Sociedad: ruidosa y eterna conexión

¿Por qué nos comportamos de manera tan ruidosa? La tecnología nos ha proporcionado la capacidad de llevar la música a todas partes, pero con ello hemos perdido el arte de disfrutar del silencio. La sobreestimulación auditiva se ha convertido en una forma de escape, una manera de evadir la realidad o llenar el vacío de nuestros pensamientos.

Soundtrack: Piano Concerto No. 21, Andante –  Wolfgang Amadeus Mozart.

Por Fabián Muñoz Figueroa, tecnólogo Médico, docente de la Universidad Viña del Mar

Capítulo 1: Paraíso Perdido
Sábado, 11 de la mañana. Una suave brisa hace cascabelear las hojas de sauces y eucaliptus. El lago revienta pequeñas olas en la orilla y algunos patos graznan a lo lejos. El silencio profundo solo es interrumpido por los cautelosos pasos de un zorro en busca de algo para cazar. Escondido entre los árboles, un campista busca el enfoque perfecto y la cámara encuadra en una fotografía ese silencioso trozo de edén.

Un momento así es ideal para calmar la mente del estrés de la vida cotidiana y, para la mayoría de nosotros, regalarse un espacio de desconexión, un privilegio que pocas veces nos podemos permitir.

Tranque la Luz, Placilla, V Región.

En la era actual, la sociedad se ha sumergido en un mar de sonidos constantes que, lejos de proporcionar armonía, a menudo generan un caos ensordecedor. La proliferación del ruido, ya sea en las calles, en los transportes públicos o incluso en entornos naturales, ha alcanzado niveles alarmantes. Este estruendo cotidiano no solo afecta nuestra calidad de vida, sino que también conlleva patologías y alteraciones que merecen una reflexión profunda.

Una de las patologías más evidentes asociadas con el ruido constante es la pérdida de la capacidad de concentración. La sobreexposición a sonidos estridentes ha demostrado afectar la atención y el rendimiento cognitivo, contribuyendo a un entorno propicio para el estrés y la ansiedad. La necesidad de estar siempre conectados, acompañada de la invasión auditiva constante, parece haberse convertido en una característica intrínseca de la vida moderna.

Capítulo 2: Música estridente = yo tengo el poder
¿Por qué nos comportamos de manera tan ruidosa? En gran medida, esto se debe a la cultura del consumo y la inmediatez. La tecnología nos ha proporcionado la capacidad de llevar la música a todas partes, pero con ello hemos perdido el arte de disfrutar del silencio. La sobreestimulación auditiva se ha convertido en una forma de escape, una manera de evadir la realidad o llenar el vacío de nuestros pensamientos.

Cada vez es más común encontrarse en un bosque o una laguna silenciosa y ver como ese panorama de tranquilidad es destruído por algún energúmeno que, abusando del espacio de los demás, coloca “su” música a todo volumen, espantando pájaros, peces y transformando un parque en un encuentro de regueton o cumbia sin límite de decibeles. Agregue usted alcohol a estos individuos (que por lo demás andan conduciendo) y olvídese de razonar con ellos porque usted será el malo, el aguafiestas, el fome, incluso el enemigo, así que se puede ir borrando de sus expectativas el panorama de tranquilidad al que aspiraba en un inicio.

Cuadro de “La enfermera que pide silencio” en un entorno natural.

El ruido musical al viajar a la naturaleza es una manifestación preocupante de esta tendencia. Los bosques, que solían ser refugios de tranquilidad, se ven invadidos por altavoces portátiles y cuestionables playlists a todo volumen. La incapacidad de desconectar y apreciar la serenidad de la naturaleza contribuye no solo a la desconexión personal, sino también a consecuencias perjudiciales para la fauna que habita en estos entornos.

La música estridente y el bullicio humano interfieren con los patrones de comportamiento de muchas especies animales, afectando su capacidad para alimentarse, comunicarse y reproducirse. Los campistas, a menudo inconscientes de las perturbaciones que causan, introducen un elemento discordante en el equilibrio natural de estos ecosistemas. Aquello no solo afecta el ajetreo diario sino que cada vez es más frecuente escuchar el retumbar del trap o el reggaeton a altas horas de la madrugada y, junto a las risotadas, gritos como el clásico “!Eh…Eh!….Eh!… Eh!….” y otros cantos balbuceantes alimentados por el alcohol o las drogas. ¿Usted pensaba levantarse temprano para salir a explorar o pescar? Ya puede irse olvidando también, porque el egoísmo y el hedonismo nos invita a demostrar quien pone la música más fuerte o quien grita más para demostrar en redes sociales “lo bien que lo están pasando”… A costa de molestar a la naturaleza y a los demás.

Capítulo 3: Salud, silencio y diversión

Da la impresión de que esta sociedad consumista no le permite a ese tipo de personas la sinapsis mínima para ponerse en los zapatos de los demás. No son conscientes de que, por ejemplo, personas con TEA (Trastorno de espectro autista) pueden verse muy afectadas por los alborotos desconsiderados. Así, los ruidosos viven embriagados en un hedonismo criollo que solo busca pintar con placer la carencia de autocrítica.

Informativo sobre los problemas que causa el ruido a personas con TEA, gentileza de la fundación ConecTEA

  La falta de respeto por el espacio y la tranquilidad del resto se traduce en conflictos innecesarios en lugares que deberían fomentar una convivencia pacífica. Así, la música estridente y las fiestas ruidosas pueden convertir lo que debería ser una experiencia de conexión con la naturaleza en un ejercicio de tolerancia y paciencia.

