Es de esperar que los recientes impases diplomáticos queden en el pasado y no escalen. Chile necesita tener buenas relaciones con los vecinos. En el caso de Venezuela con la creciente situación de inmigración ilegal y criminalidad, es necesario tener una relación que permita la deportación de criminales y la cooperación para aclarar el caso del teniente Roland Ojeda. En el de Argentina, a nadie le conviene tener malas relaciones con un vecino con el cual compartimos una larga frontera.
A.C. Mercado-Harvey
Este mes hemos visto dos incidentes diplomáticos que involucran a Chile con países vecinos. Primero, fue por la respuesta del canciller Yván Gil de Venezuela quien negó la existencia del Tren de Aragua el pasado 8 de abril, diciendo que es “una ficción creada por la mediática internacional”. La ministra Tohá reaccionó al día siguiente de manera categórica, calificando las palabras de Gil como un insulto: “Es un insulto, no al Gobierno de Chile sino al pueblo de Chile y a los pueblos de Latinoamérica. Inaceptable (…) Personas han perdido sus familiares, han perdido la tranquilidad de sus barrios, han perdido sus negocios por eso”. Estas declaraciones se dan en el marco del asesinato del teniente venezolano Ronald Ojeda, un disidente de Maduro en territorio chileno. El pasado 12 de abril el fiscal Héctor Barros, señaló en entrevista a Chilevisión, que la única hipótesis viable es un crimen político orquestado desde Venezuela.
Hasta ahora se ha identificado a dos venezolanos como autores del crimen. Sin embargo, ambos escaparon a Venezuela, por lo cual se pedirá su extradición. «En la próxima fase los aspectos internacionales van a tomar un rol determinante. Como gobierno vamos a poner todos los instrumentos que tenemos a disposición en el esfuerzo de hacer justicia en este caso», declaró la ministra Tohá.
Esto es de suma gravedad, a tal punto que, tras las declaraciones del canciller Gil, el embajador Gazmuri fue llamado de vuelta a Chile. Varios personeros de derecha han pedido el corte de relaciones con Venezuela. Sin embargo, el gobierno de Boric ha insistido en que debe haber diálogo diplomático. Esto ha tenido un resultado a mediano plazo cuando Maduro finalmente reconoció la existencia del Tren de Aragua y por estos días autorizó el aterrizaje de un avión de la FACH con 1.500 ciudadanos venezolanos que serán repatriados. Esto es un paso en la dirección correcta.
El otro grave incidente diplomático fue con Argentina. Sin embargo, el comienzo del problema está en Florida, Estados Unidos. El senador republicano Marco Rubio, un cubano-norteamericano en una sesión con personal de inteligencia, cuestionó a dos miembros de la administración de Biden el 11 de abril pasado sobre la postura del gobierno de Boric respecto a Israel y la presencia de Hezbolá en nuestro país. Los funcionarios le respondieron que no tenían información al respecto. El senador continuó afirmando sin ninguna prueba la presencia del grupo terrorista en Chile y afirmó que supuestas empresas que operaban en Chile vinculadas con el grupo terrorista habían sido sancionadas. Nada de esto tiene asidero en ninguna información real, ya sea de la inteligencia norteamericana como de la chilena. Pese a la falsedad de la acusación, esto llegó a oídos de la administración de Javier Millei en Argentina y su ministra de Seguridad, la excandidata a la presidencia Patricia Bullrich disparó con esta afirmación basada en las palabras de un senador cubano-norteamericano que no tiene pruebas de lo que dice.
La afirmación que hizo Bullrich es que en Iquique existía presencia de la organización terrorista islámica, pero luego tuvo que ofrecerle disculpas a la ministra del Interior, Carolina Tohá. Además, el mismo presidente Gabriel Boric reaccionó diciendo: “Yo le exijo a la ministra Bullrich que, si tiene antecedentes, los entregue”. Esto significó que nuestro país, a través de la Cancillería, enviara una nota de protesta a Argentina por los dichos de su ministra de Seguridad.
