que quieren proyectar, sino porque la ciudadanía no tolera esas prácticas. La vieja política de los partidos de la ex Concertación produce un rechazo casi total en la ciudadanía.
De hecho, el nivel de tolerancia de los chilenos hace ecos con el programa televisivo de CNN. Las encuestas así lo han dejado claro. El desplome en los sondeos deja claro que la gente no tiene paciencia y si este gobierno no actúa rápido, podrían verse en la misma encrucijada que la administración de Piñera, con aprobación bajísima y con la paralización de sus proyectos en el Congreso. El apedreo en Coquimbo al presidente es solo un síntoma de un deterioro en la confianza a los gobernantes. La Convención está corriendo con la misma suerte y, de no haber un cambio importante en su orientación, podríamos quedarnos eternamente con la Constitución de Pinochet. La izquierda sufre del síndrome del cuarto de ecos (echo chamber), algo que se observa a nivel global. Es cosa de ver lo que está ocurriendo en Francia, donde la izquierda está totalmente fracturada, razón por la cual se ven nuevamente ante el problema de apoyar a Macron para detener el triunfo de la ultraderecha. Este es un tema al que le dedicamos dos artículos en ediciones anteriores de este medio y en el que seguiremos profundizando pasadas las elecciones de este domingo. Hasta cierto punto en Chile se vivió el mismo fenómeno en las últimas elecciones, con la distinción de que Boric es de izquierda, a diferencia de Macron. La similitud está en que muchos votaron contra Kast, más que por Boric. Eso explicaría el desplome en las encuestas, ya que el apoyo nunca fue incondicional; muy por el contrario: está condicionado a los cambios y a altas expectativas. La gente no entiende razones, ni cree en la existencia de baritas mágicas. El ciudadano chileno de hoy no quiere blah, blah; quiere acción inmediata.
En ese afán de inmediatez hemos visto los desesperados intentos del alcalde Jadue por mantenerse en la polémica y no ser olvidado: así lo han demostrado, tanto su viaje a Venezuela y posteriores declaraciones, y las constantes críticas al gobierno. Jadue no parece entender que su partido es parte del gobierno, que no todos en el PC comparten su visión sobre Venezuela y que los problemas judiciales por acusaciones de corrupción no han terminado. Está claro que Jadue es lo que en inglés se llama frenemy, es decir, amigo-enemigo. La DC está también en esa posición, con la gran diferencia de que no forman parte del gobierno. Por tanto, la crítica no se percibe del mismo modo.
Volviendo a la DC, no podemos dejar de comentar el encuentro que tuvo el presidente Boric este jueves con sus dirigentes y con representantes del PDG. Si bien los senadores del partido demócrata cristiano se restaron de la cita, porque tendrán una aparte, asistieron al encuentro los de la Cámara y su timonel, el alcalde Felipe Delpin. Estas reuniones nos dejan claro lo que quedó al descubierto con la votación del cuarto-quinto retiro: el gobierno debe ampliar a sus aliados en el Congreso o no podrá llevar a cabo las reformas de su programa.
Ahora, no todo es política. Chile, al igual que otros países, enfrenta serios problemas pospandemia. Uno de ellos es la violencia dentro de los colegios. Esta situación ha golpeado fuertemente a nuestra región con el suicidio de un estudiante en Santa Cruz, lo cual fue explorado por Edison Ortiz en su artículo del día miércoles, al igual que la primera jornada sobre la Educación No Sexista, realizada en el colegio San Esteban en San Fernando, una instancia muy importante para hacer conciencia de un grave problema que tenemos como sociedad. Mientras más jóvenes, los estudiantes tengan conciencia del sexismo, más fácil será tomar medidas efectivas para combatirlo. No sacamos nada con tener un gobierno feminista si la sociedad no acusa recibo de los cambios.
Dentro de lo positivo, quiero destacar que hay buenas noticias en cultura. Una de los nuestros es la nueva Seremi de Cultura de O´Higgins. Esta semana entrevistamos a Flor Ilic, quien nos contó de los desafíos de un área que ella conoce muy bien. La cultura importa y en este medio siempre estará presente. En nota de Carolina Miranda, esta semana destacamos el Décimo Quinto Encuentro de Orquestas Juveniles en San Fernando y el lanzamiento del primer single de la banda pichilemina Paila Marina.
No quiero cerrar esta editorial sin mencionar el cónclave del subsecretario Vergara con los alcaldes de la zona sur de Santiago este pasado jueves. El problema de la delincuencia ha llegado a extremos que no conocíamos en Chile y eso viene desde hace mucho tiempo. No olvidemos las promesas de Piñera uno y dos, sobre terminar con la delincuencia y las amenazas de que se les acabaría la fiesta a los delincuentes. Ni lo uno ni lo otro; las tasas delictuales no solo no bajaron, sino que subieron. Este es un problema que se arrastra hace mucho y que con la pandemia parece haberse agravado por razones más que obvias: mientras más pobreza, más delincuencia. El gobierno de Boric tiene un trabajo gigantesco en materia de seguridad pública, al igual que respecto a la violencia en la Macrozona Sur y los problemas de inmigración en el norte.
Esta semana ha tenido de dulce y de agraz, de triunfos y derrotas. El gran triunfo, no solo para el gobierno, fue que no se concretara ningún retiro. Nuestra economía no se va a desplomar como resultado de ello. La gran derrota para el gobierno es la falta de cohesión interna en las coaliciones que lo componen y su desplome en las encuestas. A nivel país las derrotas son varias: desde el crecimiento de la delincuencia, el aumento de la violencia en general y un encarecimiento del costo de la vida pospandemia, que no hay con qué palear.