La semana de la confusión
A.C. Mercado-Harvey
Nadie tenía dudas de que el primer mes de Boric sería difícil, pero parece que la mata se le vino bien cargada. Según las últimas encuestas, la luna de miel se le acabó, ya que su aprobación quedó por debajo de la desaprobación. Ya no vale decir que las encuestas mienten, porque las últimas elecciones fueron muy bien predichas por todos los sondeos de nombre.
Esta semana partimos con las amenazas y ultimátum de la CAM. Hasta el diputado Gonzalo Winter declaró en Estado Nacional que esto rayaba en el terrorismo. Este medio hace tiempo que viene alertando que el problema en la Macrozona Sur no es solo de reivindicación territorial mapuche, sino que hay una serie de factores en juego. La negociación es solo una parte de la solución. Ahora, el gobierno recurre a la “mami” e involucra a la expresidenta Bachelet, quien ha involucrado a la ONU en las conversaciones. Veremos qué pasa, pero esto tiene para largo.
Colateral al problema fue la polémica del uso del término Wallmapu, por parte de la ministra del Interior. Tuvo que salir el propio presidente Fernández de Argentina a aclarar que no había ningún problema y que entendían el contexto del uso del término. Este es un problema artificial que la derecha se ha encargado de azuzar, pero que, en estricto rigor, tiene un asidero histórico. El Wallmapu va más allá de las fronteras nacionales, y eso no se puede desconocer.
Otro asunto colgado a esto es el de la encuesta Cadem, en la cual solo el 23% de los ciudadanos está a favor de declarar a Chile como un estado plurinacional, mientras que la mitad de los encuestados está a favor de que sea denominado como multicultural. Los chilenos no se equivocan en ese aspecto. Si bien, hay descendientes de pueblos indígenas, aparte de los mapuche, los demás son numéricamente pocos. Dada esa realidad, ¿debemos declararnos plurinacionales como Bolivia? La mayoría de los chilenos no concuerdan con esa idea, porque la realidad étnica de Chile es bastante distinta a la de Bolivia, Perú y Ecuador, y mucho más parecida a la de Argentina y Uruguay. Por algo, existe el concepto de Cono Sur, que abarca una serie de similitudes entre las tres naciones (y parte de Brasil) que lo componen.
La siguiente gran revelación de varias encuestas es la preocupante baja sostenida en el apoyo de la Convención, lo que viene desde hace un buen tiempo. En la última Cadem, un 46% de los mayores de 18 se inclinarían por el rechazo, que supera al 40% a favor. Aquí no valen declaraciones como las del convencional PC, Marcos Barraza, quien dice no creerle a los sondeos. Bastante más realismo ha mostrado Patricia Politzer, que ha señalado que no duda de las encuestas y que hay un trabajo por delante en la Convención y en la difusión. La derecha ha sacado y seguirá sacando la artillería pesada para derrumbar la nueva Constitución.
Como si todo esto fuera poco, Boric ha tenido ataques de fuego amigo: por un lado, Karina Oliva y sus denuncias de boletas falsas en Comunes; por otro, las declaraciones de Tellier del PC respecto a estar “en reflexión” frente a votación del 5to retiro. Las denuncias de Oliva se pueden leer claramente como payback o vuelta de mano por la rapidez con la cual Boric le quitó el apoyo en medio de denuncias de corrupción en su candidatura a gobernadora. Sin embargo, deja la duda en el aire. Es de interés del gobierno que esto se aclare lo antes posible. Sobre todo cuando ya había quienes declararon que el Frente Amplio tenía las mismas “mañas” de la vieja Concertación. Las denuncias de Oliva son graves, pueda ser que Comunes no termine siendo una banda de delincuentes comunes.
En cuanto al PC, nada nuevo bajo el sol. Parece que se olvidaron rápido que su candidato fue el perdedor en las primarias. A momentos, aparentan atornillar para el lado contrario. Este es un buen ejemplo. El populismo fácil se ha adueñado de sectores tanto de derecha como de izquierda, eso explica que Republicanos y el PC estén en la famosa “reflexión”, que más bien parece un gallito contra el gobierno. Uno siempre cree que lo que le pasa es lo peor, pero si Chile no es un mar calmo, nuestros vecinos sí que han tenido semanas de confusión. No es ningún secreto que la política peruana lleva mucho tiempo en un estado de inestabilidad perpetua. Pedro Castillo es el último capítulo de esta teleserie. Las protestas de los últimos días han dejado al descubierto un descontento que viene siendo reforzado por errores del gobierno y los continuos ataques al presidente Castillo, por parte de los medios de comunicación del Perú. Por otro lado, las medidas erráticas de Castillo no ayudan. Cuando campesinos salieron a protestar por el costo del combustible y los fertilizantes, Castillo ignoró la situación y luego acusó a los manifestantes de ser pagados por la oposición. Esto explotó y Castillo decidió poner a Lima, una capital de 10 millones de personas, que vive mayormente del sector informal, en toque de queda. Esto generó críticas de todos los sectores, que acusaron la medida de inconstitucional, abusiva y desproporcionada. A Castillo no le quedo otra alternativa que deponer la medida en pocas horas. Todo el caso vino a ocho meses de que el nuevo presidente tomara el poder por vía democrática, tras prometer mucho a los más pobres. Sin embargo, la administración de Castillo se ha desintegrado en medio de auto goles, malas decisiones políticas, el vacío de poder y el creciente descontento popular. Si bien es cierto que Chile viene saliendo de la crisis del 2019, que aún no termina, nuestra cultura política es bastante diferente a la de los vecinos. Esta crónica inestabilidad del vecindario no nos ayuda en nada. Estamos mucho más interconectados de lo que muchos quisieran y el destino común de nuestros pueblos debe ser preocupación de todos.