Radiografía al Brasil de Lula III

La salida del gabinete de un ministro militar y una serie de hechos acaecidos durante las últimas semanas en el plano internacional, ponen cuesta arriba la gestión de Lula y parecen marcar el fin de la luna de miel del presidente brasileño.

Por Edison Ortiz

El Regionalista viajó a Brasil, Sao Paulo, en el contexto de la presentación del libro “50 anos do Chile de Allende. Una leitura crítica” que editó nuestro colaborador Alberto Aggio, presentado en la ciudad universitaria de la Universidad Estadual Paulista (USP) y que hasta hoy ha tenido mucho éxito de ventas. En la oportunidad pudimos palpar tanto desde la calle como en conversaciones en espacios universitarios y en el debate en la propia prensa brasilera directamente y en la conversación con observadores agudos del proceso Lula III, el pulso y la marcha de su tercer gobierno.

Sao Paulo, es una megaurbe de 22 millones de habitantes que contiene a todo Brasil en un solo espacio: allí se puede ver su opulencia que evidencia muy bien la avenida Paulista, así como los rascacielos transparentes de la City financiera y  también su pobreza, que se manifiesta con mucha fuerza en sus barrios viejos, con edificios arquitectónicamente muy bellos. Está allí el rastro de la rica inmigración que tuvo la ciudad reflejada, además, en su rica y variada gastronomía. No muy lejos, en torno a la avenida República, abunda la mendicidad, la delincuencia, el tráfico y la prostitución, espacios vedados de noche y que de día son objeto de una fuerte presencia policial, como la que no vemos hace tiempo en Chile.

Al llegar a uno de sus aeropuertos, Congonhas, de tráfico nacional, se percibe de inmediato el giro comunicacional del gobierno que encabeza el exdirigente sindical Luiz Inacio Da Silva: un gran letrero avisa el rescate y la inversión, a través de una fundación, que hará su administración en función de preservar la Amazonía, patrimonio verde de la humanidad. Una alusión y critica indirecta al gobierno anterior de Bolsonaro quien, en una asamblea de Naciones Unidad en 2019, incluso llegó a decir que la Amazonia no era patrimonio de la humanidad : “es una falacia decir que la Amazonia es patrimonio de la humanidad, es un equívoco”.

Entre los políticos e intelectuales progresistas de Brasil había una clara conciencia que el nuevo gobierno petista (PT) tiene un desafío mayor que producir transformaciones profundas en una de las naciones con mayor riqueza del planeta, pero la séptima con más desigualdad. De hecho, el propio Lula en su discurso de investidura manifestó que “actualmente hay 33 millones de brasileños pasando hambre… No podemos aceptar como normal que millones de personas no tengan que comer o que consuman menos de las calorías que necesitan… es inconcebible que un país como Brasil, que es una de las mayores potencias agropecuarias del mundo, el tercer mayor productor de alimentos y el primero de proteínas animales, no pueda garantizar que todos los brasileños tengan diariamente un desayuno, un almuerzo y una cena«.  

Otro gran desafío es restituir la legitimidad y las instituciones democráticas socavadas por la administración Bolsonaro. La expresión “Ainda, respira. Ufa”, uno de los últimos textos del intelectual gramsciano Aggio, tal como se manifiesta en su introducción es “una verdadera expresión de alivio después del resultado electoral del 30 de octubre de 2022 que sancionó la victoria de Lula la promesa de superar los últimos años en los que fuimos sometidos a amenazas muy fuertes contra la democracia y contra el propio país”, pero que Lula, al parecer no está llevando por buen camino.

Lo anterior y el estrecho resultado electoral –50,9 contra 49, 1%- hacía presagiar un gobierno más bien de unidad nacional que una nueva administración controlada exclusivamente por el Partido de los Trabajadores (PT). Y así lo hizo sentir Lula en su primer discurso luego del triunfo: “Vamos a gobernar para todos, no para los que nos votaron”. Esa voluntad se expresó en la conformación de su primer gabinete donde integró a figuras del PSB, MDB y a Simone Tebet, excandidata presidencial centrista, e incluso militares como el general Marcos Edson Goncalves. Mientras El Regionalista le tomaba el pulso a esta administración, el uniformado que se hizo cargo de seguridad Institucional se transformó en la primera víctima de su gabinete, al revelarse imágenes de CNN Brasil en que se le ve participando junto a alborotadores en la revuelta del 8 de enero en que se exigía la restitución de Bolsonaro.

