A.C. Mercado-Harvey
El pasado 9 de julio el Senado rechazó el informe que acordó la comisión mixta sobre el proyecto que permite que las próximas elecciones municipales y de gobernadores se realicen en dos días. Esa discusión abrió la puerta a una mucho más amplia que tiene que ver con el voto obligatorio versus el voluntario y la situación de los extranjeros que votan sin tener la ciudadanía, tras solo habar vivido en Chile por cinco años. Este es un asunto que yo advertí cuando comenzó el gobierno de Boric. Era un punto sobre el cual nadie hablaba y que hoy está en los titulares.
Mi argumento no ha cambiado: me parece una verdadera locura que extranjeros sin ciudadanía voten en la elección de un país en el que apenas han residido por cinco años. La mayoría del mundo me da la razón, ya que Chile pertenece a un selecto grupo de tres países que les da el voto a extranjeros sin ciudadanía. Al parecer, el PS se dio cuenta de este problema y las consecuencias que tendrá no solo en esta elección, sino que en el futuro. La matemática electoral la hizo primero la derecha cuando el expresidente Piñera fue a Cúcuta e invitó a los venezolanos a inmigrar a Chile. Ese acto no fue de pura generosidad frente a la crisis en Venezuela, sino que con la calculadora en mano. Era obvio pensar que esos inmigrantes que huían de un régimen que había llevado al país a la ruina económica eventualmente votarían por la derecha chilena que los convencería que la izquierda chilena era sinónimo de Maduro. Esa ha sido la misma lógica falsa que ha usado el partido republicano en los Estados Unidos para convencer a los venezolanos a votar por Trump, cuando este abiertamente ha declarado que terminará con el estatus migratorio protegido (TPS), lo que significará la expulsión de millones de venezolanos. Del mismo modo, la derecha chilena ha convencido a muchos votantes que la izquierda chilena llevará a Chile a ser una segunda Venezuela. Esta idea es absolutamente falsa porque, aparte del Partido Comunista, toda la izquierda chilena ha condenado el régimen venezolano y cree firmemente en la propiedad privada. Nadie tiene interés en un sistema no democrático y muy pocos en terminar con el sistema económico actual. Lo demás son noticias falsas y propaganda electoral.
Como señalamos, todo esto se desató por el rechazo del Senado a la propuesta de elecciones en dos días, pero no por esa razón, sino por la observación del gobierno a que habría un conflicto jurídico para aplicar las multas a los extranjeros que no concurran a las urnas, lo cual llevó a los senadores de la alianza gubernamental a quitarle el piso. La derecha se negó tajantemente a quitarle la multa a los extranjeros votantes.
La voz de la senadora Luz Ebensperger de la UDI, fue de las más estentóreas, declarando que: “Está claro que el oficialismo no quiere que la multa se aplique a los extranjeros. Se busca un beneficio político”.
Por otro lado, vimos dentro de la discusión las declaraciones del diputado Gonzalo Winter, quien dijo: “¿Quiénes son los que no votan, a los que quieren obligar, forzar, a ir a votar? Son los pobres. Por eso es que este proyecto es antipobres, porque lo que quieren hacer es castigar a los pobres por no participar de nuestra fiesta, a los que menos dinero tienen, a los adultos mayores, a los que se niegan a subirles la pensión”. Esto desató una polémica en que diputados opositares llamaron al propio presidente Boric a rechazar las palabras del diputado frenteamplista. L@s mediáticos diputad@s Camila Flores y Diego Schalper salieron de inmediato al ruedo a descalificar a Winter y su postura.
Tras toda la discusión en el Senado, l@s diputad@s PS Daniel Manouchehri y Daniella Cicardini presentaron un proyecto de ley para que los residentes extranjeros solo puedan votar en elecciones municipales, en vez de lo que existe hoy que es que puedan votar en cualquier elección sin ser chileno y con solo haber vivido en Chile por 5 años.
