
Por: Hernán Morán Vásquez,Docente del área Educación, CFT Santo Tomás, sede Rancagua.
¿Qué importancia tiene la música en nuestra vida? ¿Puede influir positivamente en alguna dimensión de los procesos educativos de formación de personas?
Se cuenta que hace un par de milenios, Aristóteles, el célebre filósofo griego, consideraba que pocas cosas eran más poderosas que el ritmo y el canto para acercarse e imitar todos los sentimientos del alma, como la cólera, el valor y la bondad, entre otros, adjudicándole a la música una especie de gran poder moral para influir en el alma de las personas. Por esa razón, entendía que es fundamental lograr que la música formase parte de la educación de las y los jóvenes.
En la actualidad, múltiples investigaciones y divulgadores como Jordi Jauset (2023), consideran que tanto la percepción como la producción musical activan las áreas corticales auditiva y motora, así como las subcorticales (asociadas a las respuestas emocionales), abarcando la totalidad del encéfalo. De este modo, resulta plausible establecer vínculos significativos entre la práctica sistemática de la música, el neurodesarrollo, la neuroplasticidad y el modelamiento cerebral.
Y entonces, dicho lo anterior, ¿qué rol está teniendo la música en los ámbitos educativos de nuestro país? ¿Cuán musicales son las aulas de nuestro sistema educativo? Por cierto, las preguntas desbordan el alcance de este artículo, aunque llaman a la reflexión acerca de cómo la música puede influir positivamente en el logro de mejores ambientes de convivencia escolar para el aprendizaje y/o en el desarrollo de funciones ejecutivas que juegan un papel importante en la planificación y gestión de nuestras acciones y emociones, con gran impacto a su vez, en los procesos de pensamiento crítico y complejo.

Sin embargo, un análisis de formación musical en carreras de educación parvularia en Chile, realizado a fines de la década pasada, concluyó que sólo un 70% de las instituciones que participaron en el estudio ofrecían la asignatura de Expresión Musical o su equivalente, de forma autónoma a otras artes, y sólo un 7% del total, ofrecía dos o más semestres de formación musical en carrera, dejando en evidencia que desde la formación académica de las y los futuros educadores, se evidencia una escasa valoración de la música y de sus potenciales aportes (González y Obando, 2019).
En el mismo trabajo, se descubrió que en los planes de estudio de 1° a 4° básico sólo se asignaban 76 de 1.444 horas a la enseñanza-aprendizaje de la música en el año, representando sólo un 5,2% del currículum nacional, siendo aún más bajo en 5° y 6° básico, en el que alcazaban a 38, representando un escuálido 2,6% del total de tiempo del plan de estudio.
Comparativamente, la Educación Musical es una disciplina obligatoria en todos los estados pertenecientes a la Unión Europea (excepto en España) y se integra en las enseñanzas artísticas en el 70% de los planes, dedicándosele a la enseñanza musical, una sesión semanal en Portugal, Francia y España, aumentándose hasta cuatro sesiones semanales en países como Austria, Hungría, Alemania y Finlandia (Montaraz, 2022).
Los datos anteriores, nos recuerdan que, como casi en todas las cosas de la vida, nuestros esfuerzos se orientan hacia aquello que consideramos importante y la música, al menos en nuestro país, aún parece no estar en los primeros lugares, posiblemente, porque se desconocen las investigaciones neurocientíficas que, en los últimos años, han comprobado esta virtuosa relación entre la música y la holoformación de las personas.
Por ahora, estamos lejos de la valoración que se tiene de la música en países como Suiza, en el que más del 70% de sus habitantes manifestó estar de acuerdo con colocar a la música y al canto como parte de su Constitución que, cómo sabemos, es la ley madre de todas las leyes determinando la direccionalidad que deciden las comunidades acerca de su presente y futuro (Venegas y Fernández, 2020).
Y mientras esta desigualdad de interés y valoración por la música y sus variadas expresiones relacionadas continúa ocurriendo en el mundo, ¿no sería hermoso y esperanzador que en las aulas de educación parvularia y básica de nuestra región de O’Higgins, comenzasen a distinguirse y escucharse con fuerza y determinación, las voces cantarinas y lúdicas de técnicos y profesionales del área Educación?

Todos quienes estamos convencidos de la importancia de la música en la holoformación de las personas – tanto en su desarrollo disciplinario como en sus posibilidades inter y transdisciplinarias – podemos y debemos tener un rol activo que cumplir en este contexto que debiese tener siempre, a mi juicio, a las y los niños en el centro de nuestros esfuerzos.
2 comentarios en “El impacto de la música en la formación de personas”
Fantastic article. Much obliged.
Interesante artículo Hernán, muchas gracias. Sin perjuicio de nuestra triste realidad de las artes en general en el currículum de nuesr@s hij@s, creo importante el punto en el «cómo» se enseñan, promueven y estimulan las diferentes disciplinas artísticas, de modo que el interés y el gusto se extienda más allá del aula…..Dará para otro artículo esto?.
Saludos.
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