Por A.C. Mercado-Harvey
Muchos lectores habrán visto algún meme sobre Murakami como eterno favorito para ganar el Premio Nobel. Esto no ha sucedido y lo más probable es que nunca ocurra. Ni Borges ni Cortázar ganaron tal premio que hoy más que nunca ha caído en su punto más bajo tras los escándalos de uno de sus jueces y la entrega a Bob Dylan, un acto que muchos vemos como una ofensa a quienes dedicamos horas de nuestras vidas en el proceso creativo. Nadie discute que Dylan es un tremendo cantaautor, pero sus letras no son literatura ni nunca aspiraron a serlo.
¿Por qué tanto meme con Murakami? Porque es un autor que, como pocos, es accesible a cualquier lector, pero que se puede leer en múltiples niveles. Sus libros son como una cebolla, lo cual permite que un lector no muy avezado se quede en el nivel de la historia y los demás puedan pelar cada una de sus capas o niveles y llegar hasta el corazón, que siempre nos deja con alguna reflexión profunda sobre el mundo en el que vivimos.
Murakami es un autor japonés, pero podría haber sido checo, alemán, chileno, argentino, gringo, etc. Es un escritor verdaderamente global, que habla en el lenguaje de la literatura universal. Sus referencias rara vez son de literatura japonesa, pese a que sus padres eran profesores de esa disciplina. Murakami, es nieto de Kafka y Borges, hijo de Cortázar y hermano de Bolaño. Por eso mismo es tan atractivo para los lectores de habla hispana, porque sentimos que hay algo familiar en lo que escribe. Esa familiaridad viene de la mano de Borges y Cortázar. Las referencias eruditas, el juego de la literatura al modo borgeano está en cada página de sus novelas, pero también lo están los personajes de carne y hueso atormentados y neuróticos a lo Cortázar, así como lo fantástico y el amor por el jazz. ¿En qué se hermana con Bolaño? En la globalidad, el posmodernismo, la crítica económico-social, lo policial, y el humor negro.
La literatura es como una fuente de agua, el agua son los libros. Si leemos un tipo de literatura, bebemos de la misma fuente, lo que produciremos tendrá contactos, referencias, intertextos y hasta temáticas en común. En la era de la posmodernidad (corriente que viene desde fines de los 70), el pastiche (mezcla) se ha convertido en una marca para los autores contemporáneos. Es así como una novela puede contener elementos policiales sin ser un policial cien por ciento, como puede ser fantástica, sin que toda su trama tenga esos elementos. Así es la literatura de Murakami: un pastiche de varios géneros y por eso tiene tantos lectores diversos, alrededor del mundo. Si usted es lector de policial, va a disfrutar de sus novelas. Si le gusta la literatura fantástica, le van a deslumbrar los libros de Murakami. Si le gusta la crítica social y el humor negro, se entretendrá con sus novelas.
Sin el Nobel, pero con el reconocimiento de la crítica y millones de lectores alrededor del mundo, Murakami llegó a los 73 años de edad y está muy activo, sin dar signos de querer retirarse de la profesión que ha ejercido por los últimos 43 años, si contamos desde la publicación de Norwegian Wood o Tokyo Blues como fue traducida al castellano. Muchos autores que llevan muchos años escribiendo tienen altos y bajos, como fue el caso de García Márquez o Vargas Llosa. Murakami es parejo, su primera novela no tiene mucho que envidiarle a su última. Tampoco sus cuentos, que son joyitas. De hecho, su último libro de cuentos está disponible para su compra en la librería más cercana. Primera persona del singular (Tusquets, 2021) es una colección de cuentos que se pasea por varias de las temáticas que el autor explora de modo repetido: el jazz, recuerdos de juventud, animales que hablan, etc. Este libro es particularmente borgeano-cortazariano porque crea discos de bossa nova inexistentes, claro intertexto con la Historia universal de la infamia (1935) de Borges y con El perseguidor (1959) de Cortázar.
Su pluma como cuentista es tan magnífica como la de novelista. El mundo del cine ha intentado seis veces llevar obras suyas al cine, con una adaptación de su primera novela (2010) y varios cuentos. En 2018, se hizo una película basada en uno de sus cuentos de 1983, titulado “Burning”, mismo nombre del film, laureado en varios festivales internacionales y reconocido por la crítica. El año pasado se estrenó Drive my car, basado en otro cuento de 2014 de su libro Hombres sin mujeres. Esta ha sido la adaptación más exitosa de una de sus obras, ganadora en Cannes al mejor guión y ahora como postulante a la mejor película extranjera a los premios Óscar.
Si aún no ha leído a Murakami, vaya a La caza del libro en Rancagua o a cualquier Qué Leo en su ciudad y compre un libro de este autor japonés. Si no puede, vaya a una biblioteca y escoja cualquiera de sus novelas o colección de cuentos. Si gusta de Kafka, de Borges, Cortázar, Bolaño, amará a Murakami. Si no conoce a ninguno de ellos, pero le gusta leer, va a encontrar algo que disfrutar en un libro de este grande de la literatura.
A mí me gustó particularmente IQ84 (2009) porque, pese a tener casi mil páginas, produce un efecto adictivo, mantiene al lector queriendo saber qué va a pasar con los personajes a cada página. Como muchas obras del autor, parte de un hecho real que fue un atentado al metro de Tokyo y de ahí entra en un mundo lleno de elementos fantásticos y una historia de amor que atraviesa la novela completa. Si bien este libro fue un éxito en Japón, la crítica internacional no fue muy generosa con él. Puede que sea el hecho de ser su novela más japonesa el elemento que me atrae o la trama policial que siempre mantiene atento al lector. También recomiendo Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (1994-95) en que explora la Segunda Guerra Mundial en una historia intercalada de un soldado y la de una jovencita que es una anti-Lolita, en una clara referencia a Nabokov. La Segunda Guerra es una temática que también aparece de modo repetido, presente en Kafka en la orilla (2002), considerada por muchos como su obra maestra.
Un último elemento a destacar en la obra de Murakami es su ácida crítica social al capitalismo. Desde la especulación inmobiliaria hasta la venta de vehículos de alta gama, Murakami es un observador de su sociedad, que sufrió una transformación enorme tras la guerra, pasando de ser un país pobre a uno de los más ricos del planeta. Sin embargo, ese cambio no vino sin costos, asunto que trata en sus novelas donde siempre aparecen los personajes que han sido dejados atrás por la sociedad consumista y competitiva. Como vimos en Parásito (2019), al parecer las mejores críticas al capitalismo vienen de las sociedades asiáticas que bebieron del veneno neoliberal y ahora vomitan estas obras maestras.
A sus 73 años, Murakami es un autor no solo vigente, sino que necesario para cualquier lector. En el caso de un lector chileno, tenemos muchos puntos de contacto con su literatura: desde los terremotos hasta el desastre neoliberal y sus consecuencias. El verano es siempre un buen momento para distraernos y leer. Le recomiendo todos los libros de Murakami, ninguno lo va a decepcionar. Si es lector de policial, con mayor razón disfrutará de A Wild Sheep Chase (Una persecución de ovejas salvajes, 1982), Crónica del pájaro que da cuerda al mundo y Baila, baila, baila (1988). No son el policial clásico, sino el posmoderno o metafísico en el que se subvierten los elementos de este género. De cualquier modo, queda invitado para que este verano tome un libro de Murakami y se sumerja en su loco mundo de ficción. No se va a arrepentir.