Todo por el poder, nada sin él

Pedro Sánchez en España y Sergio Massa en Argentina han demostrado pragmatismo en su modo de hacer política, que es lo que define a un político exitoso. También han sabido leer las señales de su propia historia política y explotar los nexos dictatoriales de sus opositores, ya que tanto en España como en Argentina la dictadura y sus lazos con ella son verdaderas criptonitas políticas.

Por A.C. Mercado-Harvey

En nuestro vecino país se cerraron las campañas presidenciales y el domingo fue el último debate en el que claramente perdió Milei. Finalmente, Patricia Bullrich le dio el apoyo al candidato libertario y juntos cerraron en Córdoba, un sector más de derecha que Milei espera ganar el domingo. Pese a este explícito apoyo, da la impresión que es, como se dice en inglés: too little too late (muy poco muy tarde). Si bien no sabremos los resultados hasta el domingo por la noche, todo parece indicar que Massa será el próximo presidente de Argentina. La pregunta es cómo un político de un sector que tiene al país con casi la mitad de la población en la pobreza y un 10% en la indigencia, con un peso que no vale nada y una inflación interanual del 142% puede llegar al poder. La respuesta es pericia política. Esto es algo que no solo ha quedado demostrado en esta campaña en Argentina, sino también al otro lado del charco, en esa ficción llamada España.

Hace unos meses todos nos preguntábamos cómo se formaría un gobierno en España con los resultados de su última elección. Este medio entrevistó en exclusiva a un importante dirigente del PSOE y la pregunta central fue esa. En esa ocasión nuestro entrevistado nos habló de la posibilidad de lo que terminó ocurriendo finalmente: una alianza con los independentistas catalanes. Para muchos españoles esto era prácticamente un pacto con el diablo, como hemos visto en las manifestaciones en las que se ha llegado al extremo de llamar a Pedro Sánchez de dictador y pintar buses con su cara con el bigote de Hitler. Esto no solo es absolutamente ridículo, sino que en un país que tuvo a un dictador semifascista por 40 años es surreal, sobre todo viniendo de sectores de derecha que apoyaron a esa dictadura y que, una parte de ella, aún defiende a Francisco Franco.

El sistema parlamentario español es complejo, pero no es antidemocrático. Lo que la derecha española no soporta es la pericia política del PSOE y su propia incapacidad de formar alianzas. Hay que pensar que en la última elección parlamentaria el Partido Popular de derecha sacó más escaños que el PSOE, pero no le alcanzaron para formar gobierno. Sin embargo, hoy se reelige a Pedro Sánchez como presidente del gobierno español. En un sistema presidencial eso no hubiese sido posible, porque el que saca más votos gana. No obstante, en el parlamentarismo español no es así: llega al gobierno quien logre alianzas en el Congreso para poder gobernar. El PP demostró su absoluta incapacidad de encontrar la cantidad de aliados necesarios para llegar al poder, mientras que Sánchez hizo una jugada de ajedrez en la que su jaque mate fue aliarse con los independentistas catalanes y ceder a sus demandas de amnistía por los presos que hay como resultado del intento de plebiscito y de secesión de 2018. Para muchos españoles esto era pactar con el demonio, porque estos son parlamentarios que buscan la independencia de Cataluña de España. Parece un oxímoron, pero no lo es tanto si vemos la historia de una nación, que en realidad no es una (como declaraba Franco) sino varias. Eso es lo que no soporta la derecha española, que se quedó pegada en esa propaganda franquista de que España es una y monolingüe. La realidad no podría ser más diferente: España, si se le considera una, es plural y multilingüe. No solo se habla catalán y euskera, sino gallego y varios otros dialectos entre medio de esos idiomas. Culturalmente tampoco hay unificación, por mucho que el franquismo intentara empujar la cultura andaluza con el flamenco como lo nacional. Cada región tiene su propio baile y música que incluye gaitas en Galicia (una cultura céltica), y cada una tiene sus propias festividades y costumbres que no tienen nada de unificadas.

