Los hombres no son el enemigo; es la derecha

Para la mayoría de los milénicos o millenials, tanto en Chile como en EE.UU., la paridad de género no tiene nada de controversial y ese es un logro importante de l@s progenitor@s de la generación X. En ese sentido, el futuro se ve bastante esperanzador. Sin embargo, en el corto plazo tendremos que presenciar la pataleta de los sectores conservadores que quieren mantener el patriarcado a toda costa.

            El feminismo se ha hecho mala fama y no solo por los hombres que se oponen, sino por el mismo radicalismo que ha tenido en diferentes momentos de la historia. Uno de esos momentos fue cuando se puso en boga la idea de que el hombre era el enemigo, asunto que algunas mujeres equivocadamente continúan creyendo. Lo cierto es que hay muchos hombres que creen en la igualdad de género mucho más que muchas mujeres. Ayer veía la conferencia de prensa conjunta de Pedro Sánchez y Gabriel Boric, en la cual ambos mandatarios se refirieron a la lucha de las mujeres por la igualdad en sus países. Si bien es cierto que hay un discurso político ahí, también hay algo genuino en reconocer esa lucha. Cuando el presidente Boric se declaró un presidente feminista, por primera vez en la historia de Chile, vemos una validación de esa lucha.

A.C. Mercado-Harvey

Ayer conmemoramos un nuevo 8M, vemos los saluditos por redes, las flores y los chocolates. Todo muy bonito, pero este ¿no debería ser un día para la reflexión? Me parece que sí. Por un lado, debemos celebrar lo que hemos logrado en el mundo occidental, lo cual no es poco. Nuestras vidas hoy son significativamente mejores que las de nuestras abuelas y madres: tenemos derecho a voto, representatividad política, mejores sueldos, más oportunidades, etc. Todo eso es motivo para celebrar. Sin embargo, también es el momento de sopesar y evaluar. Y en ese proceso es fácil concluir que hay mucho camino por delante: las cifras de violencia intrafamiliar (VIF) todavía son altas, lo cual incluye alta tasa de femicidios; aún no tenemos igualdad salarial y somos discriminadas en profesiones y trabajos solo por el hecho de poder embarazarnos. Es entonces que vemos que la lucha por nuestros derechos y la igualdad de género están lejos de ser cosas del pasado.

Es importante reconocer a aliados y a enemigos a la hora de conseguir nuestros derechos. No siempre esto es obvio, muchas veces hay hombres mucho más comprometidos con nuestra causa que otras mujeres. La sororidad no es algo natural, y con frecuencia son congéneres quienes obstaculizan el camino. Veamos, por ejemplo, lo que ocurre en nuestro país. Cuando se trata de legislación y derechos de las mujeres, es siempre la derecha la que se opone y eso incluye a hombres y mujeres. El último y evidente caso es el de la oposición de la derecha a pasar una Ley integral de violencia de género. Más de 50 parlamentarios de centro y de derecha presentaron un recurso frente al Tribunal Constitucional (TC) para evitar la promulgación de dicha ley, que fue despachada por la Cámara de Diputados el pasado miércoles. ¿Quién impulsó este recurso? Una mujer: Francesca Muñoz, diputada del Partido Social Cristiano, quien afirma que el proyecto contiene: “visiones ideológicas absolutistas que no compartimos los diputados que firmamos este requerimiento”. ¿Cuál es el motivo de la objeción a esta ley? La educación, ya que la diputadaconsidera que el inciso que señala que los establecimientos educacionales reconocidos por el Estado deberán promover una educación no sexista, implica imponer una ideología y filosofía de un sector de la población. También, señala que dicho inciso limita el derecho de la libertad de enseñanza de los colegios y el derecho preferente de los padres de educar a sus hijos.

            La diputada Muñoz ha declarado que: “consideramos que no es justo ni correcto, que una ley que pretende dar protección especial a las mujeres sea instrumentalizada para promover la ideología de género”. Este es un caso claro de una mujer que se opone a la protección a las mujeres solo por el hecho de que la ley contiene aspectos sobre la educación que ella no comparte: una educación no sexista. Es decir, es más importante no tener una educación no sexista que la protección de mujeres que son asesinadas por sus maridos, parejas, etc.

