La ludopatía hipoteca la vida de adolescentes argentinos

Por equipo de El Regionalista

Las apuestas on line no son una novedad en Chile. Tampoco las casas de juegos de azar que en ciudades como Rancagua atrapan a centenares en el centro de la ciudad. Ni hablar de casinos que suelen estar abarrotados de jugador@s.

Pero no parece que la adicción al juego, o ludopatía, esté campeando entre adolescentes. Y la voz de alerta llega desde Argentina.

Dos hechos desencadenaron una fiebre del juego desde el celular: la liberalización de las apuestas con la decisión del gobierno de Mauricio Macri en 2018 de eliminar el sistema de pronósticos deportivos, PRODE, y la Lotería Nacional que regulaba y fiscalizaba los juegos de azar en todo el país, dejando esa responsabilidad a cada provincia. No hubo que esperar mucho para conocer los efectos de la decisión: a fines de ese año, la provincia de Buenos Aires habilitó el juego on line y hasta fines del año pasado, 17 de las 23 provincias argentinas contaban con una legislación que permite las apuestas on line y dentro de ellas, las deportivas.

El segundo hecho que fue crucial para la masificación del juego on line fue la pandemia. El encierro obligado hermanó a miles de jóvenes y niños con su celular en una espiral perversa: mientras los mayores lidiaban con sus avatares entre cuatro paredes, los menores se refugiaban en sus teléfonos y en los juegos que el celular les ofrecía.

Hoy, la ludopatía ocasionada por adicción a juegos afecta a chicos desde los 11 o 12 años, alcanzando su punto alto entre los de 14 y 15. Para los de 17, hay otras opciones: las criptomonedas. Sucede que el tercer hecho que ha precipitado en esta pendiente adictiva a los adolescentes transandinos es la permanente crisis económica y la ilusión por darle el palo al gato en una lotería virtual en la que, es más que sabido, quienes ganan son solo las grandes casas de apuestas. En Argentina están las más conocidas a nivel mundial, partiendo por Betsson con casa matriz en Suecia. Pero las hay varias que tienen domicilio legal donde se aseguran ojalá de no pagar impuestos, por ejemplo, Curazao.

Y no es casualidad que las principales víctimas de la ludopatía sean varones jóvenes y niños. La clave es el fútbol, el medio es el celular y los ganchos los ofrecen influencers y creadores de contenidos, estos últimos contratados por las empresas de apuestas. Y por lo dicho es que son casas de apuestas las principales auspiciadoras de clubes deportivos e incluso de la AFA, la Asociación de Fútbol de Argentina.

Esa relación entre influencers y casas de apuesta llevó a Twitch, una plataforma de streaming de Estados Unidos, a prohibir las transmisiones de sus usuarios en momentos en que juegan en cuatro casinos on line, todos los cuales tienen sede legal en Curazao, el mencionado paraíso fiscal. En Argentina, en cambio, esa restricción no tiene efecto.

Videojuegos, la antesala

La adicción a las apuestas está en la categoría de los desórdenes de comportamiento, tal como la adicción a videojuegos. De hecho, esta última suele ser la antesala de las apuestas, por ejemplo, en adolescentes que han pasado por el consumo de lootboxes, cajas de botín. Según quienes han estudiado estos desórdenes, las lootboxes son el más eficaz enganche de la adicción. Son cajas que debe comprar quien está jugando con la ilusión de encontrar lo que necesita para ganar, pero sin saber qué se encontrará cuando la abra. Y la mayor parte de las veces, no encuentra lo que buscaba, por lo que tiene que seguir comprando … Es decir, la antesala perfecta de la adicción. Están presentes en juegos muy populares como la Saga de FIFA, Call of Duty o Fortnite. Por lo mismo, la empresa que desarrolla Fortnite fue llevada a juicio en Canadá y Estados Unidos. Lo mismo sucedió con los creadores de Call of Duty. Según las agrupaciones de padres denunciantes, Fortnite contrató a sicólogos para introducir elementos de enganche de los adolescentes en el juego.

Como señalábamos antes, en Argentina hay regulación, claro, pero ni se cumplen todas las reglas ni la ley ha asumido todavía que la fiebre de las apuestas está enfermando a una generación de niños argentinos. Las mismas casas restringidas por Twitch en Estados Unidos, por ejemplo, no cumplen en Argentina con la obligación legal de registrarse en el dominio web bet.ar, que permite identificar a las casas de apuestas. Y aunque las personas que apuestan deben tener más de 18 años, para los niños es tan fácil como ingresar a las plataformas con perfiles simulados.

Lo que acontece en Argentina es una alerta para este lado de la cordillera. La velocidad que recorre este tipo de adicción es pasmosa, puesto que en apenas dos años la persona está prendada de los videojuegos o las apuestas on line. Los que van a casinos o bingos pueden hacer un recorrido de hasta ocho años para transformarse en adictos. La razón es que el celular no delata y no hay sanción como sí sucede con el concurrente a salas físicas de juego.

Sicólogos y siquiatras en Argentina están en un terreno nuevo, el de las depresiones y ansiedad adolescentes no vinculadas al crecimiento sino al juego, que los captura, obliga a mentir y a perder el interés en todo. Tan grave como que la amenaza de suicidio se cierne sobre uno de cada cinco jugadores, según estudios del siglo pasado entre personas con esta enfermedad.

No hay cifras oficiales sobre esta epidemia particular en Argentina. Sí se sabe que, en el año de estreno, las casas de apuestas llegaban a 45. Y a fines de 2022, ya se empinaban sobre 120. Y en Córdoba, la última provincia en legalizarlas a comienzos de año, las cuatro plataformas autorizadas ganaron 6 millones de dólares en menos de dos meses de operación. Un negocio jugoso que hasta ahora cobra una factura muy cara.

La información con la que se elaboró esta nota fue obtenida del podcast El Hilo y del periódico Página 12.