¿Eres de izquierda o de derecha según tu signo zodiacal?

Las etiquetas no solo nos identifican: nos editan. Nos aíslan, nos recortan, nos fijan. Solidifican el ser con el parecer. Y en ese molde, la necesidad de pertenecer a través de símbolos culturales, termina idiotizando.

Por @marcelenredes

No, no es una pregunta seria. Aunque podría serlo. Tampoco es una broma.

Es, más bien, el eco profundo de una ironía ancestral: que las categorías que creemos elegir —como la ideología— y aquellas que creemos recibir o heredar de los planetas —como el signo zodiacal— se parecen más de lo que nos gustaría admitir. Ambas funcionan como mitologías contemporáneas: mapas emocionales para no perdernos en el abismo, máscaras que preceden al rostro, ecos que resuenan en cavernas de eterno (y alcohólico) retorno.

Si afinamos la mirada, saliendo del confort de lo obvio, veremos que defendemos con igual fervor el ser Libra que el ser zurdo, el ser Virgo que el ser facho. Porque ambas identidades —la política y la zodiacal— comparten una raíz común: la urgencia de pertenecer, de explicarnos a nosotros mismos a través de los otros. No hay arquetipo que no haya sido invocado como última explicación para una conducta que no supimos comprender.

Las etiquetas no solo nos identifican: nos editan.

Nos aíslan, nos recortan, nos fijan. Solidifican el ser con el parecer. Y en ese molde, la necesidad de pertenecer a través de símbolos culturales termina idiotizando, sobre todo cuando elegimos líderes idiotas —espejo perfecto de nuestras propias aporías.

¿De verdad creemos que elegimos ser de izquierda o de derecha?

Eso se educa, se repite, se ritualiza. Se convierte en catecismo afectivo, en doctrina simbólica. Se hereda, como el ascendente. Igual que no escogemos nacer bajo Leo o Piscis, tampoco escogemos los relatos culturales que nos cuentan cómo mirar las estrellas. ¿Habría sido Tigre si hubiese nacido en China? ¿Existe una cosmología que cruce Oriente y Occidente? Tal vez en un buen viaje de LSD.

Lo que sí parece estar en juego es la puesta en escena: cómo representamos aquello que creemos ser frente a los demás. Signos e ideologías como stickers, como alegorías en formato emoji: el rebelde, el paternalista, el justiciero, el apático. Jung los llamaría imágenes primordiales. La sociología, representaciones sociales. Pero el efecto es el mismo: organizan el caos.

Hoy, cuando las estadísticas son oráculo de la inteligencia artificial, ya no leemos el horóscopo como quien hojea por ocio. Es el horóscopo el que nos lee a nosotros. Nos perfila, nos predice, nos vende creencias cómodas. La política se ha vuelto un algoritmo que combina biografía familiar, geografía emocional y narrativa de barrio. Así, cada uno afirma: “yo soy así”, “yo pienso esto”, “yo no me junto con Aries ni con quienes votan por ellos”.

Pero, ¿de verdad creemos lo que creemos?

¿O estamos repitiendo fórmulas afectivas que otros —padres, amistades, redes— ya escribieron por nosotros?

“La moral tiene criterios estéticos”, escribió Nietzsche.

También la política. También el amor.

El gusto —ese tirano invisible— nos arrastra sin pedir permiso. Y lo que creemos elección, muchas veces es solo inercia disfrazada. Este país está así por culpa del fanatismo, del alcoholismo político, del éxtasis narcisista de la autoafirmación como dogma. Todo se vuelve predecible, gris, sin alma.

Así funciona esta polarización zodiacal: como la vecindad del Chavo del 8. Un infierno cíclico donde todo se repite. Todos murmurando mal de los demás, todos en guerra de egos, todos atrapados en la misma escenografía. Envidia, ira, victimismo, resentimiento. Tal vez sería hora de abandonar esa comedia rancia y construir otra narrativa: más sublime, más luminosa.

Quizás llegó el momento de dejar de preguntar “¿qué eres?” y empezar a preguntar “¿qué has dejado de ser?”

Porque ocurre que cuando el juicio rápido reemplaza a la conversación, la salida no está en un nuevo dogma o creerse el propio cuento, sino en el arte lúcido —y difícil— de soltar ideas y creencias añejas. De abandonar lo que ya no sirve. De reconocer cuánto he contribuido para que el sistema haya colapsado.

La sabiduría, en tiempos como estos, tal vez consista en no aferrarse.

Ni al signo.

Ni al bando.

Ni al yo.

Porque tal vez, el monstruo que creemos ver en los demás, se aloje detrás de nuestra propia retina invisible a la conciencia, escondido en esas tres dimensiones.

Experimento: probemos hacer Ctrl+z cada vez que, sin querer, repitamos una frase que ya sabemos nada hace florecer.

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1 comentario en “¿Eres de izquierda o de derecha según tu signo zodiacal?”

  1. Que buen análisis. Resta decir que me da mucha risa cuando aparece el tarotista o la «Astrologa» chanta de turno baticinando tal o cual desastre para que la Soa Magali agarre papa y ande pregonando estar «Informada».
    Un chap suei del que todos comemos. Como dice el tango «en el mismo lodo, todos revolcados»

Los comentarios están cerrados.

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