Por Equipo de El Regionalista
Hoy no tenemos certeza sobre cuán vulnerables estamos los chilenos y el sistema de salud a contagios que hace mucho no constituían un problema. Y revisarlo no es superfluo si pensamos que la situación de Chile ha cambiado enormemente en los últimos años. Uno, por la apertura casi total al flujo de mercancías y personas de todo el mundo. Y dos porque el flujo de la inmigración hacia nuestro país se ha incrementado notablemente en la última década. Ambos son focos potenciales de contagios.
La tuberculosis, una enfermedad que parece muy lejana, es una de esas que no ha dejado en paz a importantes poblaciones del planeta, como por ejemplo de Asia, pero que en Chile estuvo estancada largo tiempo hasta que tuvo un alza en la última parte de la década pasada.
Si cada año en el mundo hay más de 10 millones de personas afectadas por la tuberculosis (por lo que su incremento está catalogado como Emergencia Sanitaria Mundial) y como sociedad vivimos escenarios distintos que nos pueden hacer más vulnerables a este tipo de contagios, importa tomar medidas preventivas.
Una de ellas es la formación en torno a esta enfermedad.
En el nivel educativo, un grupo de estudiantes y egresados de carreras de salud del Instituto Santo Tomás de Rancagua participaron en una jornada de formación de monitores comunitarios en tuberculosis que organizó la SEREMI de Salud de O’Higgins. La experiencia permitió a sus participantes reconocer y obtener elementos para pesquisar la enfermedad, así como también conocer el Programa de Control y Eliminación de la Tuberculosis.
Según la profesional de la Seremi de Salud, María Fernanda Berríos, es clave que actuales y futuros profesionales sepan reconocer los síntomas de la enfermedad, particularmente entre personas más vulnerables, como son quienes viven en situación de calle. De esta forma, pueden proveerse de herramientas para saber cómo actuar frente a casos de tuberculosis, que es el primer paso para evitar eventuales y no deseados contagios.
