Por equipo El Regionalista
A las 10 am de la mañana penaban las almas en el liceo Ernesto Pinto Lagarrigue de Rancagua. Con suerte eran cinco los votantes que pululaban por el recinto de votación a esa hora del día. La señora Rosa, acompañada por un asistente, se vanagloriaba a las 10:15 de ser la primera en votar en su mesa. En el resto de los recintos habilitados la situación no era muy distinta. A las 12:30, Camila Vargas, quien ejercía su derecho a sufragio en el liceo Oscar Castro, señalaba con cara de incredulidad que, a esa hora, contándose ella misma, eran 5 los votantes que habían ejercido su derecho en esa mesa.
A las 12:30 tanto el concejal de la ciudad Patricio Henríquez, candidato del Socialismo Democrático a la alcaldía, como el ministro de agricultura Esteban Valenzuela y su madre, tampoco podían ejercer su derecho a sufragio porque las mesas que les correspondían aún no se abrían, cosa que ocurrió casi al filo del límite del tiempo permitido. Tampoco aparecían los jóvenes en masa a votar por “la única candidata joven frente a los viejos vinagres”, según lo había indicado durante la semana el presidente de la FEUO’H, Maximiliano Andrade.
La contienda electoral en la capital regional y la baja participación se repitió en todas las comunas donde también las hubo: en Machalí para el conglomerado opositor y en Rancagua, Santa Cruz, Nancagua, Olivar, Paredones y San Fernando para elegir al candidato del bloque oficialista. Quizás en la primaria de Rancagua del bloque de centroizquierda tuvo más recursos dramáticos: muchas redes sociales, muchos likes, mucho Instagram, una que otra polémica al final de la campaña, y bajísima participación.
A nivel nacional la participación electoral en este evento convocó a no más del 6% del padrón habilitado y en el caso de Rancagua el dato es aún más catastrófico. De los casi 200.000 habilitados –la cifra exacta fue de 199.569, según Servel– ejercieron ese derecho solo 8.011 (4,1 %) y los votos válidamente emitidos fueron solamente 6.909 –el 3,4% del padrón–, llevándose. Valentina Cáceres, la aspirante a alcaldesa, con sus 2.350 sufragios, es decir el 1,2% del padrón electoral, tampoco ganó “mirando para atrás” como esperaban sus adherentes y ella misma. Habían alentado un triunfo arrollador, pensando en su predominio en redes sociales; previamente a la elección, uno de sus adherentes nos señaló que ella ganaría lejos pues su video de lanzamiento había tenido más de 60 mil visitas contra los escuálidas 2.500, 700, 550 y 450 visitas del resto de los candidatos. Ni hablar del resto de los candidatos, todos varones, que se disputaron el mismo segmento electoral: el de los mayores. Pero, tampoco aparecieron en masa los jóvenes. Según constató este medio durante la semana entrevistándose con diversas fuentes y protagonistas, quienes sí aparecieron fueron muchos votantes mayores de derecha que, viendo los resultados, más o menos podemos imaginar por quienes se inclinaron. Una de las figuras de derecha que se vio en estas elecciones fue la excandidata a la alcaldía por la Alianza por Chile, Pamela Jadell, entre otras.
Es que, en un contexto de crisis general del sistema político, ahondado en Rancagua por los cuestionamientos a la probidad de sus dos últimos alcaldes –uno preso y destituido y el otro con una eventual reapertura de su caso cerrado, con un concejo municipal que además de denuncias no ha tenido proactividad, con una ciudad abandonada a su propia suerte donde campean los basurales, el comercio ilegal, la suciedad, no había que ser profeta para esperar mucha participación. Punto aparte merece la situación del alcalde Eduardo Soto, cuyo caso reflotó al conocerse los audios del abogado Hermosilla, asesor de Andrés Chadwick, el ex ministro del Interior del gobierno de Piñera. En los registros de entonces aparece la famosa conversación entre él ex alcalde y el abogado Hermosilla, quien a la pregunta del primero sobre el caso del Teatro Regional, el abogado de Chadwick le contestó “declaramos y archivamos” –
La generación de recambio enfrenta el desafío de brindar solidez a Emerson Figueroa en su puesto de alcalde, posición clave para los apoyos que pueda recibir Valentina Cáceres, puesto que se señala que no tiene los votos asegurados. En ese escenario, los jóvenes tendrán que convencer a “los viejos vinagres” de que sí vale la pena votar por ellos luego de su denostación durante la campaña de primarias. Y si se considera que la derecha no tiene un candidato con respaldo amplio, ante una eventual reapertura del caso Soto, el panorama no se vislumbra para nada despejado en la “histórica ciudad”.
Como en el póker, habrá que pagar por ver.