Por Fabián Muñoz Figueroa
Tecnólogo Médico
Docente en Universidad Viña del Mar
Soundtrack: Los tres – Jarabe para la Tos
Es 24 de marzo de 1882, en plena guerra del Pacífico el soldado Marcos Ibarra Díaz, perteneciente al Segundo de Línea del regimiento Tacna, escribe en su diario lo siguiente:
“De Lima a Chosica hay 40 kilómetros de distancia, dieron órdenes para salir en marcha. Mi coronel Canto, mandó dos batallones por otros caminos para el interior, y el 2º de Línea salimos en marcha el 23 de marzo de 1882 por tierra a las 10:45 P. M. y anduvimos toda la noche y llegamos a Chosica a las 5 A. M. y luego se supo por una mujer serrana que Cáceres se había ido para Chicla en el tren y tal vez haya pasado la cordillera, y Cáceres hizo fusilar más de 30 peruanos porque no lo quisieron acompañar a la Sierra.”
En el crudo contexto de la guerra del Pacífico las trincheras eran además acompañadas por una enfermedad que hasta ese momento era vista como una sombra negra, poco menos terrible que la lepra. A los contagiados se los trasladaba a sanatorios donde los enfermos sabían que no había regreso, iban a morir lejos para evitar la transmisión de la enfermedad a los demás.
Pero ese mismo viernes 24 de marzo de 1882, a miles de kilómetros de distancia, un científico alemán revelaba al mundo su descubrimiento: el doctor Robert Koch había encontrado el causante de la enfermedad que por siglos había ido quitando el aire y el aliento a millones de personas. El entonces llamado “bacilo de Koch” era el causante de una enfermedad que sería conocida como tuberculosis.
La tuberculosis (a veces abreviada como TBC), es una enfermedad infecciosa que ha atormentado a la humanidad durante siglos. Hoy persiste como una amenaza global a pesar de los avances médicos y tratamientos efectivos. Esta enfermedad, causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis, se propaga a través del aire cuando una persona infectada tose o estornuda, lo que la convierte en una afección altamente contagiosa. A menudo, los infectados no presentan síntomas de inmediato y pueden albergar la infección latente. Sin embargo, la tuberculosis activa puede ser potencialmente mortal si no se diagnostica y trata a tiempo.
A lo largo de la historia, la tuberculosis ha cobrado la vida de varios personajes famosos, incluyendo la famosa escritora Emily Brontë, autora de «Cumbres Borrascosas»; Frédéric Chopin, el célebre compositor y pianista polaco que murió a los 39 años; Anton Chejov, renombrado escritor y dramaturgo ruso que murió a los 44 años y también George Orwell, el autor de «1984» y «Rebelión en la granja» que murió a los 46 años. Todos ellos fueron víctimas de la tuberculosis.
Las radiografías de tórax desempeñan un papel esencial en la detección temprana de la tuberculosis. Esta técnica de imagen médica permite a los profesionales de la salud examinar los pulmones y otras estructuras torácicas en busca de signos de la enfermedad. Los síntomas principales de la tuberculosis incluyen tos persistente, fiebre y pérdida de peso, a menudo acompañados de lesiones pulmonares en las radiografías, conocidas como infiltrados o cavidades.
La detección temprana de la tuberculosis es crucial para controlar su propagación y prevenir complicaciones graves. Cuando se diagnostica a tiempo, se puede tratar con una combinación de antibióticos específicos durante un período prolongado. Sin embargo, si no se detecta a tiempo, las bacterias pueden causar daño pulmonar irreversible o diseminarse a otras partes del cuerpo, lo que se conoce como tuberculosis extrapulmonar.
Históricamente, la tuberculosis ha sido una plaga, y aún lo es en muchas partes del mundo. A lo largo de los años, se han producido películas y libros que han retratado esta enfermedad, como «La La Land» y «Moulin Rouge», en las que personajes luchan contra la tuberculosis. Estas obras han contribuido a la conciencia pública sobre la enfermedad y sus devastadores efectos.
A nivel mundial, las estadísticas revelan que la tuberculosis sigue siendo un problema significativo. Según la Organización Mundial de la Salud, en 2020 se notificaron aproximadamente 10 millones de casos de tuberculosis en todo el mundo. A pesar de los avances en el tratamiento y la detección, la enfermedad continúa cobrando vidas y afectando a comunidades en todo el mundo.
Ello, aunque el proceso de detección, que se realiza mediante una radiografía de tórax es simple y no invasivo. El paciente se coloca frente a una máquina de rayos X, y se toma una imagen de los pulmones y el área torácica. Las imágenes son evaluadas por radiólogos médicos para buscar signos de tuberculosis u otras afecciones pulmonares.
La radiografía de tórax es especialmente valiosa en entornos donde la tuberculosis es endémica y en situaciones de brotes epidémicos, así como en contextos intrahospitalarios. Además de su utilidad en el diagnóstico, también se utiliza en el seguimiento del tratamiento de la enfermedad, ya que las lesiones pulmonares tienden a disminuir de tamaño a medida que el tratamiento es efectivo.
Y aunque es una herramienta invaluable en la detección temprana de la tuberculosis, tiene sus limitaciones y desafíos, ya que puede mostrar anomalías en los pulmones, pero no puede confirmar definitivamente la presencia de la bacteria Mycobacterium tuberculosis; para ello, se requieren pruebas de laboratorio adicionales.
En resumen, a lo largo de la historia, la tuberculosis ha sido una amenaza global y ha cobrado vidas de personas famosas como Emily Brontë. A pesar de los avances médicos, la enfermedad sigue siendo una preocupación mundial, con millones de casos notificados en todo el mundo en 2020. No por nada ha dejado su huella en la literatura y el cine, recordándonos la importancia de la detección temprana y el tratamiento oportuno. Afortunadamente, los tiempos cambian y la ciencia evoluciona. Actualmente el tratamiento de la enfermedad es bastante sencillo, frecuente y su costo no genera mayores repercusiones en el presupuesto sanitario del país.
De esta forma, esperemos que otros males como los que le tocó vivir al soldado Ibarra del Segundo de Línea del Tacna y sus compañeros, relato que nos acompañó al inicio de esta columna, también sean pronto una anécdota del pasado. Lo mismo que los tristemente recordados sanatorios para el tratamiento de tuberculosos que han dado para centenares de páginas de literatura de distintos puntos del globo.
5 comentarios en “La enfermedad de los artistas sigue viva”
Muy bueno el tema y la explicación 👌🏾
Muy buen tema, gracias!!!
Que importante es conocer la evolución de una enfermedad y los avances en la medicina. Lo que antes era una sentencia de muerte ahora recobra esperanza.
En los hospitales rurales del sur, décadas atrás, no contaban con radiografías y solo podían mandar a analizar las muestras. Los resultados eran positivo o negativo, pero no sabían en qué estadío estaba la enfermedad.
Por eso y más… gracias radiografías y gracias a todas las técnicas de imagen.
Buen artículo, en lo personal no he visto el molino rojo, por lo que no estaba en conocimiento de que había un personaje que luchaba contra dicha enfermedad. Saludos
Interesante y muy didactico articulo, a modo de complementar, decir que la tbc también puede tener otras ubicaciones no solo pulmonar, la segunda localización más común son las articulaciones, como en codo por ejemplo, las cuales también son observables con exámenes mediante imágenes médicas.