A.C. Mercado-Harvey
No sólo en Chile hubo elecciones el pasado domingo 24 de noviembre; también ocurrió la segunda vuelta de la elección presidencial en Uruguay que sacó del poder al derechista Lacalle Pou, quien sólo terminó siendo una pausa de 4 años de los casi 20 que ha gobernado el Frente Amplio en lo que va del siglo XXI. Uruguay es el país más caro de América del Sur, seguido de cerca por Chile, pero también es un país próspero y con una economía estable. Lo cierto es que tenemos mucho en común con Uruguay: somos bastante menos exuberantes que nuestros vecinos argentinos o brasileños y hemos tenido mucha más estabilidad económica y política que los grandes países de nuestro continente.

El triunfo del profesor Yamandú Orsi marca el regreso del Frente Amplio al poder con un 49,8% de los votos en segunda vuelta (el % se considera sobre el total de votos, incluyendo nulos y blancos), nuevamente de la mano de Pepe Mujica, quien apadrinó y empujó al electo presidente para que fuera el candidato de la coalición. Orsi tiene una historia bastante peculiar que lo acerca bastante a Mujica: es de origen humilde. Quienes lo conocen dicen que se parece a Mujica, pero sin su carisma, ni magia ni don de la palabra, pero que es un buen discípulo del octogenario expresidente uruguayo.
Orsi fue profesor de historia egresado del IPA (Instituto de Profesores Artiga) que es similar a lo que fueron las escuelas normales en Chile, por tanto, alguien con un buen nivel educacional. Orsi estaba ejerciendo esa profesión en Canelones cuando fue convocado para competir en una elección.
El hoy electo presidente de Uruguay inició su militancia en el Frente Amplio en un comité de Canelones y en 1990 se sumó al grupo de Mujica que convocó a otros exguerrilleros tupamaros que crearon la coalición de izquierda MPP (Movimiento de Participación Popular). En 1991 se recibió de profesor de historia y comenzó su carrera docente en liceos públicos al interior de Uruguay, mientras ayudaba en el almacén familiar por las tardes.
En 2005, cuando el Frente Amplio llegó al poder, el MPP lo eligió para ser secretario general de la Intendencia de Canelones. Ello lo llevó a dejar su carrera docente a los 38 años. Diez años más tarde, en 2015, fue electo como intendente del departamento de Canelones, cerca de Montevideo, el más poblado fuera de la capital con medio millón de habitantes (bajo cada intendencia están los municipios; en Canelones son 32). Cinco años después fue reelecto, renunciando al cargo el pasado marzo, con un alto índice de aprobación, con el propósito de convertirse en el candidato presidencial, principalmente impulsado por Mujica, quien lo conocía hace 30 años.

Pero, ¿cuáles son las claves de este nuevo triunfo de Frente Amplio? El prestigioso politólogo uruguayo Daniel Chasquetti dice que en una victoria electoral siempre hay 2 factores: uno estructural y uno de coyuntura. En relación al primero, Chasquetti señala que los escándalos de la segunda parte del gobierno de Lacalle Pou fueron tantos que no los pudieron controlar, algunos son corrupción, otro clientelismo, etc. Coinciden estos escándalos con la subida en las encuestas del Frente Amplio.