Con toda esta pugna en el Congreso ha quedado al desnudo el problema del derecho a voto y su obligatoriedad. Estos son asuntos que no se pueden definir de acuerdo a coyunturas del momento. Son asuntos de estado que hay que abordar con una mirada de largo plazo. Ya tuvimos un cambio del voto obligatorio a voluntario y ahora volvimos al obligatorio y con inscripción automática. También se discutió el voto de chilen@s en el extranjero, que finalmente fue aprobado hace algunos años. Ese voto es voluntario, pero el de extranjeros que residen en Chile, tras cinco años, es obligatorio. El argumento de que hay que residir en un país para votar es absurdo. Si yo soy chilen@ debo tener ese derecho ganado solo por el hecho de haber nacido en este país. También debería tenerlo un extranjero que decidió hacerse chilen@, tras varios años de vivir en Chile. Ahora, un extranjero que reside en Chile hace cinco años ¿debería tener derecho a voto? Creo que, bajo la lógica aplicada en la mayor parte del mundo, no. Una persona debe no solo residir en un país y pagar impuestos, sino que debe tener un compromiso con ese país y ser ciudadano con todas sus letras. Yo voto en elecciones en los dos países donde resido, porque tengo residencia y ciudadanía en ambos. Voto de modo responsable, me informo y voto no por obligación, sino porque tengo plena conciencia que es un deber y un derecho y que puede afectar mis derechos, mis finanzas, mi calidad de vida en general. Sí, porque ese argumento de gente que no tiene conciencia sobre lo que significa la política y dicen “¿para qué voy a votar si yo igual tengo que ir a trabajar mañana?” es una estupidez de marca mayor. Da igual quién gane, igual tenemos que ir a trabajar, pero ¿las condiciones son las mismas si gana X o Z? Aunque muchos chilen@s (no sin razón) opinen que da igual y que los dos lados son iguales y corruptos, la realidad es otra. Si bien Chile no tiene cambios dramáticos como ocurre en Estados Unidos o algunos países de Europa, igualmente hay diferencias importantes entre presidencias de derecha y de izquierda y sí afectan el bolsillo de la gente.
Mucha gente desmemoriada ignora o pretende ignorar que una de las peores crisis económicas que tuvimos en el siglo pasado fue la debacle económica de los 80, bajo una dictadura que no escogió nadie y que mayormente benefició a los ricos. Del mismo modo, otros o los mismos, se hacen los desentendidos respecto a que Chile nunca creció y prosperó tanto como durante los gobiernos de la Concertación. Esto es algo que dicen las estadísticas, no es una opinión. El mismo presidente Boric, que tanto despotricó contra la Concertación como todo el Frente Amplio, ha reconocido su error y ha dicho lo que los números arrojan con claridad que el verdadero milagro económico chileno ocurrió en esos años; no durante la dictadura de Pinochet que colapsó la economía a manos de los infames Chicago Boys que nos usaron como ratas del laboratorio neoliberal.
Votar o no votar es un derecho y no debe ser algo que se deje a la ligera y mucho menos un derecho que se le entregue a cualquiera. Conozco a varios venezolanos residentes que me dicen que no votan porque no entienden bien la política chilena. Creo que esa es una actitud muy responsable, porque una cosa es vivir en un país y otra es entender la idiosincrasia, historia, etc. Cuando yo me hice ciudadana norteamericana, luego que Chile permitiera esa posibilidad de doble ciudadanía, tuve que hacer un examen en el que me hacían preguntas sobre el sistema político y la historia del país. Ese es un techo mínimo: saber cuál es el sistema electoral, de gobierno, poderes del estado, etc. Hoy Chile le da la posibilidad de votar a personas que ni siquiera hablan español (como es el caso de muchos haitianos) o que no entienden nuestro sistema electoral, ni las diferencias entre nuestra izquierda y derecha. Esos electores (no ciudadanos) son fácilmente manipulables porque ignoran más de lo que saben y porque no tienen el compromiso que debiese tener un ciudadano que vivió y se educó en este país.
Por tanto, me parece que hay que guardar las calculadoras electorales y ser conscientes de que el derecho a voto no es algo que pueda tener cualquiera. Está claro que la reciente propuesta del PS tiene un cálculo electoral en mano, pero también se hace cargo de corregir un grave error en nuestra legislación. Hace 100 años éramos un país con poquísima inmigración regional; hoy somos un país deseado por inmigrantes que quieren el “sueño americano”. Somos los Estados Unidos de América del Sur en términos de nuestra situación económica y los beneficios que le entregamos a inmigrantes. Por tanto, hoy debemos pensar con más cuidado quiénes deben tener derecho a voto y quiénes no. Con esto no estoy diciendo que los extranjeros no deben tener derecho a voto, sino que deben adquirirlo, como ocurre en la mayoría de los países, tras una década de residencia, una prueba de idioma y de educación cívica. Yo tengo queridos y cercanos amigos extranjeros (colombianos y venezolanos) y les digo en su cara que me parece una locura que les den derecho a voto. Ellos me dan la razón, porque saben que en sus propios países los residentes no tienen derecho a voto. Es así de simple.
1 comentario en “Matemáticas electorales: ¿ciudadanos o electores?”
So cool