La nostalgia por Pepe Mujica

El hombre que estuvo preso casi veinte años en las peores condiciones que una persona puede soportar, junto a los sobrevivientes de la guerrilla de los Tupamaros, tuvo una capacidad de resiliencia admirable, recomendada para todos aquellos que no son capaces de perdonar.

Por Edison Ortiz

Qué no se ha dicho sobre el extinto presidente Mújica. En mi caso, en particular, me llamó la atención durante la semana las reacciones en persona y en redes al fallecimiento del ex líder de los tupamaros uruguayos. Sobre todo, se destacaba su accionar como ser humano. Mujica, a diferencia de los jovencitos del Frente Amplio (FA) nuestro, nunca se erigía como auto ejemplo, ni se colocaba en situación de “superioridad moral”, frente a los demás. Con su actuar evidenciaba quien era, no era necesario dar cátedra, ni dar lecciones de moral.

Ninguno de los comentarios que pude leer en redes tenía relación con su gestión como gobernante, sino que se extrañará la presencia de un hombre que, en un país muy singular para el contexto latinoamericano, el Uruguay, ocupó la primera magistratura, dando muestras permanentes de una sencillez (no simpleza), que se extraña en estos tiempos. Porque estas son horas en que la política se ha transformado solo en una escalera para el ascenso social de gente mediocre que, sin ella, no llegaría a ninguna parte.

Coloquios: el libro que alguna vez cambió mi percepción sobre Pepe Mújica.

El hombre que estuvo preso casi veinte años en las peores condiciones que una persona puede soportar, junto a los sobrevivientes de aquella guerrilla, tuvo una capacidad de resiliencia admirable, recomendada para todos aquellos que no son capaces de perdonar. En la cárcel inventaron las famosas “mateadas” que fue la metodología que generaron los ex tupamaros, para reinventarse y reconectarse con la sociedad: iban a barrios populares para aprender del sentido común de la gente. Así fue como surgió el Frente Amplio uruguayo que luego se transformó en un referente para la centro izquierda de América del Sur y cuyo ejemplo fue mal copiado en Chile.

Poco se habla del hombre que jamás renunció a sus convicciones, pero con sentido de realismo político. Que como buen heredero de la cultura ácrata, avanzó en libertades como la ley de aborto, o el consumo legal de marihuana o su rol en el proyecto que proponía fin a la ley de amnistía y que fue rechazado por la sociedad de la república oriental.

Creo que una buena manera de reconocer su legado es visibilizar también su obra como gobernante, y su sentido de lo posible sin renunciar, jamás, a sus convicciones.

Honor y gloria al gran Pepe Mujica.

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