Perspectivas divergentes en el feminismo? ¿Fracturas de género?

Marcel Albano

Alanis Morissette – Uninvited (Subtítulos en español)

La víspera del 8M estuvo rodeada de controversia, especialmente después del polémico caso Aránguiz-Orsini que reabrió el debate en torno al concepto de género en las redes sociales. A pesar de que el feminismo busca ser un espacio común de reflexión sobre las distintas problemáticas en torno a la mujer, diferentes grupos de interés y perspectivas fragmentan esta lucha desde el interior del feminismo. En sociedades líquidas, donde los conceptos son cuestionados constantemente, el consenso es difícil de alcanzar, lo que se refleja en la existencia de múltiples formas de feminismo que dividen a identidades políticas, culturales y generacionales.

Para entender este fenómeno, es útil emplear el concepto de «paradigma» acuñado por Thomas Kuhn, físico, filósofo e historiador de la ciencia. Kuhn sostuvo que la ciencia no avanza de manera lineal y progresiva, sino que lo hace a través de la ruptura de los paradigmas, entendidos como los universos lingüísticos que nos permiten entender la realidad. Cuando surge un conocimiento nuevo, este suele contradecir al paradigma vigente y provoca una crisis que culmina en la adopción de un nuevo paradigma. Sin embargo, esta ruptura no es fácil, ya que suele enfrentar la resistencia de los defensores del paradigma antiguo, que intentan sostener sus ideas a pesar de las evidencias en contra.

En la sociedad, el proceso de ruptura y adopción de paradigmas ocurre de forma similar, aunque con menos sofisticación que en el ámbito científico. La aparición de nuevas ideas genera grupos de interés, mercados y productores de conocimiento que pueden defender conceptos aparentemente científicos, pero también pueden crear catecismos, dogmas e ideologías. A diferencia de la ciencia, donde la ruptura con el paradigma antiguo se celebra como una oportunidad para avanzar en el conocimiento, en la sociedad estas rupturas suelen ser más violentas, ya que están directamente conectadas con las experiencias y emociones más profundas de las personas. La rutina de la vida social, las injusticias cotidianas, la precarización de la educación y la exposición a la cultura chatarra alimentan la intolerancia y son un caldo de cultivo para que la relación estímulo-respuesta sea intensa, personal y expuesta a la política como espectáculo. Esta semana ha dejado bastante material de análisis.

Fracturas en el universo del género y el feminismo

En España, el Movimiento Feminista de Madrid sostiene hace un tiempo una dura crítica sobre la política de género de la ministra Irene Montero, la titular de la cartera de la Igualdad que organizó el encuentro Internacional Feminista en febrero, y que contó con el también polémico performance de Irina Karamanos y su confuso vocabulario, donde la idea de “acuerpamiento”, fue intensamente abucheada desde las redes sociales. Esta oposición de un feminismo a otro, se basa en la crítica a la “Ley trans” que, según Lola Venegas, lideresa del movimiento, es considerada “un borrado de las mujeres”, “instaura nuevas mordazas para las voces críticas con el concepto identidad de género”. Indica que “si eliminas el sexo a favor de la identidad de género, eliminas muchas protecciones que se han levantado para proteger a las mujeres. Si, por ejemplo, en las estadísticas en lugar de considerar el sexo biológico consideras el sexo sentido (autopercibido), es imposible detectar las brechas de desigualdad o quién es la víctima y quién es el victimario”. Una bandera de lucha importante de este feminismo, es que impulsan la eliminación de la prostitución, la pornografía y los vientres de alquiler. Afirma que la nueva ola de feminismo (la que representa la ministra española y Karamanos), son temáticas del universo LGTBI+, cuestiones ajenas a los intereses de la mujer o, directamente, se oponen a ella porque son “completamente acientíficos, como el concepto de identidad de género como sustituto del sexo, que, no lo olvidemos, es la base de la opresión de las mujeres como un medio legítimo para valorizar a la mujer”.

Por otro lado, Roxana Kreimer, filósofa argentina y doctora en ciencias sociales, ha adoptado una postura crítica hacia el feminismo hegemónico. Desde una perspectiva escéptica y empirista, cuestiona la falta de evidencia científica que respalda muchas de las afirmaciones de las activistas de género, así como la repetición de discursos políticamente motivados que impiden la expresión de opiniones divergentes dentro del propio movimiento feminista.

Kreimer argumenta que el patriarcado es un mito y que existen pruebas científicas suficientes para demostrarlo. Por eso, propone la necesidad de un nuevo enfoque del feminismo, al que denomina «feminiciencia«, que permita una reflexión crítica más allá de los estereotipos y los esencialismos típicos, evitando la tendencia a simplificar los hechos según nos gusten o no. Como youtuber, Kreimer desacraliza a referentes considerados obligatorios en la perspectiva de género, como Simone de Beauvoir o Michel Foucault, a quienes acusa de ser utilizados en la actualidad para «vigilar y cancelar».

Además, en algunos países como España, profesores han sido desvinculados de sus trabajos académicos por no compartir el punto de vista de género dominante. En Chile, la perspectiva de género se ha utilizado incluso para validar tesis que rozan los límites de la ética, donde la pedofilia acosa a la pedagogía, situación en la que hasta ahora no ha habido una respuesta clara ni contundente por parte del ministro de Educación, lo que resulta además, desconcertante y sospechoso. En las redes sociales chilenas también se vivió una polarización entre mujeres, aunque bajo el reduccionismo y la hipersensibilidad que caracterizan a la sociedad actual, donde personas, algoritmos y bots conviven para crear opinión pública y estereotipos. El retorno a la farándula con el estreno del reality Aránguiz – Valdivia – Orsini, alimentó las bravatas digitales, destacando las contradicciones del concepto de sororidad y la burla a la postura beata de Orsini al intentar justificar lo injustificable en relación a la generala de Carabineros. Estas energías intensas y expansivas en el clima ambiente de las redes digitales, se dejaron caer en la «funa» del ministro de Educación, cuando respondió violentamente a la diputada ecologista de su propia coalición. Ni sus disculpas públicas atenuaron las consecuencias de este hecho, que alcanzaron para destacar el doble criterio de la ministra de la Mujer con ambas congresistas. Hecho que además culminó con la fallida aprobación de la reforma tributaria y un partido político que se distancia del gobierno. En esta semana, dos palabras se repitieron con fuerza en el universo polarizado de las twitteras: femeninas versus feministas.