Es importante el raciocinio frente a cualquier ideología. Cuando entramos en la lógica de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo, perdemos el horizonte del bien y el mal en pos de una ideología del lado que sea. Nunca debemos olvidar la regla de oro: no hagas a otros lo que no te gustaría que te hicieran. Si los seres humanos siguiéramos esa simple norma otro sería el mundo en el que viviríamos.
Por A.C. Mercado-Harvey
La mañana del viernes 6 de junio vi una entrevista a Jorge Alessandri, diputado UDI y presidente del Grupo Interparlamentario Chileno-Estadounidense, en TVN respecto a la situación de la Visa Waiver y el segundo grupo de deportados que llegaron este viernes a Chile. Lejos de condenar las acciones de EE.UU., el diputado Alessandri constató que l@s chilen@s que regresaron estaban en situación irregular. No demoró en criticar la negativa del viernes pasado del presidente Boric a hablar con Marco Rubio, el secretario de Relaciones Exteriores de los EE.UU., razón por la cual ha sido criticado por toda la derecha.

David Harvey hace un análisis en esta edición en que arguye que Boric comete un error al calificar de “genocidio” lo que ocurre en Gaza, da argumentos sólidos al respecto, a diferencia de las descalificaciones motivadas por razones electorales por parte de la derecha. Sin embargo, el asunto de fondo es un problema de política identitaria de sectores de derecha e izquierda extremas que no reflejan los tradicionales valores ni conservadores ni liberales. Cuando llegamos al punto de defender a un grupo terrorista como Hamas, con carteles que dicen “Todos somos Hamas” y al mismo tiempo nos llenamos la boca con los derechos de la mujer, caemos en una contradicción total. ¿Cómo se le puede dar el apoyo a una organización que subyuga a las mujeres a un plano de ciudadanas de segunda clase? ¿Eso es liberal? No, obviamente no lo es. Es una postura absolutamente absurda en pos de la supuesta libertad del pueblo palestino. ¿Libertad de qué? De Israel, para que sigan oprimidos por Hamas. Este es un tema complejo, sin buenos y malos absolutos, donde la izquierda extrema ha tomado en todo el mundo posturas que no tienen ninguna lógica. Es muy fácil para un Jadue ponerse del lado de Hamas, pero no es tan simple para alguien como Carmen Hertz, que ha guardado un cuidadoso silencio cuando su partido condena a Israel.

Por otro lado, la derecha se pone del lado de Israel, pese a que hay sentimientos anti-judíos muy fuertes y en Chile hay muchas personas de origen palestino. Eso es lo que explica que alguien de RN como Francisco Chahuán aplauda la postura de Boric en completa oposición a su sector político. Volviendo a la extrema derecha, que se ha puesto del lado de Israel en este conflicto, hay claras contradicciones cuando también hay un discurso de discriminación contra extranjeros. No solo eso, sino que hay que recordar que en Chile hay neonazis que son simpatizantes de Libertarios y Republicanos.

Volvamos al asunto de los chilen@s expulsados de EE.UU. con el que abrí esta columna. La derecha no condena estas acciones porque políticamente no le conviene: por un lado, no puede estar mal con EE.UU. y, por otro, promueven un discurso similar respecto a los inmigrantes venezolanos, colombianos, bolivianos, peruanos y haitianos. Los dichos de Kast respecto a volver a poner minas antipersonales como solución al problema fronterizo en el norte es parte del extremismo que ha demostrado la ultra derecha chilena. Como la memoria es corta muchas personas dicen estar de acuerdo con una medida de este tipo.
Ya no hay recuerdo de la época en que la frontera norte era un campo minado y la cantidad de personas que murieron o quedaron permanentemente mutiladas. La idea es que, si son “otros”, extranjeros, los que mueren despedazados por una mina, está bien. ¿Hasta qué punto llega la falta de raciocinio para pensar que algo así es legítimo? De partida, es ilegal, porque Chile ha suscrito tratados internacionales que le impiden acciones de este tipo.

