La trastienda del cambio de gabinete

Por Edison Ortiz

Más que un hecho marginal

En su libro, Sendero, Gustavo Gorriti, gran periodista peruano que siguió el surgimiento de la organización armada Sendero Luminoso en Perú, parte señalando que en 1980 mientras todos los focos periodísticos se concentraban en la elección del presidente Belaúnde Terry, en la sierra peruana, en un pueblo sin nombre un grupo armado había incendiado las urnas de aquella elección. La prensa peruana, salvo marginalmente, no prestó atención al suceso y todos los medios se concentraron en el festejo del presidente electo. Nadie se dio cuenta cómo el fenómeno que se estaba enquistando en la sociedad peruana, y que tendría al país casi al colapso al final de esa década, creció hasta volverse inmanejable.

EL jueves 20 de enero, jornada previa al anuncio del primer gabinete del presidente electo Gabriel Boric, grupos de manifestantes, especialmente jóvenes, a favor del indulto a los presos de la revuelta y que rechazan el proyecto de amnistía que se discute en el congreso, se enfrentaron a la policía que les disparó perdigones. Fue un hecho puntual, pero puede esconder un fenómeno más profundo que involucra sobre todo a los NINI (ni estudian, ni trabajan). Debemos recordar que no pocos de ellos -según el INE bordean las 365 mil personas y más de la mitad viven en la capital- fueron los protagonistas de la revuelta de octubre de 2019. Hay en ese segmento un caldo de cultivo para acciones en las que sus protagonistas siempre están a la espera de que alguien encienda la mecha. 

Con ese hecho marginal pero simbólico el presidente anunció su primer gabinete ministerial, en el que se respetó la paridad, se entregó confianza a los mercados (Luksic celebró la designación de Marcel en su cuenta de Twiter), y el PS resultó gran ganador, en especial su presidente, el senador Álvaro Elizalde, en lo que podría constituir la conformación de una probable nueva coalición que, más allá de lo estético, se observa más de continuidad que de cambio. 

El PS, cómo ganar perdiendo y el veto a Narváez

Elizalde y su directiva, quienes en 2021 se embarcaron en aventuras sin destino –primero su propia precandidatura, luego la de Narváez que nunca apoyaron y finalmente la de Provoste– comenzó el año con el pie derecho, instalando más ministros que con la propia Michelle Bachelet: Marcel, Montes, Fernández y Urrejola, casi todos estratégicos para la gestión gubernamental y con participación en el comité político.

De paso el nuevo gobierno validó el veto que ejerció Elizalde sobre Paula Narváez, quien no se adhirió a la campaña de Yasna Provoste. Seguramente en ello pesó el hecho que a partir de marzo, Álvaro Elizalde probablemente será el próximo presidente del Senado, transformándose en un actor clave para las iniciativas legislativas del nuevo gobierno. El líder del PS tenía cuentas por cobrar con la ex ministra: su bajada como candidato y la crítica que ella hizo al alcalde de Cerrillos pues tenía una denuncia por acoso. Elizalde le había pedido expresamente no referirse al caso en campaña, dado que dicha comuna es un reducto electoral suyo, cosa que Narváez no hizo, alegando que “siempre estaremos del lado de las víctimas”. Como se acostumbra en política, acaba de cobrar la factura con un gobierno que, además, aceptó el veto.

Con el éxito en las negociaciones, Elizalde, de paso, aseguró su continuidad como presidente del PS, en la elección que se desarrollará en marzo próximo y en la que los heridos en este proceso seguramente levantarán a una figura como Narváez a la presidencia.  Son previsiones de hechos que refieren a una organización clientelar, en un circuito que es muy difícil de romper.

La UDI comienza a reordenar a una desbandada derecha

Mientras se desarrollaban manifestaciones en “La Moneda chica”, Elizalde cerraba su negociación con el equipo político de Gabriel Boric y el presidente electo ultimaba detalles para su anunciado gabinete, la UDI en pleno, presidida por el senador Javier Macaya, se reunía en La Leonera, aquí en la región de O’Higgins, bajo el lema “Match UDI 2022” para evaluar el período y trazar un mapa de ruta hacia el futuro.  A la jornada llegaron, entre otros, el subsecretario de Defensa, Alejandro Maza, el vocero de gobierno, Jaime Bellolio, la secretaria general, María José Hofmann, entre muchos más actores.

Llamó la atención que al evento no asistió casi nadie de la vieja guardia de la UDI, ni de nivel nacional ni regional. Muchos entendieron ese panorama como símbolo de la renovación generacional de ese partido y que representó muy bien Macaya con ropa deportiva, jockey y zapatillas.

Al acontecimiento fue invitado el diputado opositor Pepe Auth, reconocido analista político-electoral, quien planteó los desafíos que deberá enfrentar la oposición bajo el mandato de Boric. Empezó por señalar que “sería una mala estrategia oponerse de principio a la nueva administración, trabajo natural para el partido Republicano, sino más bien colaborar en aquellos proyectos e iniciativas que vayan en bienestar del ciudadano de a pie y, por supuesto, hacer oposición, en aquello que atente contra sus propios valores y principios”.  Agregó que si la derecha institucional “hace bien las cosas, tendrán una tremenda oportunidad en cuatro años más” y mencionó a dos figuras: Jaime Bellolio y al propio Macaya. Si ello no ocurre, se hundirán y abrirán el paso a un populismo autoritario y regresivo. En ese sentido, el diputado independiente valoró el recambio generacional que no han hecho otros partidos.

Reiteró que con el potente ingreso del PS al gobierno se puede reconfigurar una coalición de centro izquierda en la que se aísla al PC, en tanto que hay una recomposición significativa de una parte de lo que fue la vieja Concertación.  Planteó, también, que habrá dos actores clave en las iniciativas legislativas del próximo gobierno: Álvaro Elizalde y Javier Macaya, pues representan a dos de los partidos mayoritarios, con mucha representación parlamentaria, claves para las reformas que se postulan.

Por último, en su intervención el senador electo por O’Higgins valoró la necesaria renovación de la derecha, que se la jugarán por ser “una oposición constructiva” que no obstaculizará la labor del nuevo gobierno pero que, sobre todo, no abandonarán su vocación popular. Lo anterior, implicará que “estarán en la calle, codo a codo con la gente en los barrios. La UDI ya no es solo la UDI del slogan ‘popular’ es popular de verdad”.

Es la intención, por lo menos verbal, de una organización política que estuvo demasiado anclada en la defensa de la dictadura y se mostró muy obsecuente con el gran empresariado.

Son los hechos de la trastienda en la designación del primer gabinete del presidente Gabriel Boric.