La guerra civil desatada en el oficialismo

Entre la filtración de los encuentros de ministros con empresarios en la casa de Pablo Zalaquett y la querella que interpuso Giorgio Jackson contra el senador socialista Fidel Espinoza, resuena un conflicto soterrado que enfrenta a las dos almas del oficialismo y que promete nuevos episodios, mientras la derecha toma palco.

Por Edison Ortiz

Primero fue la filtración a través de Ciper de la reunión que involucró a los ministros Grau y Rojas. Luego salieron a la palestra los secretarios de Estado Jeanette Jara, Esteban Valenzuela, Carolina Tohá y el canciller Van Klaveren. En los círculos oficialistas se comentaba durante la semana pasada que las identidades de los tres últimos habrían sido filtradas a la prensa desde el propio Ministerio del Medio Ambiente en una señal de “no me iré sola”, dando cuenta con ello de algo que es una característica de la generación de recambio: la defensa del interés individual y personal por sobre el interés general o común de la coalición.

Los ministros (as) que asistieron a la reunión en casa de Pablo Zalaquett.

El escándalo continuó durante esta semana y, tal como lo señaló el senador Iván Flores, “mientras más explicaciones se dan para explicar lo inexplicable es peor. No hay que ser ingenuos. El señor Zalaquett invitaba a su casa a «cocinar». Es mejor reconocer el error, respetar la ley del lobby y ya”.

Más allá de la flagrante violación a la ley de Lobby, está la incoherencia entre lo que se dijo antes – la supuesta superioridad moral de Boric, Jackson y los suyos – y lo que se hace hoy, uno que parece ser otro rasgo de la generación. En la expresión no muy académica del periodista Mirko Macari, pero representativa de lo que está sucediéndole a la hornada gobernante, lleva ya tiempo “comiendo caca” y teniéndose que tragar sus propios dichos.

La pugna que tiene en vilo al oficialismo: Jackson versus Espinoza.

No dejaba de seguir sacando ronchas en el oficialismo “la cocina de Zalaquett” cuando el pasado lunes Giorgio Jackson, nuevamente solo en defensa de sí mismo, interpuso, entre otros, una querella judicial por difamación contra el senador socialista Fidel Espinoza – según el ex director de El Mostrador “el principal opositor al actual gobierno” – por haberlo tratado como “el líder de una banda de criminales”. Tal asunto tiene hoy en vilo a la feble coalición gubernamental, ha tensionado más de la cuenta la débil cohesión política en La Moneda y de, paso, ha evidenciado otro rasgo que se suma al perfil generacional: ventilar todos las diferencias y tensiones por la vía pública, denotando una falta absoluta de diálogo, tan necesario al momento de gobernar al interior de una coalición variopinta. Tensionó aún más la situación el respaldo que originalmente la bancada de senadores socialistas y, en particular, su presidenta Paulina Vodanovic, le ofrecieran al díscolo senador del PS, también foco de ataques por lo mismo en su propia circunscripción. La crítica militante al actuar de la senadora PS fue tan relevante que ésta, a través de un zoom que organizó improvisadamente, tuvo que desdecirse del apoyo entregado y reconocer que “tal vez fue un error”.

El corolario de una semana negra para el oficialismo fue la comentada reunión del presidente Boric con la mesa directiva del PS el pasado miércoles que se definió como “secreta” pero cuyas esquirlas ya comienzan a sentirse. Se comenta que Boric habría tenido una actitud de distancia hacia la mesa de la colectividad de calle Paris: pese a los reclamos del PS, les habría dicho que no hay cambio de gabinete y que también se mantendría Miguel Crispi en el segundo piso, permanencia que el PS ha venido cuestionando desde que estalló el caso fundaciones.

La tensa reunión de Boric con el PS.

Epílogo: dos almas al borde del abismo

Se cierra una semana negra para las dos coaliciones que gobiernan La Moneda –FA y el Socialismo Democrático – en la que se han expresado todos los ribetes que hoy tienen a la política por el suelo: individualismo y falta de una visión colectiva de la política, inmediatismo y ausencia de un proyecto político de largo plazo. Y los parlamentarios en el centro del espectáculo.

En ese complejo y ruidoso escenario llama la atención que un hombre con las características propias de Camilo Escalona sea quien, el pasado miércoles 10 de enero, haya hecho un llamado a recuperar la cordura: “la derecha toma palco ante las luchas fratricidas que afectan hoy a la coalición de gobierno. Hay que retomar una vía de unidad y entendimiento. Estas peleas intestinas no conducen a ninguna parte”. Más claro, echarle agua.

¿Quo vadis, oficialismo?

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5 comentarios en “La guerra civil desatada en el oficialismo”

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