Con el trasfondo de un grave hecho de violencia ocurrido en un colegio de Rancagua, en mi opinión, hay dos elementos locales que agravan el problema: el aumento del narcotráfico y el problema de xenofobia que ha aumentado con la mayor presencia de inmigrantes, principalmente venezolanos y colombianos, pero también de peruanos, como es el caso de la familia del chico agredido en el colegio De Geyter.
A.C. Mercado-Harvey
Esta semana hemos visto 3 casos de violencia escolar que han sido informados por la prensa, dos de ellos en nuestra región. Edison Ortiz, en varios de sus artículos, nos había informado sobre personal de diversos colegios de la región que le señalaron que la pospandemia era una olla a presión. ¿Será que estamos viendo esa explosión en la conducta de nuestra juventud? ¿Hay un problema en el manejo que hacen los colegios? ¿Cuál es la responsabilidad de los padres?
Primero, veamos los hechos. El más grave ocurrió en un colegio de Puente Alto, la comuna más populosa de la Región Metropolitana, que también puede considerarse el gueto más grande de Chile. En el colegio industrial Las Nieves, según se ha informado por la prensa, el miércoles 22 de marzo seis estudiantes, de entre primero y cuarto medio, se vieron involucrados en un hecho de violencia con arma blanca. La versión entregada por Carabineros es que la pelea habría comenzado cuando uno de los estudiantes atacó a un profesor, frente a lo cual otros alumnos salieron en su defensa. Además, quedó lesionado un asistente de la educación. Poco después, el agresor fue detenido y los heridos, hospitalizados.
Ese mismo día en Machalí, según Radio Machalí, una apoderada del Colegio Los Llanos, de esa comuna, denunció un episodio de bullying que sufrió su hijo durante la jornada escolar del lunes 21 de marzo. De acuerdo a su testimonio, el niño estaba viendo videos con un compañero y de pronto aparecen dos compañeros y comienzan a ladrarle como perros y luego, lo arrastraron por el patio y, al ver que al chico se le estaban bajando los pantalones, continúan con la agresión hasta bajárselos por completo, al igual que sus zapatillas. La madre también señaló que tuvo reunión con los dos apoderados de los agresores y el personal del colegio. Tras su finalización, acudió a la Subcomisaría de Machalí para prestar una denuncia por los hechos. Por su parte, el DAEM emitió un comunicado, donde indican que: “El departamento de Educación Municipal de Machalí ha tomado conocimiento respecto a lo acontecido en el Colegio Los Llanos, hecho que se ha viralizado a través de redes sociales y que ya cuenta con denuncias formales antes las autoridades pertinentes, quienes deberán investigar lo sucedido, para lo cual, contarán con toda la colaboración necesaria de nuestra parte. Además, hemos instruido a la Unidad de Convivencia Escolar realizar una intervención integral en el establecimiento educacional, con el fin de apoyar y brindar acompañamiento a los/las involucrados/as, así como también a sus respectivas familias”.
Cabe recordar que este colegio ya había tenido un caso aún más grave en 2019 cuando un niño de 11 años habría sido agredido con arma blanca por otro alumno del mismo establecimiento. En esa ocasión, también se recurrió a la Subcomisaría de Machalí, pero la denuncia no pudo ser cursada debido a que el colegio debía hacerla y eso no ocurrió. La apoderada, en su momento, denunció que los inspectores que le informaron de la agresión le pidieron que no denunciara la situación y no le prestaron ayuda.
En el caso de la agresión ocurrida este pasado lunes no hubo comunicado del colegio, sino de los profesores, quienes señalaron haberse enterado de la agresión por redes sociales y no por vía oficial del colegio. En este comunicado, además, los profesores denuncian que debido a problemas conductuales o de violencia que no eran atendidos con seriedad y rigurosidad, en 2022 hicieron llegar una carta al alcalde y al jefe del DAEM para que les brindaran el apoyo que necesitaban y, pese a que tuvieron una reunión, no llegaron a una solución. Indican, también, que en 2023 volvieron a hacer ver el problema y pidieron ayuda, pero que no ha habido cambios y que siguen con los problemas de disciplina, y con la toma de decisiones para enfrentar estas situaciones.
Agresión en colegio De Geyter
Por último, la semana pasada vimos en la prensa nacional el caso de un niño de sexto básico que terminó hospitalizado por agresiones realizadas por compañeros del Colegio Eduardo De Geyter de Rancagua. En este caso, El Regionalista tuvo acceso al testimonio de una apoderada, quien señaló que el colegio intentó ocultar los hechos. El ataque ocurrió el 15 de marzo. Según la apoderada entrevistada, el colegio no emitió un comunicado hasta el lunes de la semana siguiente. También señaló que al niño lo enviaron al hospital, diciendo que las lesiones habían sido producto de un pelotazo. Debido a esto, la madre publicó el certificado que le entregaron en el HRR, donde la pediatra señala que Emir León Coronado (el menor agredido) estaba en la UTI pediátrica por neumomediastino y bullying escolar. Frente a esto, los apoderados protestaron frente al colegio el día lunes y ese mismo día la directora del establecimiento emitió un comunicado en el que lamenta la agresión del menor e informa que, para mejorar la convivencia en la comunidad escolar, se convocará a una mesa de diálogo, se realizarán intervenciones, como talleres formativos, se harán derivaciones a entidades externas en casos requeridos y que el equipo multidisciplinario acompañará a los estudiantes en sus procesos de desarrollo.
