Equipo El Regionalista
En un hecho que revive la hostilidad que sufrió durante el desarrollo de la Convención Constitucional, la académica Elisa Loncón vuelve a ser cuestionada esta vez precisamente en su calidad de profesora e investigadora universitaria.
En septiembre, concluyó la etapa de la Convención Constitucional, pero sus ecos no paran. Nuevamente, la ex presidenta del organismo, Elisa Loncón, es centro de notas de prensa y cuestionamientos. Esta vez, porque la Universidad de Santiago, donde realiza labor docente y de investigación, se ha negado a responder al requerimiento de una periodista de El Mercurio, quien solicitó a través de ley de Transparencia, conocer las actividades académicas que ha desarrollado, cursos de pre y postgrado, para evaluar si era merecedora del año sabático que se le concedió. De paso, la petición levantó dudas sobre la formación y grados obtenidos por la ex convencional.
En las redes, abundan quienes se apegan al “sentido común”: si los antecedentes de la académica existen, no hay razón para mezquinar su publicidad.
Hay quienes discuten si el derecho que prevalece es el que consagra la transparencia de la información, sobre todo siendo la USACH una universidad pública o el derecho a la protección de los datos personales, al que se aferra la casa de estudios.
Y desde el punto de vista jurídico formal, Carlos Reusser, especialista en derecho constitucional, plantea que todas las partes ejercieron su derecho, pero que el único que no cumplió las normas que rigen su trabajo fue, irónicamente, el Consejo para la Transparencia (ver www.derechoinformatico.cl/el-caso-loncon/).
De fondo, sin embargo, va quedando una estela densa que pone en duda los avances de nuestra sociedad en apertura y tolerancia. Carlos Peña, rector de la Universidad Diego Portales, no separa la indagatoria de El Mercurio del clima de hostilidad que hoy y mientras estuvo en la Convención, ha padecido Elisa Loncón. En carta al mismo periódico, Peña sostiene que el acoso solo se sustenta en racismo y clasismo. Burlarse, dice, de la forma de hablar el castellano o el inglés de la ex convencional, o de su vestimenta mapuche, no admite explicación alguna. Peor si él habla de quienes se burlan de ella, pese a lo deplorable, no es foco de escarnio solo porque se trata de personas a las que el clasismo las hace inmunes.
1261 académicas y académicos apoyan a Elisa Loncón
Ante los permanentes y cobardes hostigamientos de que ha sido objeto nuestra colega Elisa Loncón Antileo durante los últimos meses de este año 2023, propiciados por una suerte de campaña que busca poner en duda la legitimidad de sus títulos académicos y la de su año sabático, los y las abajo firmantes declaramos que quienes propician y difunden este tipo de acciones, además de evidenciar un alarmante odio racial, clasista y de género, simulan desconocer (para confundir a la opinión pública) o bien ignoran lo que es el mundo universitario y las exigencias que este demanda hacia su comunidad académica. Especialmente en universidades complejas y de prestigio internacional, como son aquellas en las que se desempeña Elisa Loncón y aquellas en las que, luego de arduos años de estudio y preparación, ella ha obtenido todos y cada uno de sus títulos y grados académicos.
Exigir que nuestra colega demuestre sus títulos, es desconocer la dinámica y manera en que se trabaja en nuestras universidades y en que se otorgan los títulos y grados, por lo que esa exigencia afecta la confianza en todo el sistema universitario, además de la honra de Elisa Loncón. En efecto, en nuestras universidades, existen rigurosos protocolos y reglamentos para la incorporación, permanencia y jerarquización de quienes somos investigadores/as y docentes contratados/as en jornadas completas, comenzando por la exigencia del grado de doctor en todas las áreas, una productividad científica permanente y la excelencia en la labor docente. Cada dos años, existen exigentes procesos de evaluación de desempeño y de productividad, como en todos los trabajos por lo demás, pero que en nuestra labor se realiza en diversas áreas y con parámetros cuantificables: investigación, publicaciones (con grado de impacto), cooperación científica internacional, docencia en pregrado y en posgrado, dirección de tesis en todos los niveles, gestión, vinculación con el medio, y también colegialidad. Más todavía, a nivel suprauniversitario, existe la Comisión Nacional de Acreditación y un Sistema de Aseguramiento de la Calidad (Ley N° 20129/2006) que regula y controla que los índices de calidad sean evaluados y acreditados permanentemente en la Educación Superior. De todos estos mecanismos depende también la continuidad o suspensión de los contratos de sus académicos/as, por lo que nuestra labor es de alta exigencia y está en permanente evaluación.
