El Paris Saint Germain (PSG) y el fútbol total

Los jugadores del PSG con la copa tras la goleada 5-0 ante Inter. Crédito: REUTERS/Kai Pfaffenbach.

Con el recuerdo de la Naranja Mecánica holandesa de los 70, casi cincuenta años después hemos vuelto a ver el futbol total. Como diría Cruyff, esta vez en boca de Luis Enrique: “muchachos salid al campo y disfrutad del balón”.

Por Edison Ortiz

La última vez que había oído hablar a comentaristas deportivos sobre el concepto del fútbol total fue con relación a la mítica naranja mecánica holandesa de 1974 que dirigía el insuperable Johan Cruyff. Volvimos a hablar del tema el sábado pasado a raíz de la final de la Champions League entre el PSG y el Inter de Milán, en particular cuando el equipo galo del histórico barrio medieval que albergó en los años 60’ el movimiento Existencialista, marcó su tercer gol por medio de Doué. Corría el minuto 63 y la diferencia con el Inter se hizo no solo irremontable sino sideral.

La previa

En el camino habían quedado el nuevo dream team catalán que lidera Lamine Yamal, eliminado a manos del campeón en una semifinal que tuvo ribetes de gran final, y el Arsenal de Saka que sucumbió ante el dominio del equipo de Luis Enrique.

Dos escuelas absolutamente distintas de fútbol: la primera que representa lo más clásico del fútbol sudamericano, “el jogo bonito”, y la sistematicidad del balompié europeo, una práctica del clásico 4-3-3 que necesita la posesión del balón para desplegarse. A diferencia de la selección tulipán de 1974, se trata de un elenco bastante parejo en cuanto a competencias y en el que sobresalen figuras como Hakimi, Marquinho, Barcola, Dembélé y Doué. El Inter, por su lado, es fiel heredero del “catenaccio”, de mucho énfasis en el área defensiva, con estrategias de contraofensiva muy disciplinadas a balón dominado donde cobran significancia sus carrileros, Lautaro Martínez y Marcus Thuram que reciben apoyo desde el centro de juego controlado por Mkhitaryan, Çalhanoglu y Nicolò Barella.

Empieza el partido

Era un partido que prometía pero que ofreció mucho más de lo que se pensó. Desde un comienzo se evidenció el dominio de los parisiens, lo que a quienes los habíamos preferido como opción nos encantó. Como sucedía con la vieja naranja mecánica tulipán Les Rouge et Bleu se multiplicaban por el campo de juego y por momentos parecía que el juego no era de 11 contra 11. Conducida por Dembélé, la escuadra del viejo barrio parisino practicaba la clásica “manada”: iba en bloque a la siga del atacante de los nerazzurri que traía el balón o, cuando lo perdían, no demoraban nada en recuperarlo. Ese despliegue dio fruto pronto cuando a los 12 minutos, luego de una jugada impecable que finaliza con el pase de Doué a Hakimi, los galos rompieron el empate. Aun los azunegro no terminaban de procesar el gol cuando, luego que William Pacho recuperara un balón casi perdido y después de una asistencia impecable de Dembélé, Doué a los 20, marcó el 2-0 que traía más tranquilidad a la escuadra del Sena.

Con destellos de juego, a veces el Inter amenazaba el arco de Donnarumma aunque sin llevar mayor peligro y se evidenciaba la soledad de Lautaro Martínez en la estructura de juego del cuadro milanés. Sin embargo, siempre parecía que el PSG estaba más cerca del 3-0 que el Inter del 1-2.

Un segundo tiempo de antología

Los que hemos visto en innumerables oportunidades la capacidad de los equipos italianos, incluyendo su selección, para dar vuelta resultados imposibles –aún tengo en la memoria el 3-2 ante Brasil el 82’ o, recientemente, el 4-3 del Inter ante el Barca– nos parecía que la ventaja del PSG no era suficiente para marcar la diferencia definitiva. Al iniciarse el segundo tiempo no pocos creíamos que iba a venir el alza de juego del Inter, pero luego de un par de escaramuzas de Lautaro y Thuram se vino el vendaval rojiazul.

Corría el minuto 63, cuando el PSG recupera la esférica cerca de su área. Vitinha sale rápido y le entrega el balón a Dembélé quien, luego de sortear a un par de rivales en  el medio campo, lo devuelve al portugués quien escapa a toda marcha rumbo al arco contrario y, antes de llegar al área grande, ofrece la oportunidad de gol a Doué quien fusila al portameta suizo. No era el fin del partido, aunque si la definición del campeón.    Es allí cuando los comentaristas deportivos comienzan a hablar del fútbol total del equipo del viejo barrio medieval

A los 73 minutos cuando no pocos ya pensaban en la proximidad del fin de la contienda, luego de la recuperación del balón en campo francés, Kvaratskhelia  recibe un notable pase de Dembélé, corre unos 50 metros y a quemarropa dispara ante Sommer el tiro del gol definitivo y ya es goleada 4-0.

No obstante, a los 74, Donnarumma ataja un tiro que olía a gol de Thuram. Y ahí se acabó el Inter. 

Los minutos restantes fueron un baile y un asedio permanente del campeón de la Champions europea al equipo milanés que a esas alturas evidenciaba su impotencia en el rostro de Lautaro y las ganas de que aquella masacre culminara pronto. Pero no fue así.

A los 81, Barcola hace casi un gol de antología que no se hizo realidad pues el balón golpeó en el lateral de la red. Pero era un anuncio de lo que vendría pronto. En efecto, a los 86 minutos viene el gol que sintetiza de la mejor manera lo que fue esa final. El PSG recupera el balón en su propia área a través del defensa ecuatoriano que lo dispone para que salga jugando Donnarumma, quien lo entrega al defensor derecho. Cuando próximo al medio campo lo recibe Dembélé, ya sabemos que se aproxima el peligro. La entrega se produce cerca del área del Inter a Mayulu quien lo cede a Barcola que hace una doble pared y ya casi sin ángulo lo recibe de nuevo el centrocampista quien envía un disparo que termina por liquidar a la escuadra italiana. Ocho de los once jugadores del PSG han participado del balón antes de llegar al gol de área sin que ningún futbolista del Inter pudiese siquiera tocarlo. Es la misma jugada holandesa de la final de 1974 pero esta vez al final del match.

Cuando casi a los 90 minutos exactos el referí rumano István Kovács pita el final del encuentro, se desata la celebración en el Allianz Arena de Munich y en toda Francia.

También lo hemos disfrutado aquí al sur del mundo. Casi cincuenta años después hemos vuelto a ver el futbol total. Como diría Cruyff, esta vez en boca de Luis Enrique: “muchachos salid al campo y disfrutad del balón”.  

Luis Enrique, artífice del triunfo del PSG. Crédito: REUTERS/Stephanie Lecocq.

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