Y este error político se suma a una serie de hechos acaecidos durante las últimas semanas, en especial en el plano internacional, que ponen cuesta arriba la gestión de Lula. Tal vez la más significativa de ellas fue la reciente visita a China en que se entrevistó con Xi Jinping, en abierta disputa con Estados Unidos, abriendo un flanco en el bloque occidental que no pasó inadvertido para nadie. En esa cumbre, ya polémica, pronunció unas palabras que generaron más controversia no solo en Brasil, sino que con la propia Unión Europea. En la ocasión, Lula manifestó que “Mientras no haya diálogo, la paz ideal para los ucranianos y los rusos no va a ocurrir. Tiene que haber concesiones”, equiparando las responsabilidades en la guerra entre quien fue invadido y quien invadió y que generaron la inmediata respuesta del portavoz de la UE, Peter Stano. El personero indicó que “en referencia a los discursos del presidente brasileño, solo quisiera recordarles algunos datos básicos. El hecho número uno es que Rusia, y solo Rusia, es responsable de la agresión ilegítima y no provocada contra Ucrania. Entonces no hay duda de quién es el agresor y quién la víctima”, espetó. Ni hablar la polvareda de declaraciones y cuestionamientos que abrió la visita durante esta semana a Brasil del ministro de Exteriores ruso, Lavrov, que nuevamente encendió la pradera entre Lula y occidente. Sus intervenciones, en el contexto de una respetada nación con trayectoria diplomática, también le generaron la crítica abierta de los principales medios cariocas como Folha de Sao Paulo, O Globo o Correio Braziliense. En este último medio, un destacado columnista local, Luiz Carlos Azedo,  precisamente el martes 18 de abril, en una columna titulada “Nas entrelinhas: com a visita de Lavrov, Lula deu o terceiro drible a mais” (“Entre líneas: con la visita de Lavrov, Lula hizo el tercer dribling de más”), calificó la situación como “profundamente problemática”. Aludía a una jugada típica del futbol carioca, en relación a las últimas actuaciones del presidente de Brasil y sus erráticas intervenciones en su viaje a China, sobre la guerra en Ucrania de ida y de vuelta y la conflictiva visita de Lavrov que se desarrolló en estos días. Azedo ironizó en un lenguaje coloquial y entendible para el brasileño promedio. El columnista repasó así a Lula: fueron un error las declaraciones emitidas en China, hizo caso omiso de lo que le señaló la propia diplomacia local e hizo oídos sordos a los mensajes enviados por diplomáticos norteamericanos de que el presidente Biden estaba enojado por sus dichos, así como también que la visita de Lacvrov habría sido “un desastre”. Si Lula “creía que podía liderar un club de países capaces de negociar la paz en Ucrania, que era una propuesta plausible, aunque muy difícil de lograr, ahora se quedó sin condiciones neutrales para participar en las negociaciones. Ayer, poco después de la reunión con Lavrov, la Casa Blanca criticó duramente al gobierno brasileño: Brasil está repitiendo como loro la propaganda rusa y china sin observar los hechos en absoluto”, dijo a periodistas el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kirby. También, a su regreso y de paso por Abu Dabi, volvió a criticar a Zelensky y el gobierno ucraniano, luego de retractarse. Y el asunto no es solo diplomático, sino que puede repercutir en Brasil donde no hay mucha preocupación por la guerra, pero si hay conciencia que Ucrania es uno de sus principales socios comerciales, pues Brasil tiene una alta dependencia de sus abonos y fertilizantes. En lenguaje coloquial chileno “Lula se pasó algunos pueblos de más”. A su vez, si bien la economía brasileña no anda del todo mal, y su moneda esta fuerte ante otras similares de países vecinos, los especialistas creen que ello no es suficiente y argumentan que el real no está tan fuerte respecto de aquellas que sí importan: creen que es demasiado el tipo de cambio respecto del dólar (4,9), peor aún si se trata del euro (5,5), y estiman que el desafío de reducir el hambre que padecen millones de connacionales se ve limitado. Los más críticos señalan que “a pesar de toda la evidencia, los petistas son los únicos que creen que todo anda bien”.  Después de su confesión en el congreso de los diputados en Madrid en que reveló que “estaba enamorado”, sus críticos más ácidos ironizan con que a estas alturas ya no se sabe si este es el tercer gobierno de Lula o el primero de Rosangela Da Silva, su esposa, quien interviene activamente con opiniones en la política brasilera, no habiendo sido ella, claro está, la elegida para el cargo. Hace un par de días, luego de una semana de titulares negativos sobre su gestión, la bajada de los principales medios cariocas tenía como portada la caída del general Goncalves continuando así, una mala racha que ya lleva dos semanas. A casi ya cuatro meses del inicio de su gobierno parece que la luna de miel de Lula con la opinión pública comienza a marcar la hora de su fin y el despliegue del presidente brasileño en el campo de juego no es bueno.