16 de diciembre de 2023
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Encuentro con un brujo de Machalí

“La brujería es la creencia de que todo en la naturaleza es sagrado y que todo tiene un espíritu. Es la creencia de que todo está conectado y de que todo tiene un propósito.” - Raymond Buckland

Por Marcel Albano

Humming – Portishead Roseland NYC (proper audio)

Machalí, la tierra de los brujos, no fue fundada como comuna. De hecho, según varios cronistas, la antigua hacienda del pueblo era un lugar de culto para los perversos ritos de hechicería de su dueña, la mismísima Quintrala^{^[1]}, durante el período de la Colonia.

La cultura de brujos en Machalí ha tenido diversos momentos de expresión histórica. En primer lugar, como cultura oral prehispánica que habla de extraños indígenas ancestrales, que los mapuches llamaban promaucaes y los incas purumankas. En segundo lugar, como cultura hechicera que, bajo la influencia del cine norteamericano, introdujo en la cordillera la imagen de la bruja clásica de películas como El Mago de Oz. Y, finalmente, a partir del inicio del siglo XXI, es influenciada por la globalización que la revive bajo una versión new age de tipo mística, ecléctica e híbrida como una alternativa a la crisis de sentido de la existencia, luego de la caída del relato en las religiones occidentales y los efectos del individualismo en la vida cotidiana.

Durante nuestro camino hacia el lugar del encuentro en una gran muralla junto al río Cachapoal, una fogata recortando en la oscuridad indicaba el punto de llegada. Al acercarnos, el fuego reconfortaba en disputa con el frío aire que bajaba de la cordillera, al compás del estruendoso sonido de rocas arrastradas por fuertes caudales. Esta situación llamó también la atención durante ese fin de semana al arriero don Alejandro Macías, quien recordó que en el río Pangal, las quebradas repletas de agua café taparon ductos y rompieron construcciones. Nunca antes se había visto tampoco el lecho del río Claro repleto. El brujo aceptó que le sacara una foto discreta, ya incómodo, cuando le mencioné mi intención de tomar notas para escribir algunos puntos y reflexiones.

El brujo sugiere a los jóvenes trekkinistas del grupo que escuchen atentamente sus preguntas antes de encontrar respuestas en las conversaciones junto al fuego. Según él, los problemas personales influyen y siendo más pequeños y potentes que la intensidad de la buena vibra, se alojan en la magia de las palabras para el bien y el mal. Luego de brindarnos un ceremonioso té del monte, el brujo comenzó a reflexionar sobre las múltiples preguntas que hacían los jóvenes trekkinistas, descartando de plano que su talento tuviera que ver con ritos, artilugios o brebajes alucinógenos. Para él, la vieja escuela no se casa ni transa con las modas actuales en torno a la chamanería posmoderna. “Andan pasaos a cuarzo cabritos”, ríe mientras indica que no lee estrellas, manos ni cartas. Cuenta que estudió agricultura y su conocimiento se basa en el comportamiento de la naturaleza, sus ríos, flora, fauna y montañas. El arriero dice que el “don” sabe cosas.

Ahí vamos.

¿Por qué cree que las personas lo pasan tan mal?, pregunta una de las participantes de la fogata y el brujo responde.

“La pregunta habla de usted. Pa que me entienda, tiene que saber que cada palabra posee una carga energética de emoción, un sentido y varios significados. Si le digo cuál es su signo del horóscopo, usted cree que hay influencias sobrenaturales, pero la realidad es que va a depender de donde usted nace. Los chinos tienen otros signos, símbolos y así. Usted pregunta lo que pregunta porque usted ve a su alrededor y en usted misma que lo pasamos mal, pero, ¿era más feliz antes o después? ¿Por qué buscan tanto la felicidad? La vida no es así como uno quiere que sea, se pueden buscar caminos y senderos, pero de a poco se aprende y en muchos casos nunca: se vuelve a tropezar con las mismas piedras muchas veces para darse cuenta que anda en caminos equivocados, señorita”.

El sabor amargo del té del monte decepciona el rostro de la exploradora. Seguramente, no es la respuesta que esperaba y anda en busca de consejos. La incertidumbre se nota en las facciones que delata el fuego. El arriero arrima más palos y las llamas crean nuevos tonos que se mezclan con la sonoridad de animales e insectos nocturnos. El bullicio a veces desaparece para recordar que el río viene con sobrecarga de piedras.

Pero… ¿si todo es tan relativo dónde se pueden encontrar buenas respuestas? replica la trekkinista.

El brujo se tapa con un poncho y se toma su tiempo para pensar en qué decir. Me mira de reojo, tratando de averiguar si soy de su confianza al tiempo que sorbetea la bombilla de un mate que estaba preparándose desde que llegamos.