Este incidente diplomático también involucró a Bolivia, ya que la ministra Bullrich dijo que Argentina está en un “máximo nivel de alerta de seguridad porqueha habido un memorándum firmado por Bolivia e Irán” y que “hay presencia de miembros iraníes de las fuerzas Quds, que son las fuerzas de alguna manera combatientes, una de las ramas armadas. Estamos analizando si hay personas que no hablan español y que tienen pasaportes bolivianos. No hemos visto entrar ninguno de ellos, pero es una hipótesis que manejamos como una posibilidad”. “(El memorándum) ha permitido la instalación de 700 miembros iraníes en Bolivia, que nosotros consideramos que son miembros de la guardia Quds, que es una guardia llamada revolucionaria y es como un brazo armado también del Estado islámico iraní”, agregó Bullrich.
En respuesta, la diplomacia boliviana rechazó las declaraciones de la ministra argentina, que calificó de “equivocadas y desaprensivas”, y aseguró que Bolivia “es un Estado pacifista”. En el comunicado se afirma, además que “observamos con preocupación una campaña que busca generar confrontaciones entre estados, gobiernos y pueblos latinoamericanos, provocando innecesarias fricciones entre países hermanos, que el gobierno y el Estado Plurinacional de Bolivia condena, pues va en contrasentido de lo que nos hemos trazado en la CELAC de consolidar a América Latina y el Caribe como zona de paz”.
Pese al malestar producido, desde Bolivia aclararon que “las centenarias relaciones políticas con el hermano pueblo argentino son más fuertes y sólidas que las desafortunadas expresiones de funcionarios circunstanciales del gobierno argentino”.
Desde el ataque de Irán a Israel del sábado pasado, los gobiernos de diversos países de Sudamérica llamaron a desescalar tensiones en el Medio Oriente. El presidente argentino Mileifue uno de los pocos mandatarios de América Latina que tomó un posicionamiento explícito a favor de Israel en el conflicto. Da para pensar que Israel puede ser la fuente de información tanto para el gobierno de Milei como para el caso del senador republicano Rubio. Una de las impensadas consecuencias de la derechización de la política israelí es la alianza con los republicanos norteamericanos y otros gobiernos de derecha que habían sido tradicionalmente bastante antisemitas y el alejamiento de aliados históricos como el partido demócrata en los EE.UU.
En lo que respecta a Chile, uno de los puntos que remarcó el senador Rubio en su intervención fue la falta de embajador de Israel en Chile, a quien se le han negado sus credenciales. Si bien Boric está claramente a favor de Palestina en el conflicto, no es un caso aislado en la región ni en el mundo. El mismo EE.UU. ha tomado distancia de las acciones del actual gobierno israelí. Algo nunca visto antes.
Pese a las críticas de la derecha, con un claro sentido de oportunidad política, el gobierno de Chile ha manejado estos incidentes con mano firme y de manera adecuada, como han señalado diversos analistas. La reacción frente al incidente con Venezuela fue mucho más drástica, llamando al embajador de vuelta a Chile, debido a que las declaraciones del canciller Gil son falsas y lo que Chile debe buscar es que se esclarezca el asesinato de un militar venezolano en nuestro territorio. En cuanto al incidente con Argentina, la nota de protesta parece adecuada para la gravedad de la situación. En las actuales circunstancias, vemos con preocupación cómo, tanto la extrema derecha como la extrema izquierda, mienten sin control con la esperanza de crear una realidad basada en noticias falsas. Chile ha demostrado firmeza para rechazar ataques de ambos extremos y debemos celebrar que tenemos un canciller experimentado y moderado como es el caso de Van Klaveren y no la exministra Urrejola, quien dejó bastante que desear en su gestión anterior.
Es de esperar que estos impases diplomáticos queden en el pasado y no escalen. Chile necesita tener buenas relaciones con los vecinos. En el caso de Venezuela con la creciente situación de inmigración ilegal y criminalidad, es necesario tener una relación que permita la deportación de criminales y la cooperación para aclarar el caso del teniente Roland Ojeda. En el de Argentina, a nadie le conviene tener malas relaciones con un vecino con el cual compartimos una larga frontera.