Los cambios que sufre Iquique a tres años de Cúcuta

La agresión sufrida por dos carabineros a manos de delincuentes extranjeros en Iquique volvió a colocar en primera plana un problema que se agravó con la multiplicación del ingreso ilegal al país, principalmente luego que en 2019 en Cúcuta, el presidente Piñera invitara a ciudadan@s venezolan@s a migrar a Chile. Mostramos los cambios que ha sufrido Iquique en voz de una iquiqueña.

Por A.C. Mercado-Harvey

En los últimos tiempos hemos visto cómo Iquique, una ciudad de la cual poco se escuchaba en las noticias, aparece en reportajes sobre la nueva realidad que se vive con un flujo constante de inmigrantes que vienen mayoritariamente desde Venezuela.

Sin duda, la pandemia ha complicado la situación debido al cierre de fronteras y la emergencia sanitaria. Tampoco se puede soslayar la utilización política en la abierta invitación que hizo el presidente Piñera en Cúcuta para que los venezolanos vinieran a Chile.

Las escenas de la quema de carpas, colchones y hasta un coche de bebé, por parte de manifestantes iquiqueños el año pasado, escandalizó a muchos que acusaron xenofobia y reveló la gravedad del problema.

Este martes pasado ocurrió otro hecho que encendió todas las alarmas: en un intento de control de detención, en plena vía pública, un grupo de inmigrantes golpeó a dos carabineros, uno de los cuales fue atacado con una manopla y tuvo que ser trasladado a Santiago por la gravedad de sus lesiones. Los delincuentes fueron capturados, el gobierno ordenó su expulsión inmediata del país y la derecha clama por el estado de excepción.

Este es un problema que no podemos ignorar y que el gobierno entrante deberá enfrentar. Chile vive hoy una situación que lleva décadas en el mundo desarrollado, tanto en Estados Unidos como en Europa y que todavía no tiene solución en esos países. La inmigración es un derecho humano, pero los países afectados por grandes flujos migratorios no han sabido lidiar con la problemática del control efectivo de fronteras, la legalización, y la crisis humanitaria que generan estos fenómenos de movimiento masivo de seres humanos de una parte del globo a otra. En Chile, la inmigración masiva lleva menos tiempo y ha afectado particularmente a la zona fronteriza del norte y a Santiago.

Frente a este panorama, quisimos saber sobre los cambios que ha experimentado Iquique, desde la perspectiva de una iquiqueña nacida y criada en la ciudad norteña. Brenda Ugarte Marín ha vivido más de 40 años en la zona norte de Iquique y estas son sus observaciones.

Descríbeme cómo era Iquique hace 10 años…

Hace 10 años podías irte caminando a la playa, tranquilamente. Acá hay mucha bohemia nocturna, podías amanecerte, ir a la playa de noche, ir a comprar. Se podía caminar tranquilo por la calle, sin preocuparte de los otros.

¿Qué ha cambiado?

Hace años llegaron colombianos y ellos montaron un negocio que se llama préstamo gota a gota. Ellos pusieron negocios de prestamistas y te ofrecían plata y tenías que pagar mensual. Cuando no pagabas, te destruían el local. Ahora se regularizó, ya no se ve como antes, porque muchos han entendido que no es el modo. La gente se fue dando cuenta que no servía ese tipo de préstamos.

Ahora, siempre ha habido robos, a veces con intimidación. Robos, pero no portonazos, ni con armas de fuego. Ha sido muy fuerte el cambio, de la tranquilidad que teníamos. Ahora, tenemos los campamentos, gente pidiendo en las calles. En los semáforos, cinco que se te tiran encima, te lanzan el agua y después te preguntan si quieres que te limpien los vidrios o no. También niños pidiendo, antes no se veía mucho, solo personas de edad o minusválidos. Antes eran artistas callejeros que pedían en los semáforos. Los venezolanos llegaron pidiendo dinero con sus niños. Ahora ponen a los niños vendiendo cosas, dulces, mascarillas. Te dan la misma información: me estafaron los bolivianos, no tengo qué comer. Por lo mismo, la gente los ayudó.

Otro cambio es que la gente tiene cámaras ahora, nos tuvimos que enrejar. Antes había una mampara, pero ahora hay que enrejarse, puertas y ventanas. Al comienzo la gente les daba de comer a los inmigrantes: desayuno, almuerzo y comida. También, hay campamentos de venezolanos. En Alto Hospicio, se toman una casa y cobran por recobrar la casa. Tampoco se puede ir a la playa tranquilo. Hay muchos robos, hoy hay mucha presencia policial, droga, andan en motos sin patente, sin documentos, entregando drogas. Esa tranquilidad que había antes de mandar a tu hijo a comprar al negocio de la esquina ya no existe. Tampoco se puede salir con cartera. Parece que andan organizados. Ese es el ambiente que se vive ahora. La gente prefiere no salir, para no toparse con todo esto. Ese tipo de violencia no se veía antes. Lo típico eran los carterazos, pero esta agresividad no se había visto.

A raíz de la golpiza a los carabineros, hoy hubo una dotación grande, los desalojaron a todos de la playa. Había gente acampando en unas iglesias y los corrieron.

Hay un albergue en Lobito, a 10 minutos de acá, habilitado por el gobierno, pero muchos se devolvieron. Allá tenían un techo, comida hasta que los trasladaran a Santiago. Los que tenían familiares se iban a la capital, pero los demás se devolvieron a Iquique. Ellos se instalan con carpas, pernoctan en la playa y tienen que dejar limpio y desarmar su carpa. Anoche hubo mucho control policial en Cavancha, por el tráfico de droga. Esto fue por el ataque a carabineros, salió mucha dotación para hacer control de identidad. En la playa se juntaban muchos venezolanos, yo creo que unos 50. En la parte más amplia de la playa no se ven, pero en los roqueríos, había unas 50 a 60 personas. Se acumula mucha basura como resultado de esto.

Acá hay muchas organizaciones, desde la Cruz Roja, animalistas, etc., personas comunes y corrientes se reunían, hacían un plato único o hacían olla común, juntaban ropa, siempre hubo cadenas de ayuda en todo sentido. Pero la gente se cansó.

¿Crees que las policías están haciendo su trabajo?

No, porque están, pero no como ahora. Antes no se veía el control que vimos hoy, se fueron a desalojar a todos, a hacer control de identidad. Está la policía, pero como que no estaban haciendo bien la pega. No se veía el contingente policial. Muchas veces se les pidió hacer desalojos y no lo hacían. En cambio, hoy se fueron a desalojar, a hacer control de identidad, cosa que no hacían antes. Los iquiqueños se sienten abandonados, no hay un respaldo del gobierno. La gente se siente muy desprotegida. En Colchane, hay como mil venezolanos más, se ven los vehículos ilegales desde Huara, sigue llegando gente.

¿Qué responsabilidad le atribuyes al gobierno?

100% de responsabilidad, Piñera los invita a venir sin nada definitivo que ofrecerles. Mínimo tendrían que pedirles requisitos para darles una visa, pero los invitó como si fuera un paseo; no les dijo: “vengan, les voy a dar visa, documentación y trabajo”. Vino la pandemia, cerraron fronteras y empezaron a pasar ilegalmente. Si van a invitar al país, tenían que pedir requisitos para una visa. Piñera tiene la culpa de todo esto. No supieron ponerle atajo a tiempo. Como resultado, ahora hay mucha desconfianza con los extranjeros.