La naciente era del niño

Por Marcel Albano

“Tres transformaciones del espíritu os menciono:

cómo el espíritu se convierte en camello, y el camello en león,  y el león, por fin, en niño”

Así habló Zaratustra, Nietzsche.

Tiempo de lectura: 05:00

Soundtrack: Strauss: Also sprach Zarathustra ∙ hr-Sinfonieorchester ∙ Andrés Orozco-Estrada

En octubre de 2021, comencé mi andadura como columnista en este diario. Citando a Nietzsche, exploré las esencias culturales que subyacen en la transformación de la sociedad chilena contemporánea. Hoy, con el paso del tiempo, es momento de analizar el emergente “espíritu del Niño”. Este espíritu superará al juvenil “espíritu del León”, que surgió con violencia durante el estallido social. Sin embargo, la ira inherente a este último no le ha permitido acabar con el “espíritu del Camello”, ni establecerá un nuevo orden.

Nietzsche es a menudo interpretado como un visionario que enfatiza la importancia de la voluntad y los impulsos humanos básicos sobre la razón. Si Descartes afirma “pienso, luego existo”, Nietzsche contrapone “existo, luego pienso”. Es importante recordar que estos ‘espíritus’ están vinculados a las etapas de la vida humana: adulto (Camello), joven (León) y niño.

La noción de “espíritu” en Nietzsche está ligada al concepto de “cultura”. Sin embargo, difiere del uso común del término, que suele referirse a una “persona instruida, culta o leída”. Aquí, el ‘espíritu’ no tiene relación con fantasmas o espiritismo. En esencia, es el impulso dominante en una época histórica. La idea de “cultura como espíritu” busca explicar el movimiento dinámico general de todo el conjunto de valores, creencias y comportamientos sociales, tanto conscientes como inconscientes. Todo lo que está escrito en nuestras biografías, en función de los momentos históricos que nos ha tocado vivir, influye en nuestra personalidad y sentido de identidad. Aunque no elegimos dónde o cuándo nacer, nuestra posición en la sociedad determina en gran medida un conjunto de variables y factores externos que, en última instancia, definen nuestra posición en la estructura social.

Entonces, ¿qué significa este espíritu como cultura y cómo me afecta?

La cultura chilena se nutre de diferentes esencias, por lo tanto, un espíritu de la cultura es a la vez un conjunto de esencias que habitan en cada ser humano con distintas dimensiones e intensidades. Por ejemplo, la esencia del “Chile profundo” ancla sus raíces en la crianza y la obra gruesa del siglo XX. Esta esencia se manifiesta en la práctica a través de la influencia de diferentes interpretaciones de metanarrativas como el cristianismo, la experiencia social de la vida política, la identidad urbana o rural, el entorno de crianza y la estratificación social. Todas estas dimensiones definen algo en oposición a otras, incluso cuando pertenecen a un mismo conjunto común.

Sin embargo, con un conjunto de transformaciones sociales, destacando la transformación digital, ha habido un cambio en cómo se normalizan estas interacciones sociales: de las relaciones cara a cara, papel a papel, a pantallas individualizadas al alcance de cada ser humano. Este fenómeno impacta en las dificultades de adaptación de las generaciones más adultas, pero ha sido fácilmente normalizado en los más jóvenes e infantes a través de estos mismos adultos. La tecnología y los teléfonos móviles llegaron como regalos navideños y la presión social de los entornos cercanos.

Como una metáfora de la película “The Truman Show”, en la era analógica del siglo XX, el televisor dominó y educó a generaciones en la sociabilidad del living-comedor. Se veía, literalmente, una programación neuronal de la cultura. En cambio, en la era digital del siglo XXI, el teléfono móvil rompió la esencia de esa comunidad de programas televisivos, desviando la atención hacia la interacción con una pantalla que proporciona 24 horas de contenido cultural (entendiendo cultural en el sentido antes señalado) coincidente con nuestros propios intereses. Se encontraron nuevas comunidades afines a nuestros gustos y deseos más íntimos. Nace y se instala un poderoso programa de individualismo, falta de confianza, empatía, reafirmación de ideas y creencias, vaciando de sentido la esencia de las comunidades cara a cara y alimentando fuerzas como la vanidad y el narcisismo. Algunos lectores de Apocalipsis y teorías conspirativas suelen referirse a la influencia del teléfono móvil como la marca de la bestia: “16. Y hacía que a todos, a pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente, 17 y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviera la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre”.

Del Camello al León

En resumen, el espíritu del camello simboliza un momento en el que el ser humano asume el peso de las normas impuestas por la tradición, es decir, las responsabilidades y cargas impuestas por la sociedad y la moral establecida. El camello, un animal herbívoro y adaptado para soportar cargas, no tiene capacidad de rebeldía: representa el peso de las instituciones formales de la sociedad que se han cristalizado bajo la lógica de un orden. En esencia, el camello es un animal que carece de libertad, esclavo del dominio de las viejas tradiciones. Gráficamente, representa los valores de la familia tradicional, que el espíritu del león ha retratado como el modelo de la sociedad patriarcal de la Vieja República chilena. Esta es la sociedad que fue impugnada a partir de 2019, no sólo en Chile. Recordemos que durante ese año, se reportaron estallidos sociales en más de 65 países a nivel mundial. La ola de impugnación al apriete de las cargas y aparejos sobre el espíritu camello, tuvo su fin.

