El 8M y el problema de la conmemoración

Por Pablo Rojo

La última gran manifestación del estallido social se dio en el contexto del Día de la Mujer de 2020, a solo semanas que se declarara la alerta sanitaria en Chile y comenzara la pandemia de la cual venimos recientemente saliendo. El estallido sin duda puso en perspectiva las manifestaciones anteriores tanto por su intensidad como por el nivel de las demandas, que por cierto se redujeron al mínimo después del 15 de noviembre en el llamado Acuerdo por la Paz, dejando en el recuerdo manifestaciones masivas como la estudiantil del 2011 o la ola feminista que golpeó los campus universitarios el 2018.

En efecto, el 2018 vio una militancia inédita femenina por demandas transversales que afectan a la sociedad chilena en su conjunto, marchas, protestas, tomas, huelgas de hambre junto con una explosión de la expresión cultural de todo aquello. Una larga década de luchas que dieron un impulso enorme a la conmemoración del Día de la Mujer, pasando a ser de una efeméride al evento conmemorativo más importante de cada marzo, evento con un sentido profundo e innegable.

El punto que quiero señalar es el siguiente, a saber: cómo es posible que dos eventos masivos como los que acabo de señalar puedan ser subsumidos bajo la rúbrica de conmemoración. La idea de una efeméride o una conmemoración es celebrar en un día, en un solo momento aquello a lo que se quiere dar importancia, un nacimiento, una fundación, una muerte, un evento, etc. De esta manera, toda la intensidad y cantidad de demandas tienen que caber en un solo día, una sola tarde, una sola marcha, de la misma manera que toda la intensidad del estallido se recuerda bajo la rúbrica 18O.

Pues difícilmente podría ser posible reducir el estallido al 18O, mucho más pasó, durante y después, incluso hoy se sigue viviendo lo que gatilló el estallido y las consecuencias de este, las cuales para muchos los acompañarán de por vida. Creo que fue esta intensidad y transversalidad lo que hizo posible que la conmemoración del Día de la Mujer ese 2020 se integrara con las manifestaciones del estallido en un todo orgánico que por cierto con la pandemia y las restricciones tenía sus días contados.

Vuelvo a preguntar, cómo es posible reducir un movimiento de masas a un día especial de celebración, pues, la conmemoración tiene un efecto particular que lo posibilita, a saber, que permite integrar elementos dejando de lado otros indeseables o que se consideran ajenos a la conmemoración en particular. Es precisamente esta elección arbitraria lo que posibilita que se cree una imagen colectiva de la conmemoración, qué significa ese día en la actualidad y en el futuro: el 18O un día de violencia en que se quemó el metro y el 8M el Día de la Mujer en que se omite que, en su momento, fueron capaces de parar universidades durante meses. No quiero reducir la cuestión a lo que escribo, sino señalar cómo la conmemoración opera bajo esta lógica de cherry picking, la cual no solo es arbitraria, sino que además tiene efectos prácticos bien definidos.

Esta situación me recuerda la visita de Spencer Tunick a Chile el 2002, la cual movió a miles de personas a desnudarse para una foto en el Parque Forestal. En efecto, el fotógrafo estadounidense fue capaz no sólo de movilizar a miles de personas, sino que, más importante aún, además fue capaz de controlarlas con la fotografía como objetivo central, en una palabra, fue capaz de controlar las masas, miles de subjetividades con motivos particulares para participar, bajo una sola voluntad y resignificar los motivos de miles de personas a una sola razón.

Este es el efecto que considero más interesante de resaltar de las conmemoraciones de eventos masivos, su plasticidad para moldear la voluntad de una mayoría a los intereses de una minoría. Poca importancia tiene la memoria que se tiene de una efeméride en particular, tal vez para los historiadores y académicos que viven del pasado, pero distinta es la situación de un evento que no tiene fecha ni de inicio ni de término, el cual se sitúa en un presente constante que se revive año a año. Siendo ese el caso, la narrativa tiene que escribirse una y otra vez para legitimar la reducción de un movimiento de masas a una ocasión particular, a un objetivo de los miles y miles que de hecho motivaron a tantas personas a salir a las calles a demostrar su descontento.

Las futuras generaciones tendrán una respuesta apropiada para lo que estamos viviendo, ni yo ni nadie puede pretender reducir o explicar a cabalidad un evento que se está desarrollando mientras escribo estas palabras, lo único que podría añadir es que es gracias a este movimiento de la efeméride y la conmemoración que acabo de comentar es que se me hace plausible el hecho que se haya podido sintetizar una manifestación masiva y radical con muestras más suaves del mismo como las que se muestran en los medios tradicionales de comunicación.

En fin, supongo que ese día es de todas, estén en las calles o en la televisión, poco importa, pero tampoco se puede negar que una demanda colectiva por parte de la mitad de la población chilena que son mujeres pueda encenderse y apagarse a voluntad como si fuera un interruptor tal como lo hace toda conmemoración con el evento que buscan celebrar en ese único día en particular y no otro.