Algunas personas (o bots) en redes sociales, haciendo eco de esta campaña de desprestigio, dicen “si no tiene nada que esconder, por qué no entrega sus títulos”. Pero exigir esto pone en duda la probidad de nuestras universidades y puede, a largo plazo, sentar un muy mal precedente. Por una parte, no se pueden pedir los títulos, aunque sea por ley de Transparencia, sin fundamentos que lo ameriten y, por otra, entregar los títulos fuera de las instituciones en las que ella trabaja, instalaría prácticas de hostigamiento que a futuro pueden ser de alto impacto para todas/os aquellas/os académicas/os que tienen voz pública o posicionamiento crítico en la sociedad. Estas prácticas, abrirían caminos que podrían usarse como herramientas de vigilancia epistémica, atentando contra la libertad académica y la autonomía universitaria, lo que no ocurre en Chile desde antes del retorno a la democracia. Por qué exigirle entonces los títulos a nuestra colega, quien posee doble grado de doctor en la Universidad de Leiden y en la P. Universidad Católica de Chile; grado de maestría en la Universidad Autónoma Metropolitana (México) y título de profesora de Inglés por la Universidad de La Frontera.
Por otra parte, se cuestiona también su año sabático. Lo que no dicen quienes realizan estos ataques es que estos permisos llamados años o semestres sabáticos, los otorgan nuestras universidades bajo condiciones muy estrictas y que no equivalen en caso alguno a “descanso” o “vacaciones”. Estos permisos se otorgan solo cuando un/a investigador/a ha logrado cierta trayectoria y ocurren una vez cada seis o siete años. Para solicitarlos, se debe presentar un plan de investigación/publicaciones muy específico, el que se deberá cumplir de manera estricta durante el período. O sea, que durante el sabático el o la académica solo deja de realizar docencia universitaria, pero sigue realizando, ahora intensivamente, investigación, cooperación científica internacional y publicaciones. Los sabáticos buscan, por tanto, otorgar un tiempo de dedicación exclusiva para la investigación y así lograr que esta sea más y de mejor calidad. Lo que, claramente, está realizando Elisa Loncón, quien ha presentado en los últimos seis meses, tres libros de su autoría, además de ofrecer múltiples presentaciones internacionales en prestigiosas universidades del mundo, lo que contribuye a la divulgación del conocimiento y a la internacionalización de nuestro quehacer universitario, labores esenciales para las instituciones de educación superior y para el país en su conjunto.
Declaramos que la sobreexposición mediática que Elisa Loncón tuvo que soportar por su desempeño en la Convención Constitucional, no autoriza a ciertas personas a hostigar o desprestigiar, desde la más absoluta impunidad a nuestra colega, pues la honra y credibilidad son la base de nuestro trabajo académico. Hoy es Elisa y mañana podría ser cualquiera de nosotros. Denunciamos además que las opiniones y campañas para menoscabar a Elisa Loncón en su calidad de académica de prestigio se basan en información falsa, buscan confundir a la opinión pública y de paso, desprestigian también a nuestras universidades, las que pese a las crisis actuales, mantienen un irrestricto compromiso con la excelencia, la probidad, la verdad y la promoción de una convivencia pacífica y sustentable, intercultural y dialogante, propósitos a los que Elisa Loncón ha contribuido y sigue contribuyendo de manera crucial y muy comprometida.
10 comentarios en “Otra batalla de la ex presidenta de la Convención Constitucional”
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