Por Carolina Victoria Salazar Quintanilla Docente de la carrera Técnico en Educación Especial CFT Santo Tomás, sede Rancagua
Cada 18 de junio es el día internacional del orgullo autista, fecha que busca dar luz a las personas que viven esa condición en sus distintos matices. Pero también, refleja que el concepto autista está más consciente en la sociedad, y que hemos avanzado en la aceptación e inclusión de quienes viven con esta condición. A pesar de ello, considero que falta mucho por informarse, comprender y trabajar desde la mirada social.
El autismo ha sido objeto de estudio a lo largo de la historia, aunque su reconocimiento formal y comprensión moderna han evolucionado significativamente solo en las últimas décadas. Las primeras instancias en que se utilizó el concepto de autismo desde una mirada más teórica datan del siglo XX, a partir del análisis de historiadores y psicólogos que detectaron ciertas características en figuras históricas.
En 1911, el término fue acuñado por primera vez por el psiquiatra suizo Eugen Bleuler, quien lo definió como la capacidad de la persona de retirarse de la realidad- contexto, desarrollando una tendencia de autoaislamiento (aspectos observados en personas con diagnósticos identificados como esquizofrénicos hasta esa fecha).
Ya en las décadas 1940- 1950, se realizaron investigaciones que ayudaron a caracterizar y describir mejor el concepto del autismo, permitiendo distinguirlo de otros trastornos (discapacidades mentales, cognitivas, etc.) Dichas investigaciones estuvieron a cargo de Hans Asperger (austríaco) y Leo Kanner (estadounidense), aportes que hasta hoy en día son base en la información relevante respecto a este tema que, pese a ello, sigue con aspectos sin responder.
Espectro autista
Luego, hubo una evolución en el concepto y se observaron varios avances significativos: se comenzó a hablar del espectro autista, considerando la existencia de grados y formas diversas entre las personas que presentaban la “discapacidad”. Todo esto bajo el paraguas del Trastorno del Espectro Autista (TEA), clasificación que, hasta ese momento, fue de las más modernas. Ya en la década de los 90 cobra vida un movimiento de autogestión y activismo autista que gana fuerzas, abre espacio a la aceptación, la inclusión y, sobre todo, sienta las bases de los derechos de las personas con autismo en todo el mundo.
A nivel nacional, en el año 2006 una delegación chilena participó en la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. En esta instancia se generó el interés y la responsabilidad por elaborar leyes y decretos enfocados principalmente en el aspecto social de las personas que presentan alguna discapacidad.
Considero que aún falta mucho por aprender socialmente de las personas que están en esta situación para que este diagnóstico no sea encasillado como “trastorno”, sino más bien, que sea considerado como una “condición”. El primero de estos conceptos hace alusión a la integración en la sociedad y el segundo tiene connotación de diferencia dentro de la normalidad, de forma que refleja mucho mejor la realidad y no es nada estigmatizante, relacionándolo a la vez con personas diferentes (como todos somos en este mundo), pero no enfermas. El análisis sobre esto continúa y mucha gente considera este cambio de concepto, pero también hay personas que se rehúsan. El cambio sería reflejo de aceptación propia y sensibilización respecto al tema y un avance para que realmente el concepto de autismo se lleve con orgullo en la sociedad.
1 comentario en “El orgullo autista: reflejo de una evolución histórica”
Quienes se rehúsan al concepto de condición por el de trastorno no lo hacen por nada, sino que por la pérdida de derechos y beneficios asociados al autismo nivel 3. Es maravilloso pensar en una visión social del autismo como una condición, pero la experiencia de familias con integrantes autistas de altos requerimientos de apoyo nos lleva a una realidad que se define indefectiblemente como trastorno y necesitan una visión médica.