Por otro lado, el espíritu del león representa la violencia, el malestar social y la impugnación del orden social. Es un espíritu cultural que busca reformar las bases del contrato social entre las instituciones y su relación con la sociedad civil. Las diferentes expresiones de feminismo, ecologismo, autopercepciones de sexo y género, junto con las demandas ciudadanas insatisfechas, rompieron las cadenas de este espíritu juvenil, asolando el orden de las sociedades occidentales para marcar un punto de inflexión irreversible. El reflejo de la juventud rebelde frente al orden patriarcal de la Vieja República, demostró que es un animal que no puede construir nuevas formas de sociedad, ya que su pulsión interna, como en toda juventud, es la impugnación como una libertad recurrente que señala, al fin y al cabo, un eterno retorno de liberación. Es aquí donde la cultura del león, o aleonamiento, queda atrapada bajo su propia figura: no puede dejar de ser cazador, no puede crear institucionalidad, no puede reorganizar el orden ni proporcionar orientación porque su pulsión interna es devorar lo antiguo, la tradición. Esto hace que su peso y densidad en la cultura sean solo pasajeros, un momento de reflexión y explosión y nada más. En su esencia, la violencia del espíritu del León, para que la sociedad se supere a sí misma, debe morir.

Hacia el espíritu del niño como una nueva era

Nietzsche, no da muchas pistas sobre qué significa para el movimiento cultural de la historia social este “espíritu del niño”. Sus lectores más avezados, indican que el autor sólo mencionó que este estado simboliza la creatividad, la inocencia y la capacidad de crear nuevos valores y significados. El niño es libre, espontáneo y capaz de experimentar el mundo de manera auténtica, sin las restricciones impuestas por las convenciones sociales anteriores. La lógica de que no haya simbolizado este espíritu con la figura de un animal, da pistas de incertidumbre en el modelo que se crea.

Pero no nos engañemos. La figura de la infancia contemporánea, difiere de lo conocido de la crianza del siglo XX, y cuanto más de la época en que fue escrita la obra “Así habló Zaratustra” (1885).  La necesidad de un orden social estable, tiene reparos que considerar. Hoy en día es más habitual observar que en los hogares, donde los niños no han sido reemplazados por perros o gatos, estos se caracterizan por su temperamento. Perdida la autoridad del padre, la madre se enfrenta a pequeños exigentes, dominantes que controlan los ritmos y estados de ánimo en los espacios familiares. Quien pone el aparato celular en la mano del infante para mantenerlos “entretenidos y controlados”, ha creado una pulsión en la cual los nuevos niños se rebelan autoritarios, desobedientes y difíciles de conducir. Era que no si disponen de aprendizajes digitales que sobrecargan la estimulación: si es conocido el impacto de los aparatos móviles en la sociabilidad del mundo adulto, cuanto más esta condición educa la instantaneidad, la inmediatez del placer y el descontrol del ánimo. Masas de infantes se forman bajo el imperio del mismo efecto en sus cerebros que aquel que padece un cocainómano; videos cortos, atención breve, entretenimiento digital que mantiene en estado de permanente alerta y ansiedad en la salud mental de los nuevos niños.

Finalmente, dirigiendo la mirada hacia la nueva infancia encontramos patrones que eventualmente pueden indicarnos cómo viene la mano de la cultura como un espíritu que lentamente comienza a posicionarse en el conjunto de las relaciones sociales. Un espíritu de niño que tiene el potencial de cristalizarse en seres humanos impacientes, rebeldes, indomesticables. Tal vez, y solo tal vez, el nuevo espíritu cultural que se divisa en el horizonte, el niño que viene a crear nuevos valores, podría resultar en una generación que eternice la violencia del espíritu del León que tampoco termina por desaparecer aun cuando enseña la desintegración de este nuevo orden: fragmentado, incierto y apático. En la fuerza de la esperanza, esperemos que logren internalizar una reflexión más profunda de su estar aquí en la nueva historia de la sociedad.

Link y discusiones de interés:

En esta crítica a la encuestocracia, realicé un contexto explicativo de la cita que da inicio a esta columna de opinión. La maduración del tiempo histórico dio sustancia a las ideas expresadas en esa oportunidad.

https://elregionalista.cl/aforismos-sobre-encuestas-cep-versus-la-cosa-nostra/

Sobre el concepto de generación, puede encontrar una tabla comparativa diseñada para efectos de una comprensión general más amplia al lector sobre qué es identidad generacional, y su influencia en el comportamiento social.

https://elregionalista.cl/identidades-generacionales-en-la-construccion-del-nuevo-orden/

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3 comentarios en “La naciente era del niño”

  1. Muy buena columna. La salida que veo para los actuales niños, es inculcarles o promoverles el regreso a los antiguos valores de los constructores silentes, austeridad y comunicacion epistolar, toda una epopeya. El eterno retorno, la conciliación de los opuestos

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