Por Edison Ortiz
La caída de Javier Macaya, líder de la UDI, no solo provocó la crisis de la derecha a nivel nacional, sino que también tuvo sus repercusiones a escala menor en O’Higgins, región a la que el ex presidente de la UDI representa como senador.
En parte de su núcleo de confianza en la región, todavía la defensa cerrada de su padre genera preguntas sin respuestas. Algunos de sus cercanos sostienen firmemente que, con la defensa a ultranza de su padre, el exlíder gremialista efectivamente se “inmoló”, también en la lógica de que lo dejaran respirar luego de semanas entregando explicaciones que profundizaban la crisis al interior del sector. Para otros, ese argumento no tiene mucho asidero y lo sucedido, más bien, es que “no midió las consecuencias” de su postura, no solo sobre su carrera política, sino que ante todo sobre su sector político que, luego de un silencio cómplice, una vez que renunció salió a darle con todo, incluido el descuelgue de la candidata Evelyn Matthei.
La explicación, para algunos, no está en la política sino en la relación histórica con su padre quien no solo le financió su primera campaña, sino que, además, fue financista de las de Andrés Chadwick. Así y todo, se cree que siendo el primer afectado no es su fin como actor político, puesto que le quedan cuatro años como legislador en la cámara conservadora y tal como dice el dicho popular “en política se han visto muertos cargando adobes” (y no pocos).
En especial luego de que desde la propia UDI y los medios de comunicación se valoró mucho su papel en la negociación política del gremialismo de cara a las municipales y a las de gobernador donde logró instalar a su secretaria general María José Hofmann como aspirante a primera autoridad regional por Valparaíso.
Sin embargo, en la región el panorama de la UDI se invierte. En efecto, apenas se supo de su caída volvieron a tomar el control del gremialismo local las viejas figuras de la tienda conservadora, representadas muy bien por el trío Soto-García Huidobro-Barros que, contra la opinión de Renovación Nacional (RN), impuso a Raimundo Agliatti, no sin la complicidad, dicen algunas fuentes del gremialismo, de Juan Pablo Letelier y Juan Luis Castro, a cambio de que la tienda política de calle Suecia, no le pusiera contendor de verdad en la disputa por la gobernación a Pablo Silva, de gestión mediocre e intrascendente. Por cierto, instalaron allí a la ex alcaldesa de Chépica y exintendenta Rebeca Cofré la que, según estas mismas fuentes, estaría más preocupada de ser delegada presidencial en un eventual gobierno de Evelyn Matthei que de competir de verdad en octubre.
Post Macaya: la derecha regional en punto muerto.
Derecha regional: ¿Quo Vadis?
Cuando se les pregunta en off a miembros del sector sobre su estado actual, son muy elocuentes: “pa la corneta”, señalan. Citan el clásico film de terror “El regreso de los muertos vivientes”, ejemplificando con ello la reinstalación política de Alejandro García-Huidobro, Eduardo Soto y el ex diputado Memo Barros, que se expresó bastante bien en la instalación de Raimundo Agliatti como aspirante a la alcaldía de la capital regional, y de Rebeca Cofré como su carta a las elecciones de gobernador. Los históricos buscan así recuperar el poder perdido durante la égida de Javier Macaya, de quien fueron abiertamente sus detractores internos.
Según estas voces, el retorno de la vieja derecha de la transición pone en riesgo la estabilidad del sector ya que puede ser el ariete que consolide en O’Higgins la preminencia de republicanos que ya se expresó en la elección de candidatos al consejo constitucional, en la que el ultraconservador Sebastián Figueroa, contra todo el apoyo de la derecha tradicional, se impuso fácilmente ante la figura del entonces presidente de la poderosa Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), Juan Sutil. Aunque este último había recibido el apoyo de todo el oficialismo del sector, en el contexto primaba un voto de derecha cansado del pragmatismo político del dúo UDI-RN y sus permanentes acuerdos con la ex Concertación, que en la región graficaron muy bien la dupla Andrés Chadwick-Juan Pablo Letelier.
La fractura anterior se expresa bastante bien en la fragmentación del sector en torno, primero, a la elección de gobernador, comicios en que los republicanos llevaron como aspirante a Fernando Ugarte proveniente, al igual que Figueroa y Kast, del núcleo de extrema derecha de Paine. Se trata de una figura que, según nuestras fuentes, podría dar una significativa sorpresa en la próxima elección, consolidando al partido ultraconservador en O’Higgins.
También, el quiebre se expresa en que en casi todas las comunas significativas de la región la derecha va fracturada en sus aspirantes a alcalde, excepto en Rancagua.
En Rengo, por ejemplo, al candidato oficial de la derecha, Enrique del Barrio, RN, le competirá Denisse León, del partido de José Kast. En San Vicente de Tagua-Tagua acontece una situación similar: al candidato oficial de Chile Vamos, Guido Carreño, le salió al paso la figura del ex consejero regional, Edinson Toro.
Esa fractura se manifiesta también en San Fernando, donde al actual edil, Pablo Silva, le apareció la competencia de Carlos Jorquera apoyado por republicanos, una parte de la UDI y RN. Del mismo modo en Santa Cruz, al candidato oficial de la derecha, Yamil Ethit, le salió al paso la figura de Bryan Moreno, actual concejal, y cercano al alcalde William Arévalo, fragmentación que podría consolidar la opción del socialista Carlos Cisternas cuya aspiración, con una derecha unificada, sería prácticamente imposible. Lo mismo sucede en Pichilemu comuna donde la nominación del candidato oficial de Chile Vamos, Tobías Acuña -figura vinculada al caído senador Macaya- dejó herido a Pablo Martínez, figura tradicional de la derecha quien, en privado, ha sostenido que no respaldará al aspirante oficial y cuya votación podría ir al actual edil o al aspirante independiente Jorge Urzúa. Allí, sin embargo, el panorama también es complejo para el oficialismo ya que la reelección del actual alcalde socialista, Cristián Pozo, enfrenta el desafío del ex edil, Roberto Córdova, responsable directo de la elección del alcalde vigente. En la región de O’Higgins, así como sucede en el resto de los territorios, la elección municipal no solo podría reconfigurar el mapa de la derecha, consolidándose el partido de extrema derecha de José Kast, sino que, también, podría culminar en la fragmentación del sector de cara a las elecciones parlamentarias y presidenciales del próximo año. Hasta ahora, la derecha lleva ventaja ante un oficialismo de desempeño mediocre e intrascendente que no ha podido, hasta hoy, aprobar ninguna reforma significativa de las que se prometieron en campaña. En octubre podremos ver las cartas.