Hace 50 años: el ensayo del golpe de un 29 de junio y la huelga que arrasó la economía

Cuando finalmente el golpe se produjo el 11 de septiembre de 1973, el estallido de la institucionalidad democrática, sostenida con los más diversos apaños desde la década del 30, fue total. Los hechos del 29 de junio y la huelga minera habían sido las últimas estocadas en el desfalleciente cuerpo del Chile democrático. Visto desde la perspectiva histórica, el 11 de septiembre fue el golpe final a la vieja república.

Por Edison Ortiz

En estos días, hace exactamente 50 años, dos hechos revelaron la caldera política del momento y anunciaron el golpe que se implementaría con toda su furia 75 días después: el tanquetazo del 29 de junio y el fin de la huelga minera de El Teniente, el 4 de julio, hecho este último que terminó por destruir la economía nacional.

Protagonistas de ese episodio, como lo fueron los miembros del GAP, Grupo de Amigos Personales del presidente Salvador Allende, señalarían luego por qué los conspiradores tuvieron ese 29 de junio su ensayo general. El análisis de la guardia personal de Allende es que el día del Tanquetazo, los alzados pudieron saber desde donde se había organizado la defensa del gobierno constitucional. De esa forma, ministerios como el de Obras Públicas, por ejemplo, fue el primero foco sobre el cual los conspiradores operaron rápidamente el 11/9 para aplastar cualquier intento de defensa del gobierno constitucional. Debemos recordar que el 29 de junio, los generales Prats, Pickering y Pinochet se habían puesto del bando constitucional.

Dos dramas en desarrollo: la huelga del 41% y el Tanquetazo

Es necesario tener en cuenta que el golpe se incubó casi en paralelo con la conocida huelga que iniciaron los mineros de El Teniente en marzo de 1973. Después de dos meses de atentados y convulsiones en la capital regional, los huelguistas encabezados por Guillermo Medina, acompañados por gran cobertura periodística, marcharon sobre la capital y fueron detenidos en el puente Maipo    por el entonces intendente de Santiago Julio Stuardo, en lo que periódico local bautizó “la batalla del puente Maipo”. Llegaron de todos modos a Santiago y fueron recibidos con ovación por los gremialistas en la Universidad Católica. De allí, pidieron entrevistarse con el presidente, pese a la opinión contraria de Arrate y de los partidos más grandes de la UP.

Luego, en plena crisis, directivos de los dos partidos principales de la Unidad Popular solicitaron un encuentro con el mandatario, al que asistieron Carlos Altamirano, Hernán del Canto y Adonis Sepúlveda por el PS, y por el PC su subsecretario, Víctor Díaz, Mario Zamorano y Jorge Insunza. La reunión adquirió un tono dramático cuando el secretario general del PS leyó la carta que suscribieron ambos partidos, criticando a Allende por haber recibido al cabecilla de la huelga a instancias del diputado Héctor Olivares.

“Frente a este falso movimiento gremial, planeado y sostenido por toda la reacción, en una actitud fascista y sediciosa, no caben vacilaciones ni debilidades. Por tales razones, los partidos Socialista y Comunista estimamos absolutamente inconvenientes las conversaciones realizadas en el día de hoy en La Moneda con el grupo de elementos carentes de representatividad”.

Allende recibió la carta y sin responder se retiró del salón donde se desarrolló la reunión. Arrate sintió la sensación que, esta vez, había dejado solo al presidente. La ruptura con los dos partidos principales de la coalición es notoria y evidente. El Rancagüino recoge la discordia e informa que “las gestiones realizadas con el presidente Allende para solucionar la huelga habían fracasado ante la terminante negativa de los Partidos Comunista y Socialista para llegar a un entendimiento con los mineros”. Ese día, se produjo una batalla campal en Santiago donde resultó muerto el brasileño Milton Da Silva de 24 años, militante del MIR.

Cuando el 4 de julio, finalmente la huelga se acabó por la división al interior del movimiento entre el mundo obrero y los sectores  de empleados que controlaba el PDC, ésta ya había hecho un daño letal al gobierno. Solo días antes, el 29, los militares habían hecho su ensayo de Golpe.

Aunque no logró el apoyo mayoritario del sector obrero, la huelga del 41% sí consiguió el respaldo de la inmensa mayoría de los empleados de El Teniente y algunos otros centros mineros y, con ello, dos objetivos tácticos fundamentales: romper la unidad de la clase obrera y agudizar la crisis económica que vivía el país.

La huelga no solo enfrentó al gobierno con quien se suponía eran sus bases, los obreros de la minería que dieron una batalla fundamental para nacionalizar el cobre, sino que logró sumar un frente sindical anti UP de la única manera posible: la cuestión salarial. Hasta ese momento, la Unidad Popular había mantenido la fidelidad del sector en torno a su proyecto, la que el propio Allende retribuyó en julio de 1971, encabezando el festejo de la nacionalización en Rancagua. Ahora, por una hábil estrategia de la oposición −“la derecha liderando masas, un fenómeno nuevo en la historia de Chile”, dirá Gabriel Salazar- se abrió una brecha en la cohesión de las organizaciones de trabajadores que logró quebrar a la propia coalición de la UP, en los momentos precisos en que se estaba desarrollando el ensayo general del Golpe.

La huelga de El Teniente tuvo un “dramatismo histórico”, porque resultó ser la antesala del golpe de Estado, y por el daño infligido no solo a la economía nacional, sino también a la lógica sociológica de la propia coalición. Puso a los obreros contra su gobierno, lo que hace que el secretario regional del PS de la época se cuestione hasta hoy:

“Los trabajadores del cobre todavía no se han hecho una autocrítica respecto del rol que jugaron en la derrota de Allende. Esa es una deuda histórica. La gente estuvo movilizada. Los huelguistas que marcharon a Santiago fueron recibidos en la UC por Patria y Libertad, se sumó la USOPO, en la zona. El Guatón Romo fue candidato a senador por la Usopo por Osorno. Daniel Silva, de la Usopo, estuvo en la huelga y también militantes socialistas”.

Y como lo testimonian las portadas del diario local de esos días, la huelga transformó a Rancagua en un símil más pequeño de Santiago, donde abundaban las marchas, las huelgas, las protestas, los atentados:  la antesala de lo que ocurriría dos meses después.

Las últimas paladas a la vieja república

Cuando finalmente el golpe se produjo el 11 de septiembre de 1973, el estallido de la institucionalidad democrática, sostenida con los más diversos apaños desde la década del 30, fue total. Los hechos del 29 de junio y la huelga minera habían sido las últimas estocadas en el desfalleciente cuerpo del Chile democrático. Visto desde la perspectiva histórica, el 11 de septiembre fue el golpe final a la vieja república.

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12 comentarios en “Hace 50 años: el ensayo del golpe de un 29 de junio y la huelga que arrasó la economía”

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