Editorial:

Nueva semana política y el riesgo de repetir el libreto

Nunca hay que reírse de la desgracia ajena

Mientras sucedía la difícil elección de la mesa de la Convención Constituyente, con sus respectivas pasadas de cuenta en la alianza que sustenta el futuro gobierno, le derecha tomaba palco y se burlaba de la incapacidad política demostrada por el Frente Amplio y el Colectivo Socialista. El conflicto trascendía la Convención y se transformaba en una clara señal para la forma en que debe consolidarse la implementación del nuevo eje de poder gobernante.

Posterior a la elección de la mesa de la Convención, correspondía la elección de las vicepresidencias adjuntas, las que fueron rápidamente resueltas por los grupos, movimientos y partidos del mundo progresista. Sin embargo, en la derecha sucedió el mismo fenómeno que criticó en la elección de la mesa. Hay que recordar que la derecha se divide en dos grupos, quedando la UDI y Republicanos como paladines del rechazo, mientras que RN con Evópoli conforman un segundo grupo que explícitamente indica que la derecha debe ser parte de la construcción de la nueva constitución con una actitud más abierta y dialogante. Este ultimo grupo levantó a Cristian Monckeberg como su candidato a la vicepresidencia, y sorpresivamente la UDI apoyó a Hernán Larraín Matte de Evópoli, llevando varios días en el impasse.

Finalmente, Monckeberg se bajó dando lugar a Raúl Celis de RN quien compartirá la vicepresidencia con Larraín.

Tanto en la constitución de la mesa como en el caso de las vicepresidencias, incluido uno de los posibles vicepresidentes de derecha, se trata de nombres valorados con liderazgos en sus grupos y capacidad de diálogo. Mas allá de lo tortuoso del camino, se esta arribando a buen puerto, entendiendo que hay poco margen de maniobra y el organismo debe avanzar de manera rápida en los resultados del proceso constituyente.

Lamentablemente, hay que reconocer que la señal de fondo es la dispersión y fragmentación del sistema político que nos acompañará por mucho tiempo.

El valor del pragmatismo

Siguen las señales del buen olfato político del presidente electo, quien señaló que haber padecido el coronavirus, no le había afectado su capacidad olfativa. Y lo está demostrando.

En el proyecto de la PGU, en que Piñera no oculta su deseo de estampar su firma, tanto el mandatario actual como el electo han acercado posiciones, entendiendo este último que no tendrá mucho margen de maniobra con el futuro parlamento. Por ello, a través de sus equipos técnicos están negociando mecanismos para garantizar el financiamiento permanente de la iniciativa.

En la licitación del litio, resuelta el miércoles, la señal ya la indicamos en la columna anterior, se está actuando con el mismo criterio: los temas estratégicos para el futuro gobierno se resolverán a través de los contratos que ya serán responsabilidad de la futura administración.

¿Se aprende de los errores?

El proceso central de la acción del presidente electo es la conformación del gabinete ministerial. Hay principios definidos por Boric: paritario, presencia de regiones, inserción del mundo social, ampliación del abanico hacia partidos fuera de la coalición de gobierno.

La tarea no es fácil, ya que además debe cumplir con la presencia de los partidos de Apruebo Dignidad, a lo menos en algunas de las áreas que han manifestado interés, y también con la forma de proyectar a un importante grupo de figuras presidenciables que pueden permitir dar continuidad al gobierno.

Por cierto que sin contar con la prensa del gabinete ministerial, también se están moviendo las propuestas para conformar los equipos regionales, y vale la pena detenerse en estas posibles designaciones, sobre todo por la forma que será utilizada.

Uno de los problemas que han acrecentado la desconexión entre los partidos y la sociedad, es la parlamentarización que desde hace años los afecta. Esto se traduce simplemente en que el gran valor de los partidos es la designación de candidatos, lo que ha terminado por tener colectividades con mínima militancia y dirigencias que responden al caudillo de turno, que paga favores con puestos en el estado.

Este proceso se acelera en los gobiernos de Bachelet que deja las designaciones a los caciques locales, permitiendo de esta manera un cierto manejo del parlamento, ya que el espacio regional se considera poco relevante.

Una de las señales que se ha entregado a las regiones, es que a lo menos los cargos de delegados presidenciales (regional y provinciales) serán designados por los nuevos gobernadores regionales, presentando ternas para estos cargos. ¿Qué riesgos conlleva esta decisión? La aparición de nuevos caciques o simplemente que quienes detentaban el control regional puedan seguir ejerciéndolo por interpósita persona. Todo esto además con la desconfianza de las nuevas figuras que emergieron tras las elecciones. 

Es cierto que no hay recetas que den certezas, pero a lo menos uno debiera esperar que se propendiera a la institucionalización de los partidos y mejorar la democracia interna de estas agrupaciones que siguen siendo necesarias.

Tras las dudas que se levantan sobre el mecanismo de designación de autoridades regionales, se sostiene una prevención: mismas acciones nos garantizan similares resultados.

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