Los tumbos de la derecha a 50 años del Golpe

Los motivos del Golpe pueden ser debatibles y sujetos a opinión, pero no lo que ocurrió durante 17 años de dictadura. Las violaciones a los derechos humanos son verdades judiciales, así como lo son las torturas y las desapariciones, pese a que todos los cuerpos no han sido encontrados y la mayoría de los torturadores se murieron en sus casas o todavía circulan por ahí. Eso es lo que la derecha no admite o lo hace a regañadientes, cuando no le queda otra, porque saben que es políticamente incorrecto decir en voz alta cosas como las que dice Kast, la doctora Cordero o la diputada Naveillán.

Por A.C. Mercado-Harvey

Por estos días hemos visto las declaraciones de personeros de derecha que continúan en el intento de justificar el Golpe de 1973. Sin duda, se ha producido un retroceso. Hace una década parecíamos haber llegado al consenso en el discurso de hablar de dictadura y no más de gobierno militar. También dejamos atrás la negación de crímenes de lesa humanidad. Tras la detención de Pinochet en Londres en 1999, comenzó un cambio en la derecha que se cuadraba ante Pinochet. La comprobación de las cuentas del Riggs y todo lo que se destapó respecto a los robos de la familia Pinochet parecía haber producido un efecto y hasta personeros de la UDI se alejaron de la figura del dictador. Tanto así que el único presidente de derecha que Chile ha tenido tras el retorno a la democracia ha declarado abiertamente que votó por el No y viene, además, de una larga tradición DC a nivel familiar.

Sebastián Piñera electo y reelecto es una figura de derecha no asociada el pinochetismo de la derecha. Al menos parecíamos haber llegado a un consenso democrático de que no podíamos elegir a un presidente de derecha abiertamente apologista de la dictadura y nostálgico de Pinochet. Ese consenso no es tan claro hoy cuando tenemos a un partido de extrema derecha, como es el partido Republicano de José Antonio Kast, que hoy tiene la clave de la nueva Constitución en un proceso que, por la misma razón, se ve cada día más cercano al fracaso. Y ojo, que seríamos el primer país del mundo en rechazar dos textos constitucionales seguidos, todo un récord de país bananero.

La derecha chilena ha tenido una historia compleja tras el retorno a la democracia en 1990. Desde ese momento comenzó un proceso en el cual debió navegar nuevamente bajo las reglas democráticas de votaciones y elecciones. Como existía un sistema binominal del empate, no tuvieron que esforzarse demasiado para elegir el 50% del Congreso, asunto que significó un lastre pesado para una democracia que muchos calificaron como tutelada. De la crítica de esos 30 años de democracia imperfecta emergió una nueva generación que conformó los partidos del Frente Amplio y que llegaron a La Moneda de la mano de Gabriel Boric. Como hemos presenciado, esa nueva camada de políticos ha tenido que comerse sus palabras respecto a las faltas de la ex Concertación, ya que han resultado tanto o más imperfectos. Gobernar nunca ha sido una tarea fácil y el Frente Amplio ha tenido que constatar esa realidad.

Este lunes se conmemoran los 50 años del 11 de septiembre de 1973 y la derecha completa se ha negado a firmar una declaración conjunta, porque, según ellos, no están disponibles para establecer una “verdad unilateral”, en palabras del presidente de RN, Francisco Chahuán o participar de un hito que los ponga al servicio de hechos que no tienen una sola mirada, de acuerdo al presidente de la UDI, Javier Macaya. Tal como explica David A. Harvey en su artículo La verdad histórica en tiempos posmodernos, hay opiniones diversas, pero los hechos históricos no son relativos, como pretende la derecha chilena, quien continúa enfrascada en la estrategia del empate. Frente a hechos tan horrorosos como las violaciones de los derechos humanos que ocurrieron durante 17 años en Chile, la derecha ha intentado incesantemente demonizar a Allende y a su gobierno que no alcanzó a completar 3 años. Todos tenemos derecho como ciudadan@s chilen@s a nuestras opiniones, pero no tenemos derecho a nuestros propios hechos históricos. Las circunstancias pueden ser debatidas, no así los hechos, por mucho que siga intentándolo la derecha. Tal como explica David Harvey en su artículo, la investigación histórica se asemeja bastante a la investigación judicial, donde se buscan las evidencias para llegar a la verdad de los hechos. En Chile, tenemos verdades judiciales en relación a la violación de derechos humanos. Aunque la extrema derecha se ha esmerado en intentar exculpar a quienes cumplen condenas por delitos de lesa humanidad (no olvidemos las declaraciones de J.A. Kast respecto a Miguel Krasnoff), y no hace tanto intentaban justificar a Pinochet, la verdad judicial está ahí y es inapelable: los crímenes existieron y algunos de sus culpables cumplen reclusión. Esto es algo que le molesta mucho a la ultra derecha, al punto que querían poner una enmienda a la Constitución para sacar de la cárcel a mayores de 75, cuando todos sabemos que esos son los que están en Punta Peuco.