Esta es una situación que no es única ni específica de Chile. Es algo que se repite en muchos lugares del mundo, donde mujeres de derecha boicotean una y otra vez las conquistas de mujeres que intentan lograr la igualdad de género. Tal vez uno de los mejores ejemplos es el que ocurrió en los EE.UU. a fines de los 70 cuando se intentó enmendar la Constitución para incluir la igualdad de género. ¿Quién fue la voz cantante en impedir que se pasara esa enmienda? Una mujer de derecha: Phyllis Schlafly, la fundadora del Eagle Forum, una asociación de activistas femeninas tradicionalistas. En los años inmediatamente posteriores a la guerra de Vietnam, Schlafly y sus colegas convencieron a muchos de sus conciudadanos que, al pasar dicha enmienda, las mujeres perderían la protección tradicional como “sexo débil” y serían sujetas a la conscripción militar como los hombres, entre otros argumentos para defender la distinción tradicional entre hombres y mujeres. Como demuestra la serie Mrs. America, protagonizada por Cate Blanchett, Schlafly, una mujer inteligente y exitosa, autora de varios libros y organizadora de un movimiento político importante, fue en cierto sentido víctima de su propia retórica, dado que los hombres políticos de derecha, como el presidente Ronald Reagan, a quien admiraba mucho, aceptó su apoyo para llegar al poder, pero no la tomó en cuenta para el cargo político al cual ella aspiraba.

Sin duda lo que pasó en ese entonces fue una reacción a la histórica decisión de la Corte Suprema, conocida como Roe vs. Wade (1973), en la que se legalizó el aborto en los EE.UU. Ese crucial paso que dio el país norteamericano fue una de las grandes derrotas de los conservadores cristianos, que desde entonces intentaron y prometieron en cada campaña hacer todo lo necesario para derogar esa ley. Casi 50 años después eso sucedió y una mujer de ultra derecha fue clave en que eso ocurriera: Amy Coney Barrett, la última jueza que Trump puso en la Corte Suprema un mes antes de perder la elección en 2020. Esta jueza tenía una reputación como opositora a Roe vs. Wade y cometió perjurio al mentirle al Congreso en su audiencia de confirmación al decir que no tocaría esa ley.  Finalmente, en 2022 llegó la oportunidad con el fallo conocido como Dobbs vs. Jackson Women’s Health Organization que revirtió la legalidad del aborto y que les entregó el asunto a los estados, lo que significó que los estados liberales como Nueva York y California tengan aborto legal, mientras que, en los estados conservadores como Texas, Alabama, Mississipi, Florida, etc., sea ilegal.

Esta ilegalidad ha tenido consecuencias insospechadas, como la sentencia de la Corte Suprema de Alabama que acaba de declarar que los embriones son personas, lo que prohíbe desecharlos y, por tanto, imposibilita la fertilización in vitro (FIV). Esta medida es tan impopular que el mismo Trump salió a defender la FIV y el Congreso de Alabama pasó una ley para proteger este procedimiento médico de fertilización asistida. Sin embargo, cuando se quiso pasar una ley similar a nivel federal, una senadora de ultra derecha, Cindy Hyde-Smith de Mississippi, la bloqueó argumentando el derecho a la vida. Como señalé en mi columna de la semana pasada, se está cumpliendo la distopia imaginada por Margaret Atwood en los 80 con El cuento de la criada.

            Las mujeres conservadoras pueden ser iguales o peores que los mismos hombres cuando se trata de avanzar en derechos para las mujeres. Queda para la psicología determinar si estas actitudes son una especie de síndrome de Estocolmo patriarcal, pero la realidad es que muchas mujeres no solo se identifican con ideas machistas, sino que son las que empujan bloquear los avances que intentan hombres y mujeres progresistas que creen en la igualdad de género, la paridad salarial y el derecho de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos.

El pasado jueves, el presidente norteamericano Joe Biden dio un apasionado discurso del Estado de la Unión en el cual se refirió a la derogación del derecho al aborto con todos los miembros de la Corte Suprema presentes y les dijo en su cara que no subestimaran el poder del voto femenino. Biden ha demostrado una y otra vez su habilidad política y si le gana a Trump en las próximas elecciones de noviembre, será principalmente por el voto femenino que, desde la derogación del derecho al aborto, ha sido instrumental en la derrota de Republicanos en elecciones estatales.

En Chile, el presidente Boric ha remarcado la necesidad de avanzar hacia el aborto libre, asunto que la presidenta Bachelet no tocó. Ahí hay una diferencia generacional más que una diferencia política. Para la mayoría de los milénicos, tanto en Chile como en EE.UU., la paridad de género no tiene nada de controversial y ese es un logro importante de l@s progenitor@s de la generación X. En ese sentido, el futuro se ve bastante esperanzador. Sin embargo, en el corto plazo tendremos que presenciar la pataleta de los sectores conservadores y particularmente de mujeres conservadoras de la generación de los boomers y algunas X que quieren mantener el patriarcado a toda costa.

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