Reflexiones sobre el 8M

Este 8M tenemos razones para celebrar avances en pos de la equidad e igualdad de género. Sin embargo, no podemos ignorar la evaluación hecha por el secretario general de la ONU de que, así como vamos, llegaríamos a la igualdad en casi 300 años. No debemos dormirnos y ser autocomplacientes. Por el contrario, la invitación es seguir en la lucha para conseguir la anhelada equidad.

Este 8M tenemos razones para celebrar avances en pos de la equidad e igualdad de género. Sin embargo, no podemos ignorar la evaluación hecha por el secretario general de la ONU de que, así como vamos, llegaríamos a la igualdad en casi 300 años. No debemos dormirnos y ser autocomplacientes. Por el contrario, la invitación es seguir en la lucha para conseguir la anhelada equidad.

A.C. Mercado-Harvey

Esta semana que termina conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, más conocido como el 8M. La pregunta es: ¿hay motivos para celebrar o es una fecha solo para salir a protestar por la tan anhelada igualdad de género? Mi respuesta sería que ambos. En el mundo occidental tenemos motivos para celebrar: derechos adquiridos de posnatal en la mayoría de las naciones (notablemente ausente en los EE.UU.); incrementos salariales y en algunos casos paritarios; mayores oportunidades educacionales; mejores empleos en más áreas, muchas de ellas consideradas exclusivamente masculinas hace pocos años y hasta más oportunidades para ser parte de misiones espaciales. Por otro lado, hay razones para lamentar retrocesos como la abolición del derecho al aborto a nivel federal en los EE.UU., la ilegalidad o limitantes para el aborto en muchos países, el alto costo de las guarderías que limitan a las mujeres en sus carreras profesionales, la violencia contra las mujeres con su mayor expresión en los femicidios, etc.

Si hablamos del mundo no occidental, la respuesta es no hay nada que celebrar. El extremismo islámico ha sido uno de los mayores enemigos para que las mujeres tengan derechos básicos. Ni hablar de paridad. La realidad en países como Afganistán, Irán, Arabia Saudita es horrible. La vuelta de los talibanes a Afganistán significó el regreso de las burkas, las niñas fuera de los colegios y muchas otras medidas que restringen la vida de las mujeres y que las encierran al espacio exclusivo del hogar. El deterioro de las condiciones para las mujeres en Irán en el último tiempo ha sido dramático. El caso de la muchacha asesinada por la policía islámica llevó a muchas mujeres a quitarse el hiyab y salir a protestar por esta absurda muerte. Las imágenes de niñas envenenadas en colegios que hemos visto por estos días es otro recordatorio de las terribles condiciones en las que viven las mujeres y niñas en ese país del Medio Oriente. Situaciones como estas son las que llevaron a António Guterres, secretario general de la ONU, a declarar esta semana en un discurso por el 8M que, bajo las condiciones actuales, la paridad se logaría en 300 años. Estamos como la canción de Ricky Martín: “un pasito pa’lante, un pasito pa’trás”.

            En palabras de Guterres: “Seamos claros- los marcos globales no están funcionando para las mujeres y niñas del mundo. Deben cambiar”, agregando que los gobiernos y las instituciones deben hacer cambios y que: “llama a una educación que responda al género, entrenamiento de habilidades, algoritmos que se alineen con los derechos humanos y la igualdad de género y la inversión para cerrar la brecha digital de género. Más que nunca, necesitamos la acción colectiva por parte de los gobiernos, la sociedad civil, el sector privado y la comunidad tecnológica”. Finalmente, declaró que las mujeres no serán silenciadas y que las demandas por sus derechos y libertades hacen eco en todo el mundo: “La Comisión sobre el Estado de la Mujer es un dínamo y un catalizador para la transformación que necesitamos. Juntos, empujemos de vuelta contra los empujes a retroceder en los derechos de las mujeres, contra la misoginia y hacia adelante por las mujeres, las niñas y nuestro mundo”.

Esto se enmarca en los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), que fueron una serie de objetivos adoptados por las Naciones Unidas desde 2015. De un total de 17 puntos, el quinto señala la igualdad de género. El compromiso asumido por los países fue: “lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas”, para lo cual se fijaron una serie de metas, que, según el informe de septiembre 2022, están lejos de ser cumplidas.

Los números hablan por sí solos. Según informes de la ONU, en 2021, 1 de cada 10 mujeres y niñas del mundo fueron objeto de violencia sexual o física; 1 de cada 5 mujeres contrajo matrimonio antes de los 18 años y 1 de cada 4 mujeres informaron conflictos familiares más frecuentes desde la pandemia. Otro de los puntos centrales a mejorar es la participación política de las mujeres. El informe señala que, a julio de 2022, solo el 26,4% de los puestos mundiales parlamentarios estaban ocupados por mujeres. Este es un porcentaje que, según el informe, deja a los países a décadas de distancia del cumplimiento de paridad de género en ámbitos de participación política (uno los pautados por los ODS para 2030).