En varios medios locales, la madre del menor ha señalado que había un historial de bullying con el componente de xenofobia, ya que la familia del menor es peruana. Este es un antecedente no menor, cuando vemos en las noticias a diario que se habla de inmigración y delincuencia como fenómenos que van de la mano. También hemos visto diversas manifestaciones de xenofobia contra inmigrantes, como lo que ocurrió en Iquique con la quema de carpas y colchones. Es aquí donde vemos que los padres tienen mucho que ver en estos casos de bullying, ya que está el factor imitativo, sobre todo en niñ@s de enseñanza básica, como son los dos casos ocurridos en nuestra región.
Otro punto de gran relevancia es que los 3 establecimientos referidos en esta nota tienen niños que vienen de sectores vulnerables y son municipales. Esto no significa que este tipo de episodios no ocurran en colegios de sectores pudientes, pero sí vemos que estos establecimientos, que tienen ese tipo de población escolar, cuentan con menos recursos y, por tanto, menos herramientas para combatir problemas de convivencia escolar.
El psicólogo infantil y juvenil, Max Cataldo Flores, quien ya ha sido entrevistado en este medio, piensa que lo que manifiestan estas agresiones es: el deterioro de la salud mental en Chile, el poco alcance que tienen los sistemas regulatorios de los colegios municipales y da cuenta de que el sistema educacional chileno ya no sirve. ¿Por qué? Porque no está generando competencias socio emocionales para relacionarnos para tener habilidades y para poder aprender antes de integrar conocimiento en general.
La responsabilidad de los padres
Respecto a las preguntas que formulamos al comienzo de esta columna, el psicólogo Cataldo señaló que: “el rol de los padres está asociado a que establezcan una crianza de forma respetuosa, de buen trato, que estos elementos no se presenten desde sus habilidades parentales. Por otro lado, tienen que abrir diálogo, conversación con los hijos para poder evaluar diferentes elementos que puedan estar afectando a sus hijos para luego informarlo a su profesor jefe o a algún estamento de las unidades que pueda tener cada colegio. Además, de educarlos en temas de empatía, buen trato, relaciones interpersonales positivas, ese es el rol fundamental, porque a nivel de la sociedad existe un alcance de la violencia muy alto, hay una exposición desde la televisión, desde la cultura misma y se están normalizando patrones de violencia dentro de la familia, que se replican de los niños hacia los compañeros”. Ese es un rol fundamental de los papás, de educar a sus hij@s.
Por tanto, no son los profesores quienes deben educar a l@s niñ@s cuando se trata de su comportamiento, sino que debe venir de los padres. Los menores imitan las conductas que ven a su alrededor y, si eso es lo que ven en su casa o vecindario, se verá replicado en su ambiente escolar.
Según lo que reclaman muchos apoderados de colegios municipales, las directivas no toman medidas a tiempo y, en algunos casos, no actúan de acuerdo a los protocolos, al ocultar información y no dar apoyo a los docentes y a otros profesionales de la educación. Eso no siempre es resultado de una administración incompetente, aunque es un factor, sino que tiene que ver con los recursos con los que cuenta cada municipio. Este es un lastre que no hemos podido borrar y data de la época de la dictadura. Pese a que hay un calendario de desmunicipalización en curso por parte del Mineduc, este fue retrasado por el actual ministro Ávila, por tanto, el sistema aún está en pie.
También, hay que tomar en cuenta los factores que han sido citados por varios profesionales respecto a lo que ha sucedido pospandemia y la pérdida de habilidades sociales durante los dos años de clases por Internet. Sin embargo, el bullying no empezó con la pandemia. Es un fenómeno muy antiguo. Lo que ha cambiado es la amplificación que ocurre por redes sociales, que han agregado una nueva dimensión en lo que se llama cyberbullying. Por otra parte, estos casos se conocen más rápido también como efecto de la propagación de información de redes sociales. Por tanto, es un arma de doble filo, ya que ayuda en la amplificación del bullying y agrega otra dimensión digital, pero, a su vez, permite que estos casos se conozcan más rápido y sea más difícil ignorarlos.
En mi opinión, hay dos elementos locales que agravan el problema: el aumento del narcotráfico, lo cual implica niñ@s y padres que participan de ese tráfico y el problema de xenofobia que ha aumentado con la mayor presencia de inmigrantes, principalmente venezolanos y colombianos, pero también de peruanos, como es el caso de la familia Coronado en el caso del colegio De Geyter. Si no actuamos, para atacar estos problemas como sociedad, es bien poco lo que pueden hacer los colegios para frenar la violencia que ha penetrado sus puertas.
1 comentario en “Violencia escolar, ¿qué está pasando con nuestros niños y adolescentes?”
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