En última instancia, la sociedad ruidosa refleja una desconexión profunda con nosotros mismos y con el entorno que habitamos. Recuperar la apreciación por el silencio, respetar los espacios naturales y considerar el impacto de nuestro ruido en los demás son pasos esenciales para restaurar un equilibrio perdido en nuestra relación con el sonido. La paz interior y el respeto por el medio ambiente deben convertirse en las melodías que guíen nuestro viaje en este mundo cada vez más ruidoso. Vale cuestionarse ¿para qué ir a la naturaleza si la vamos a contaminar con el mismo ruido de la ciudad?

Generar espacios de silencio, tranquilidad y desconexión efectiva es absolutamente necesario para una vida libre de estrés y ansiedad.  Así lo entienden países desarrollados como Alemania, donde la legislación al respecto es estricta y los domingos poseen una tranquilidad que roza lo sagrado, lo mismo ocurre dentro de la semana. Y es que los alemanes saben que no todas las personas tienen los mismos días libres. Tienen consideración con los profesionales de la salud, ya que muchos trabajan en urgencias y necesitan atender a los pacientes sin generar riesgos por un mal descanso. También consideran a personas que trabajan en supermercados, restaurantes, malls y farmacias como personas que no se pueden permitir el descansar fines de semana y por ello empatizan con esa consideración.

Por otra parte, y mucho más cerca, existen costumbres scout como “el gran silencio”, que es una hora especial cerca de las 22:00 en la que el ruido desaparece para dar paso a las actividades de la fauna nocturna. En ese período podemos descansar, dormir, ponernos románticos, mirar las estrellas, o simplemente explorar el mundo en puntillas. Además, es el horario en el que desaparecen los celulares, ya no hay Netflix, Spotify o Youtube y se pueden contar de boca en boca (como se hacía en el pasado) las mejores historias de terror.

Otros países han adaptado la necesidad de la jarana a un formato impecable conocido como fiestas silenciosas, una combinación de lo mejor de ambos mundos.

Fiestas Silenciosas, la nueva tendencia en países desarrollados.

Epílogo

Aunque no lo parezca, son ese tipo de detalles los que demuestran la cultura y nos hacen crecer como sociedad, ya que empatizamos con respetar el espacio de tranquilidad del resto.

No nos conformemos con la frasecita de que “a todo latino le gusta la pachanga”, porque ese estereotipo no es un común denominador.

Le invitamos a que comparta esta reflexión con otras personas para plantearnos un cuestionamiento social y generar un cambio cultural que nos haga crecer como individuos. Enseñemos a nuestros hijos el valor de los momentos sin ruido y dejemos la música para nuestra casa, idealmente a puertas cerradas y a un volumen prudente o, mucho mejor, en la inapreciable reserva de un audífono. Créame, muchas personas y seres vivos se lo van a agradecer.

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17 comentarios en “Sociedad: ruidosa y eterna conexión”

  1. Si bien la música muchas veces determina y mejora nuestro estado de ánimo concuerdo en que el silencio, la tranquilidad y desconexión efectiva son muy necesarios en nuestras vidas.

  2. El silencio interno es un trabajo duro, así que entiendo la facilidad por evitarlo. Comparto la reflexión de que nos falta respeto por el espacio público, y no solo en un tema de contaminación acústica sino que en muchos otros sentidos.
    Buena columna!

  3. Comparto de forma total tu opinión, que no sólo es una opinión a secas, está bastante fundamentada. A mi que me gusta una música «más ruidosa» que el trap o el reggaeton, siento la necesidad de respetar los espacios, sean naturales o urbanos. Saludos, buen artículo.

  4. Al leerlo recordé esas fiestas en departamentos que muestran de algunas comunas de la región metropolitana… Un barullo que ni ellos entienden… Un mundo en qué es más fácil imponer volumen (a veces de pseudomúsica) a generar contenido, a crear en familia o con amigos, disfrutar cosas colectivas sin imponer mi sonido al resto… Para que decir lo desagradable de los parlantes en las playas… Los humanos contaminamos de todas las formas posibles, y la tecnología abrió la puerta a la contaminación auditiva… Somos una plaga…

  5. Estas en medio del trekking y a kilómetros suena el maldito tubo de escape de las motos anunciando su presencia. Motoqueros dejando latas de cerveza, aceite de motor y espanto en la fauna.

    1. No encasille a todos los motoqueros en su comentario señor N.N. sepa usted que muchos amantes de las motos aman y cuidan igual o más la fauna y promueven el reciclaje y actividades benéficas. No todos son malos, como todo en la vida no hay que generalizar. Saludos

  6. Temazo el que has publicado Fabian! Excelente relato… sobretodo la aparente relación entre sobre estimulación … poder… inmediatez del consumo… hedonismo.. y la paradoja respecto a la desconexión profunda consigo mismo tan descrita en problemas de salud mental y con el entorno en el que también co existen otros… Buen trabajo que sin duda invita a la reflexión y a la acción…

  7. Que maravilloso comenzar la lectura con un pequeño relato de un lago y la naturaleza siendo como es.
    Te transporta inmediatamente a la calma y transmite paz interior.
    Muy buena nota bien completa como todas las semanas

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