Pero volvamos a la política contingente. El PSOE logra llegar al gobierno con los votos de los independentistas catalanes. Esto también se entiende en la historia de España, específicamente en la historia de la 2da República. No hay que olvidar que ese gobierno durante la Guerra Civil (1936-39) estuvo en Barcelona y luego en Valencia. Los lazos entre esos territorios y los socialistas son antiguos y fuertes. Frente a la arremetida de la ultra derecha (Vox) y la derecha tradicional (PP) las fuerzas de izquierda se unieron. Si bien Vox fue el gran perdedor de las elecciones parlamentarias y el PP el ganador, no pudieron formar gobierno. Esto también se explica en una compleja historia de la derecha española desde las guerras carlistas en el siglo XIX. Una alianza que parecía natural, al final no lo es tanto si se toma en cuenta que el PP ha aspirado a ser una derecha democrática y Vox es un abierto defensor de la dictadura de Franco. Al final, ganó la pericia política del PSOE, un zorro viejo que supo capitalizar esa vieja alianza con Cataluña. Veremos si se cumple lo que le dijo Feijoo (líder del PP) a Sánchez de que esto le iba a costar en el futuro. En buen chileno: pan para hoy, hambre para mañana. El tiempo dirá, pero me parece que la vieja alianza de socialistas e independentistas sabrá salir adelante en medio de todo el ruido.

Ahora volvamos a la realidad de nuestros vecinos argentinos. La situación allá no es tan diferente a la de España y también se explica bastante en la historia, específicamente en la de la dictadura de los militares. En el último debate, Massa se comió vivo a Milei, quien cayó en el juego del sí o no de las preguntas de su contrincante. En vez de aprovechar la coyuntura económica y cuestionar a Massa sobre sus planes para arreglar el descalabro, Milei se vio atrapado en lo que le preguntó Massa, quien así dominó el debate fácilmente. Con esto quedó demostrado el amateurismo de Milei y la pericia de político con experiencia que tiene Massa. Como hemos conversado con nuestros invitados en los Diálogos Regionalistas abocados a las elecciones argentinas, Massa es un político de gran habilidad, con gran capacidad para formar alianzas y credibilidad por no ser del ala kirchnerista que hoy está muy cuestionada y de capa caída.

            La abierta defensa de Milei a la dictadura y los nexos de su candidata a vicepresidenta tampoco lo ayudan y es probable que centristas de Juntos por el Cambio prefieran votar por Massa que por un candidato que no termina de cuajar. Milei en el cierre de su campaña llamó a no votar con miedo porque el miedo paraliza, pero la realidad es que muchos votarán con ese sentimiento dirigido a él. Hay un sector de la izquierda que tiene pavor de la ultra derecha (y con buenas razones) que se ha movilizado fuertemente contra Milei y a favor de Massa. Para aterrizarlo a nuestra realidad, similar a lo que ocurrió en la segunda vuelta de nuestra elección presidencial cuando la izquierda se unió firmemente en torno a la candidatura de Boric frente a la arremetida de la ultra derecha con Kast.

Tanto en los acontecimientos electorales que hemos visto en España como en Argentina podemos observar que la historia importa en política y mucho, también la competencia y la experiencia. Pedro Sánchez continuará en el poder en España por su capacidad negociadora, por saber formar alianzas. Por otro lado, si Massa se convierte en presidente este domingo será por el mismo motivo: por haber sabido debatir hasta con tos y por saber negociar con antiguos socios de la otra vereda política. Ambos líderes son maquiavélicos en el sentido original del término, que se ha deformado para significar malvado y siniestro, cuando en realidad lo que dijo Maquiavelo en su libro es la capacidad de gobernar en la realidad que existe, no en un mundo utópico e irreal como lo habían planteado los griegos. Sánchez y Massa han demostrado pragmatismo en su modo de hacer política, que es lo que define a un político exitoso. También han sabido leer las señales de su propia historia política y explotar los nexos dictatoriales de sus opositores, ya que tanto en España como en Argentina la dictadura y sus lazos con ella son verdaderas criptonitas políticas.

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