Desde el comienzo del retorno a la democracia, la derecha estuvo en la disyuntiva de convertirse en una democrática o continuar con el legado de la dictadura de Pinochet. Como señalé anteriormente, no fue sino hasta que Pinochet fue detenido en Londres y que salieron a la luz las cuentas del Riggs que la derecha tomó distancia. Esa distancia permitió que apareciera un partido político nuevo como Evópoli, sin lazos con la dictadura (tanto RN como la UDI fueron fundados por colaboradores políticos de la dictadura de Pinochet). Esa distancia también permitió la elección de Sebastián Piñera como presidente. Sin embargo, todo eso se ha ido diluyendo con la aparición de una ultra derecha que no tiene empacho en relativizar el pasado y en defender incluso a violadores de los derechos humanos convictos y presos.

La actitud de la derecha frente a la conmemoración de los 50 años del Golpe ha dejado en evidencia que han retrocedido y que no se liberan del lastre dictatorial. En parte, esto tiene que ver con el empuje que les ha dado el partido Republicano, ganador absoluto de los consejeros para el órgano que está escribiendo, en un segundo intento, una nueva Constitución. También, tiene que ver con el mareo de las alturas producido por el gran triunfo del rechazo al proceso constitucional anterior. El lenguaje siempre es muy revelador, y si hace algunos años no era políticamente correcto hablar en público con el lenguaje dictatorial del pronunciamiento, régimen militar o referirse al presidente Pinochet, hoy todo eso se ha ido al tarro de la basura. Es cosa de escuchar las horrorosas palabras de la diputada Gloria Naveillán (independiente, ex UDI y ex republicana) respecto a las violaciones a mujeres por parte de los militares durante la dictadura, calificándolos como mito urbano. Queda claro porqué solo estudió un año historia y geografía en el Pedagógico de la Chile. No aprendió lo básico de la labor de un historiador: examinar hechos históricos, no crear nuestros propios hechos. Lo mismo ocurrió con un parlamentario UDI, que se refirió a Pinochet como expresidente por estos días. Este giro hacia la extrema derecha ha impedido que la derecha pueda desligarse del legado de Pinochet y que consolide credenciales democráticas. Dado esto, es imposible que pueda firmar ninguna declaración conjunta y siga enfrascada en la teoría del empate que ha sido rechazada por más de la mitad de l@s chilen@s una y otra vez. Lo que el gobierno pidió es tan simple como establecer la verdad histórica de que hubo un golpe de estado que interrumpió nuestra democracia, que hubo violaciones a los derechos humanos y que no queremos volver a repetirlo. La derecha es incapaz de admitir esa verdad y, por tanto, se arrincona en la excusa de la circunstancias, de que hubo una explicación para el Golpe, como si eso pudiera justificarlo.

Los motivos del Golpe pueden ser debatibles y sujetos a opinión, pero no lo que ocurrió durante 17 años de dictadura. Las violaciones a los derechos humanos son verdades judiciales, así como lo son las torturas y las desapariciones, pese a que todos los cuerpos no han sido encontrados y la mayoría de los torturadores se murieron en sus casas o todavía circulan por ahí. Eso es lo que la derecha no admite o lo hace a regañadientes, cuando no le queda otra, porque saben que es políticamente incorrecto decir en voz alta cosas como las que dice Kast, la doctora Cordero o la diputada Naveillán.

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6 comentarios en “Los tumbos de la derecha a 50 años del Golpe”

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    свадьба с бывшей девушкой
    сниться покойник и зовет за собой сонник кто то бьет мужа

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