Las siete maravillas de Maullín

Por Edison Ortiz

Estamos acá, con mi hijo Agustín, en nuestro paraíso terrenal, de vuelta como casi cada mes, pero esta vez con la estadía más larga que ofrecen las vacaciones de verano para disfrutar de sus paisajes, de su gente y de sus riquezas gastronómicas.  He aquí un breve resumen de siete de sus grandes maravillas, vistas a través de nuestros ojos y cámaras.

Maullín está enclavada en el extremo suroeste de la provincia de Llanquihue, región de Los Lagos, Chile continental, siete kilómetros antes de llegar a Pargua, el punto desde donde se cruza el canal del Chacao rumbo a Chiloé.   De su situación privilegiada proviene la primera de sus maravillas.

Maullín, la puerta norte del Chile profundo del sur

Maullín es el verdadero acceso al Chile profundo del sur austral. Por aquí se puede pasar a la isla grande de Chiloé en 25 minutos; por aquí, además, se puede acceder a la Carretera Austral desde la Isla Grande o bordeando Puerto Montt vía sector Alerces hasta llegar a caleta La Arena. También hacia el poniente se puede disfrutar del archipiélago que, comenzando en Maullín, lleva a La Pasada con dirección a Los Muermos y otras localidades o bajando hacia el Pacífico a Quenuir, península Amortajados y un sinnúmero de caletas y pueblos que se extienden por dicha península. La comuna aún no está contaminada por el turismo de masas, de automóviles armando tacos como ocurre en Pucón, Puerto Varas o Puerto Montt, lo que hacen que dichos balnearios sean en el verano una extensión de Santiago, con el agregado que en el sur, el turismo en hordas deja basura por todas partes.

El río Maullín Nace en el lago Llanquihue y se va alargando y extendiendo hacia sus costados hasta alcanzar, antes de su desembocadura en el Pacífico, un ancho de más de un kilómetro. Sus aguas son ricas en humedales, aves acuáticas, fauna como el huillín y el pájaro de siete colores (el inspirador de Fiu), así como las aves migratorias que llegan en invierno y están hasta la primavera para luego emigrar de regreso a Alaska. Durante la Colonia y hasta el terremoto de Valdivia de 1960 fue la carretera fluvial del sur, el camino real de la frontera. En sus aguas se puede disfrutar de la pesca de roncas, truchas y róbalos, así como de la práctica del kayak. El Maullín da vida a varias de las maravillas de la zona.

Carelmapu

Es la típica caleta de pescadores llena de casas y techos coloridos que saltan a la vista cuando uno ingresa al pueblo, con sus barcazas de colores que cubren sus aguas azules como si fueran barquitos de papel lustre a la distancia y un mirador imponente desde el cual se puede ver toda la comarca incluso la isla grande de Chiloé. Caleta dedicada a la extracción de mariscos y moluscos famosa por la celebración de la fiesta de la Candelaria que se realiza cada 1° de febrero de cada año, oportunidad en que los buzos agradecen a la Virgen, sacándola a pasear por el mar mientras el pueblo se atiborra de visitantes que asisten a esta festividad religiosa que tiene mucho de pagana.

Playa Brava

Ubicada en la localidad de Carelmapu, destaca por sus acantilados al estilo de las costas británicas, así como por sus olas que alcanzan hasta tres metros sitio privilegiado para sus visitantes extranjeros, en particular estadounidenses, que hacen del surf y de la tranquilidad del lugar su rincón preferido. Allí se puede caminar por la playa y disfrutar de la brisa marina. También al otro lado del acantilado se puede acceder a la maravillosa y oculta playa de Balchamó.

El bosque hundido

Subiendo en kayak o en alguna barcaza o lancha el río Maullín hacia su lugar de origen y a unos kilómetros río arriba de la localidad de Puelpún, se encuentra el bosque hundido un sitio muy especial originado por vegetación ribereña compuesta por grupos endémicos de significativos hualves o bosques pantanosos y marismas donde además habitan importantes poblaciones de algas, moluscos, el flamenco majestuoso y el huillín. Allí, luego de un extenso viaje en kayak que se inicia en el camping de Puelpún se puede dar un breve descanso sobre sus copas que constituyen una especie de piso natural construido por sedimentos captados por los árboles que cumplen una función higienizadora de las aguas del río.  

Los humedales de Maullín: santuario de la naturaleza

En 2016, cinco humedales de la comuna con más de 1.350 hectáreas pasaron a formar parte de la red hemisférica de reservas para aves de playa dada su importancia para la conservación de aves acuáticas. Se trata de los humedales de laguna Quenuir, donde antiguamente estaba el pueblo que se hundió con el terremoto de Valdivia de 1960, Las Lajas, Lepihue, Amortajados y Lengui. Entre las especies de aves migratorias que llegan al lugar se encuentran el zarapito de pico recto y el flamenco chileno. Varios de ellos están acondicionados para la visita de turistas y la captación de imágenes de la flora y fauna que los habita. Los humedales de Maullín son otro imperdible de la comuna.

La gastronomía

Está basada fundamentalmente en productos como el róbalo o la trucha, mariscos como la almeja, los choritos, las machas, moluscos como el loco, el picoroco y también los piures. Todos esos recursos de ríos y mar más la papa chilota constituyen la base de diversos platos típicos de la zona entre los cuales queremos destacar el pescado frito, el chupe de locos, el róbalo al pangue, así como dos absolutamente recomendados por quien escribe estas líneas: el curanto en hoyo y la carbonada de mariscos, ya recetada en este periódico y que constituyen dos platos imperdibles de la zona.

Presentadas las siete maravillas de Maullín, ¡ahora a disfrutarlas!