“Mmm… hay que comprender la complejidad que tienen las palabras porque tiene su razón de ser. El modo cómo articulamos la voz de ellas es una pista porque es una acción permanente entre el respirar, el pausar y el descanso en un microsegundo. ¿Se transforma una palabra, su habla y su respiración cuando pasamos del amor al odio? Por supuesto que sí, y con todas las emociones que causan efectos, desencadenando remolinos de vientos que arrasan con la lógica y el sentido común. Antes de hablar, le recomiendo pensar la ventaja de la prudencia y el silencio, si no pregúntele lo que pasa cuando llegan y escriben los políticos y los famosos cuando tiran frases para la galucha, jajaja”. La risa general de los participantes confirma el entendimiento de lo que quiere decir el brujo. Mi turno.

Oiga usted amigo ¿qué cree que va a pasar en Chile luego del famoso plebiscito de este domingo?
No somos amigos, entre brujos no se cuecen habas ni se pone a prueba.

Yo no soy brujo, le interrumpí.

Sí, claro, seguro que andar haciendo predicciones no lo es. Pero oiga usted, lo que pase en Chile, ni depende del resultado, ni del griterío, sino de las masas porque son las masas, las personas actuando arriba de la pelota son las que tienen al país así. Mal usan las palabras porque no hay ánimo de buenas intenciones. No hay respeto y todos se creen dueños de la moral del destino de todos. No estoy ni ahí con la política. Sé que el lunes hay que trabajar, vienen las fiestas, y era. La mala memoria los tendrá eligiendo más de lo mismo.

Oiga, pero, ¿algo intuye no?, porfié.

Intuyo que el problema de Chile está en su cultura y eso quiere decir en el corazón y la mente de su gente. Además, todo el mundo pregunta lo mismo, por el futuro, por cuándo se acaba todo esto. Nada se acabará con la soberbia, la ira y la envidia. El país se puso enredao pa’ too. Andan todos preocupados por ser felices y se creyeron mal el cuento desde que Chile es bicampeón de América.

Mala mi pregunta, pero, claro, me dejó pensando en que la constante búsqueda por la felicidad como influjo fundamental de la vida en sociedad, puede crear una presión insostenible para alcanzar un estado emocional constante de alegría, ignorando la complejidad inherente a la experiencia humana que también se nutre y aprende de derrotas y pesares.

El brujo tiene razón porque este idealismo puede generar sentimientos de insuficiencia en aquellos que no logran mantener un estado de felicidad permanente, contribuyendo así a la creación de una cultura de la comparación y el juicio moral. Las palabras del vacío y el silencio, resuenan en el “tienes que estar bien”, la supremacía del storytelling, la publicidad de grandes mentores de “éxito” a través de cursos, talleres, en fin. Lo cierto es que la ideología de la positividad resulta ser más que una construcción de relatos que lucran con la demanda de salud mental y equilibrio físico, la satisfacción de un deseo más profundo y metafísico de no enfrentar que el mañana no siempre viene como deseamos.

¿Qué crees que es lo más necesario y fundamental para cargar en la mochila de la vida?, pregunta un guía experimentado que formula la interrogante para que el brujo le hable, finalmente, a todo el equipo.

Creo que tiene que ver con saber elegir porque no sabemos hacerlo ni lo han enseñado. Creemos ciegamente en lo que creemos porque no acostumbramos a una opinión distinta. La sentimos como amenaza, provocando inseguridad y por eso hoy no somos capaces de tener más opinión que imitar la del resto. Se confunde mucho el ego con una autoestima sobrevalorada, oiga usted. Creo que las mochilas mientras menos cargadas, mejor. Recomiendo que carguen sentido crítico con lo que se meten en la cabeza y creen, como las religiones. Y la felicidad y libertad, ojo que cuando son solo deseos, el alma sufre. Eso nada más, joven. Hay que tener cuidado con lo que suena a espiritual, mágico o ancestral porque pueden caer en el fanatismo. A mi me importa más llevarme bien con la gente que tener la razón y ese es el problema que tienen allá abajo en la ciudad, un problema de actitud frente a la vida.

El brujo me recordó al filósofo humanista Carl Rogers en su obra «On Becoming a Person», cuando dice que «la actitud positiva hacia uno mismo es el mejor amigo que cualquiera pueda tener». En este sentido, la positividad se convierte en un camino para fomentar la autorreflexión, el crecimiento personal y el desarrollo de una mentalidad proactiva, conceptos que también se exploran en Viktor Frankl, quien argumenta que «la última de las libertades humanas es la elección de la actitud personal».

Mientras avanzábamos en la entretenida conversación, la leña del fogón se hizo brazas. El arriero nos recordó que debíamos bajar, porque el río de noche a veces crece. En ese momento sacó entre las cenizas una tortilla de rescoldo y se la pasó al brujo, quien la limpió y repartió como un regalo para la convivencia de la nocturna jornada.