Estas cifras y las declaraciones de Guterres son un llamado de alerta de que, aunque hay cosas para celebrar, queda un largo camino para lograr la igualdad de género y que vivimos en medio de una creciente ola patriarcal que se resiste a los cambios. El mayor país donde se ha hecho patente esta resistencia del patriarcado es en EE.UU. con el fin de Roe vs. Wade, justo antes de que la famosa ley cumpliera 50 años. En varios estados republicanos sus gobernadores han impulsado diversas medidas que limitan la educación de las niñas, los derechos reproductivos de las mujeres, etc. La realidad de ciencia ficción que escribió Margaret Atwood en El cuento de la criada (1985) parece acercarse cada vez más a la realidad del país más capitalista del mundo.

¿Qué pasa en nuestro continente y en Chile? Lo mismo que en el resto del mundo, es decir, avances y retrocesos. En países como Brasil, donde la violencia ha sido normalizada al punto de la desensibilización a ella, las tasas de femicidios son verdaderamente monstruosas. Pese a que en 2006 se pasó la Ley Maria da Penha que tipifica la violencia contra la mujer como crimen, solo en 2022 se asesinaron a una mujer cada 6 horas. La brillante Patrícia Melo publicó ese mismo año su última novela, titulada Mulheres empilhadas (mujeres apiladas) en la que, a través de la ficción, cuenta las historias reales de mujeres asesinadas en Brasil. Allí su protagonista reflexiona: “Vocês, homens, toma porre e nos matam. Querem foder e nos matam. Estão furiosos e nos matam. Querem diversão e nos matam. Descobrem nossos amantes e nos matam. São abandonados e nos matam. Arranjam uma amante e nos matam. São humilhados e nos matam. Voltam do trabalho cansados e nos matam”. (Ustedes, hombres, se drogan y nos matan. Quieren sexo y nos matan. Están furiosos y nos matan. Quieren diversión y nos matan. Descubren a nuestros amantes y nos matan. Son abandonados y nos matan. Se encuentran una amante y nos matan. Son humillados y nos matan. Vuelven del trabajo cansados y nos matan). En esta anáfora, Melo resume la realidad de los femicidios: no hay una razón para ellos, sino que cualquier excusa sirve para matar a una mujer.

La realidad de Chile no está ni cerca a la de Brasil, pero igualmente se llegaron a 53 femicidios en 2022, un tercio del gigante sudamericano proporcionalmente a la población. Esto no es para celebrarlo, pero sí para que dimensionemos que hay realidades mucho peores que la nuestra, solo al otro lado de la cordillera.

Si bien en Chile la brecha laboral aún es grande, se ha avanzado en esta materia y el tener un Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género es un avance importante, porque eso significa que hay políticas de estado que van directamente hacia mejorar la condición de las mujeres en Chile. La brecha educacional ha mejorado de modo significativo y la representatividad en la política ha ido aumentando al punto que hoy muy pocos cuestionan la paridad de género en instituciones. Tampoco es menor tener un presidente que se declara feminista, aunque esto por sí solo no basta.

En materia legislativa también ha habido avances importantes como la despenalización del aborto en 3 causales en 2018. En el mismo año se aprobó una ley que reconoce y protege el derecho a la identidad de género, que protege derechos de personas trans. Otro avance en materia legislativa fue la aprobación de la ley que sanciona el acoso callejero en 2019. Estos son pasos en la dirección correcta y debemos celebrarlos como avances en la equidad. Dicho esto, aún quedan pasos para corregir distorsiones amparadas en nuestra legislación. El mejor ejemplo es la discriminación contra las mujeres casadas en sociedad conyugal que subsiste en el Código Civil, de acuerdo al cual el marido es –según su artículo 1754- el jefe de la sociedad conyugal, administrando los bienes de la misma, incluyendo los bienes propios de la mujer. Aunque se han presentado proyectos para modificar esta normativa, que atenta contra el Derecho Internacional de los DD.HH. , y por la cual Chile ha sido llevado al Sistema Interamericano de Derechos Humanos (caso Sonia Arce), aún no se ha materializado. Hace casi un año se ingresó el último intento por modificar el artículo 1754 del Código Civil, pero aún no se ha concretado como ley.

Por tanto, este 8M tenemos razones para celebrar avances en pos de la equidad e igualdad de género. Sin embargo, no podemos ignorar la evaluación hecha por el secretario general de la ONU de que, así como vamos, llegaríamos a la igualdad en casi 300 años. No debemos dormirnos y ser autocomplacientes. Por el contrario, la invitación es seguir en la lucha para conseguir la anhelada equidad. Para ello, debemos presionar a nuestr@s legisladores para que leyes anticuadas como el artículo 1754 sean cosa del pasado. También debemos comenzar por casa educando a nuestr@s hij@s por igual, sin hacer diferencias, lo cual significa sacarnos nuestros propios prejuicios machistas. La educación parte en casa y l@s niñ@s aprenden la discriminación de género en el entorno de sus propios hogares.

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37 comentarios en “Reflexiones sobre el 8M”

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