En la entrevista mencionada, el diputado Alessandri argüía que Chile es el único país latinoamericano con Visa Waiver porque EE.UU. reconoce que somos un país más ordenado y que hemos cumplido con todo lo que se nos ha pedido y que nos perjudica cuando bandas de ladrones salen en las noticias por robarle a alguien famoso o entrar a la casa de celebridades a hurtar. Hasta cierto punto es cierto que somos un país más legalista y ordenado que nuestros vecinos. Eso viene del siglo XIX y las ideas portalianas, de los ingleses que metieron algunos elementos de su cultura. Sin embargo, no somos tan diferentes a nuestros vecinos, culturalmente tenemos mucho en común y no somos una isla, pese a la mentalidad insular de la que adolecemos.

La derecha tiene que hilar un hilo muy fino cuando no critica a EE.UU. por violar los derechos humanos de nuestr@s compatriotas. Si bien l@s chilen@s deportados infringieron una norma, no cometieron un crimen por estar ilegales. Muy diferente es el caso de l@s que han cometido robos y que no están entre los deportad@s. De los 49 que llegaron a Chile la semana pasada solo 2 fueron arrestados al entrar porque tenían órdenes de detención pendientes. Nada justifica que a estos chilen@s se les haya metido presos en condiciones inhumanas, durmiendo en el suelo, subalimentados, etc. Alessandri, al ser cuestionado por un chileno nacido en EE.UU. que fue deportado, dijo algo tan absurdo como que estaba bien que lo deportaran porque estaba de modo irregular. ¿Cómo puede estar un ciudadano de modo irregular? La respuesta es tan simple como que no es posible: EE.UU. se rige por el ius soli, es decir, que ese chileno es estadounidense por derecho al haber nacido en los EE.UU. No es el primer caso, ya que la administración de Trump ha expulsado a varios niños nacidos en ese país con sus padres que sí estaban en situación irregular. Esto es absolutamente ilegal y la Corte Suprema ya ha comenzado a fallar en contra de estas acciones.
Much@s chilen@s se horrorizan, con justa razón, por la situación de nuestros compatriotas, pero al mismo tiempo simpatizan con la idea de poner minas en la frontera norte o con la idea de expulsar a los extranjeros que están ilegales en Chile. O sea, nos horrorizamos cuando son chilen@s l@s ilegales, pero aplaudimos las medidas de expulsión de extranjeros en situación irregular en Chile. El problema en ambos países no es la inmigración per se, sino las bandas de crimen organizado que han llegado junto a muchos inmigrantes que vienen a Chile o van a EE.UU. por un futuro mejor. Lo que ambos países necesitan es buscar, encarcelar y expulsar en los casos que corresponda a los integrantes de grupos como el Tren de Aragua y diversos carteles de la droga de origen colombiano y mexicano, principalmente. Pero eso requiere policías que hagan su trabajo, lo cual en Chile sí ocurre. En EE.UU., por el contrario, el trabajo que está haciendo ICE (lmmigration and Customs Enforcement o Policía de Inmigración y Fronteras) parece totalmente arbitrario y aleatorio: han expulsado a familias con niños pequeños, a chilen@s sin ficha criminal, etc. No se han reportado muchos avances en la captura de los cabecillas del Tren de Aragua o del Cartel de Juárez, Sinaloa, etc. ¿Por qué? Porque muchos de ellos están legales al tener el dinero para pagarle a abogados que regularizan su situación. No olvidemos que en EE.UU. el único color que vale es el verde de los dólares.

Por otro lado, la extrema izquierda chilena y también norteamericana con el discurso de que los criminales son pobres angelitos tampoco ayudan a su propia causa. Una cosa es defender los derechos humanos de las personas, sin importar quiénes sean; otra es defender a quienes infringen la ley, diciendo que son víctimas de sus circunstancias. Una cosa es defender a inmigrantes que entran a un país por vía legal; otra muy distinta es defender a los que están de modo ilegal porque, si bien la mayoría vienen a trabajar, entre ellos entran las bandas de crimen organizado. En Chile, los personeros de la izquierda más moderada han entendido esto, incluyendo al presidente Boric, pero ha sido desde la experiencia de gobernar; no desde la ideología.
Por tanto, es importante el raciocinio frente a cualquier ideología. Cuando entramos en la lógica de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo, perdemos el horizonte del bien y el mal en pos de una ideología del lado que sea. Nunca debemos olvidar la regla de oro: no hagas a otros lo que no te gustaría que te hicieran. Si los seres humanos siguiéramos esa simple norma otro sería el mundo en el que viviríamos.