El experimentado periodista Federico Fasano Mertens señala que durante los 4 años que gobernaron los partidos de derecha que integran la coalición republicana, hubo 64 denuncias de ilícitos penales, de los cuales 29 fueron procesados y de los 35 restantes hubo renuncias a cargos, destituciones, sumarios y poquísimas causas archivadas. Las denuncias involucraron a varias figuras prominentes, que indican un problema sistémico y profundo dentro del aparato gubernamental. Fasano cita tales casos como evidencia de un entorno político en el que ha prosperado la corrupción, lo cual ha afectado la moral pública y la confianza en las instituciones estatales.
En el análisis de Fasano se destacan 20 escándalos críticos durante el gobierno del saliente presidente Lacalle Pou. En estos hechos se encuentran involucrados senadores, diputados, intendentes, asesores de la presidencia, directores de entes, alcaldes, presidentes de comisiones internacionales, el presidente del Partido Nacional (el partido de Lacalle Pou) y fiscales, lo cual reveló la problemática relación entre el poder político y el sistema judicial. ¿Le parece conocida esta trama? ¿No le decía que nos parecemos a los uruguayos?
En Chile también tuvimos 20 años de una coalición de centro izquierda llamada Concertación que colapsó por un desgaste natural y también por acusaciones de corrupción y la desazón de que los cambios no habían sido suficientes. Esa fue la puerta de entrada para nuestro propio Frente Amplio que nació en las calles de Santiago a comienzos del siglo XXI por protestas estudiantiles.
Pero volvamos a nuestros vecinos uruguayos y su elección. Las cosas comenzaron a tornarse complicadas en 2020 con la pandemia en Uruguay con Lacalle recién en el poder y la crisis económica que resultó de ello. Según el análisis de Chasquetti, la intención de voto del Frente Amplio aumentó en el segundo semestre del 2022 en que cruza la línea del 40% (habiendo estado en un 30% el año anterior) y de ahí no bajó más. Esto, según el analista, generó una gran desconfianza en el gobierno por lo que califica como un verdadero milagro que Lacalle Pou haya logrado descalzarse de esa situación. Chasquetti, además, está en total desacuerdo con la idea de que el contendor de Orsi, Delgado, perdió porque no hizo una campaña suficientemente de derecha, que fue tibio. Chasquetti señala que en Uruguay los candidatos compiten hacia el centro, hacia los candidatos moderados. Algo bastante similar a la realidad chilena, como vimos en la última elección y en casi todas. Como siempre he dicho, somos un país de centro-izquierda, tal como es Uruguay. No somos países de extremos.
Es cierto lo que dice el politólogo Chasquetti, en las elecciones internas de la derecha y la izquierda, Orsi y Delgado les ganaron a candidatos más a los extremos de sus respectivos sectores. De hecho, el mismo Lacalle Pou logró ganar hace 4 años porque moderó su discurso y movió a su coalición hacia el centro. Chasquetti afirma que uno de los motivos de la derrota fue la campaña excesivamente negativa hacia el Frente Amplio y faltó proponer algo más. Además, la fórmula no terminó de cuajar y el problema de la coalición de derecha es que son varios partidos y el Frente Amplio es uno solo, entonces en una segunda vuelta es más difícil alinear a varios que a uno que siempre tuvo al mismo candidato. En la derecha, después de la primera vuelta, pasaron de muchos candidatos a uno y debieron convencer a otros candidatos a que llamaran a sus votantes para votar por ese candidato de la misma tendencia política.
El Frente Amplio tuvo una campaña más sólida y el ir de oposición le sirvió para contraponerse a un gobierno que venía desgastado por los escándalos de corrupción y clientelismo. Al respecto, el veterano periodista Federico Fasano señala la responsabilidad de Lacalle Pou en algunos de los casos, destacando la falta de acción o la directa responsabilidad en temas críticos como el otorgamiento de pasaporte al narcotraficante Marset y acusaciones de espionaje. Estos errores no solo reflejan fallas de su administración, sino una complicidad tácita que debiera haberse investigado con trasparencia.
El contraste es bastante grande si pensamos que, durante 15 años de gobierno del Frente Amplio, apenas se registraron ocho procesamientos, de los que sólo uno estuvo directamente vinculado con la corrupción, que involucró al director de Casinos. Fasano señala que otras acusaciones fueron incidentes de menor gravedad y que la mitad de ellos fueron con acusaciones por “abuso innominado de funciones”, un delito inexistente en la jurisprudencia uruguaya. Fasano concluye su análisis afirmando que: “este gobierno aumentó las arcas de los menos y la infelicidad de los más” (https://www.lr21.com.uy/politica/1478630-corrupcion-en-uruguay-los-20-escandalos-del-gobierno-de-lacalle-pou).

Por su parte, la premiada escritora Cecilia Ríos, consultada para este medio sobre las elecciones en su país, afirmó que lo que más pesó en este triunfo del Frente Amplio fue: “la esperanza de la gente, el ser muy uruguayo y sin falsedad”. Sin duda, Ríos nos habla de la corrupción sin precedentes que tuvo lugar durante los años del gobierno de Lacalle Pou.
Frente a la pregunta de la durabilidad del Frente Amplio, que no parece tener un gran desgaste, el politólogo Chasquetti afirma que tiene que ver con la proximidad a los sindicatos y el voto urbano, de clase media y el voto de clase baja que convoca Mujica y que ha logrado votación transgeneracional. Las familias frenteamplistas educan a sus hijos en su adhesión al partido más que sus opositores, Blancos y Colorados, esa es una de las explicaciones y hay una historia en la que en 1999 llegaron al 40% de la votación y de ahí no se han movido mucho. Además, tiene un relato cercano en la dictadura, los desaparecidos, un relato heroico que Blancos y Colorados tienen también, pero más lejanos en el tiempo. Esa es una diferencia importante con la realidad chilena, puesto que los hijos de la Concertación no se quedaron ahí, sino que se rebelaron y crearon el Frente Amplio chileno, que, sin embargo, volvió a aliarse a la ex Concertación para ser hoy gobierno. Si hay lecciones que sacar de la elección de nuestros hermanos uruguayos es la unión de la izquierda como único camino posible. De hecho, si vemos nuestra propia elección de gobernadores el pasado 24 de noviembre, en aquellas regiones donde la izquierda fue unida ganó y la derecha perdió en varias por la desunión de su sector.

Orsi ha dicho que se identifica con Lula de Brasil, con nuestro presidente Boric y luego con Petro de Colombia. Es decir, se ve parte de una izquierda menos doctrinaria y más pragmática, que es una de las características que destacan politólogos como Adolfo Garcé, quien afirma que los rasgos distintivos de Orsi son: “la negociación, adaptación a las circunstancias y poca columna vertebral ideológica” (https://www.bbc.com/mundo/articles/c05zrlvlg53o).
Estas características parecen adecuadas a los desafíos que deberá enfrentar el profesor de historia de 57 años, Yamandú Orsi, quien tiene el gran reto de cumplir sus promesas de crecimiento económico, disminuir la desigualdad sin subir impuestos y sin tener mayoría en la cámara de Diputados. Si Orsi logra tener a raya a los sindicatos y a la clase empresarial y tiene buenas condiciones económicas, podría culminar un exitoso gobierno y asegurar la presidencia para el Frente Amplio en el futuro.
1 comentario en “El profesor de historia que presidirá Uruguay”
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