El lugar de la otra, la nueva película de Maite Alberdi

Es indudable que vivimos un momento dorado internacionalmente con figuras como Pablo Larraín, quien ha abierto muchas puertas con su productora Fábula, Maite Alberdi con sus premiados documentales y Pedro Pascal, quien es el actor chileno más reconocido a nivel mundial. Así es que, si no tiene otro panorama, no dude en entrar a Netflix y disfrutar de esta excelente película chilena.

A.C. Mercado-Harvey

La premiada directora chilena Maite Alberdi, conocida por El agente topo (2020)y La memoria infinita (2023), estrenó un nuevo largometraje a través de la plataforma de Netflix. El lugar de la otra (2024) es el estreno en la ficción por parte de la directora y una exquisita película de época, un tipo bastante escaso en nuestra filmografía, y sobre una temática que este medio ya había comentado en un artículo anterior (link aquí art. mío sobre Las homicidas de Alia Trabucco Zerán).

La crónica de la escritora chilena Alia Trabucco Zerán, Las homicidas (2019), contiene la historia de la olvidada escritora chilena María Carolina Geel, seudónimo de Georgina Elena Silva (1913-1996). La historia novelesca de Geel había quedado enterrada en el olvido hasta que Trabucco Zerán la trajo de vuelta. La enigmática escritora chilena fue una taquígrafa de la Caja de Empleados Públicos y Periodísticos, quien publicó seis novelas: El mundo dormido de Yenia (1946); Extraño estío (1947); Soñaba y amaba el adolescente Perces (1949); El pequeño arquitecto (1956), Cárcel de mujeres (1956) y Huída (1961). También se dedicó a la crítica literaria, escribiendo Siete escritoras chilenas (1949) y artículos para El Mercurio, La Crónica, la revista Atenea y el semanario PEC (Política, Estudios y Cultura).

La novelesca historia de Geel comienza con el crimen que cometió el 14 de abril de 1955 cuando le disparó cinco veces a su novio en el Hotel Crillón de Santiago. Este es el momento en que la escritora entró a la crónica roja de la época y que la directora chilena Maite Alberdi explora en su nueva película. Lo interesante de su propuesta es que, en vez de contar la historia de la escritora en primera o tercera persona, Alberdi crea a un personaje nuevo que narra desde una perspectiva totalmente inesperada y diferente.

Alberdi crea a Mercedes, interpretada por Elisa Zulueta, una secretaria de la Corte que investiga y juzga el crimen de Geel. De este modo, enmarca la historia de la escritora y también crea un espejo en que se reflejan ambas, pero en el que nos reflejamos todas las mujeres chilenas y del resto del mundo. Pero, además, juega con una de las especulaciones del móvil del crimen: lo que en inglés se llama Copycat, es decir, la copia de un crimen. En una de las escenas de la película, Mercedes, quien se ha apropiado del departamento de Geel como su espacio de escape, encuentra un recorte de la noticia de 1941, cuando María Luisa Bombal, la mayor novelista de su época le disparó a su amante sin resultado fatal en la puerta del Hotel Crillón. Para hacerlo aún más claro para el telespectador, la posibilidad de la copia también aparece en la conversación de sus personajes cuando se especula que será indultada por Ibáñez del Campo, tal como lo fue Bombal en su momento.

La intención feminista de la historia es bastante evidente en la referencia a Virginia Woolf, quien a principios del siglo XX hablaba de que, para poder escribir, una mujer necesitaba dinero y un cuarto propio. Si le interesa la historia, hay una gran película de 2002, The Hours, protagonizada por Nicole Kidman que le valió el Oscar como mejor actriz. Si es lector, lea la obra de la escritora inglesa que es excelente.

 La misma Alberdi lo declara: “Todas estamos en búsqueda de espacios de libertad. Acá hay una historia de una mujer mirando a otra que ya tiene conquistada su libertad, incluso desde la cárcel, porque esa libertad es el espacio personal. La libertad es relativa, la vamos construyendo nosotros y eso se arma a través de dos mujeres que se miran.” – Maite Alberdi (https://www.theclinic.cl/2024/10/11/el-lugar-de-la-otra-mirarse-para-ser-vista/).

Y nosotr@s hoy miramos la película y muchas se identificarán en la historia de Mercedes, que luego de trabajar todo el día como secretaria legal, llega a su casa a hacer la comida, preocuparse de sus hijos, y dormir poco a causa de los ronquidos de su marido. Alberdi no esconde el mostrarnos una historia ambientada en los 50 que hoy parece muy actual. Es indudable que la vida de las mujeres ha mejorado en el mundo occidental, pero hay ciertos lastres patriarcales que porfiadamente persisten. Los hemos visto incluso en un gobierno que se ha declarado abiertamente feminista, con un presidente milénico que a menudo muestra la hilacha machista, queriéndolo o no.

Alberdi como la documentalista que es, no pierde su gusto por retratar lo íntimo, pero en este caso lo hace creando un retrato de una familia chilena de clase media baja. El enfoque en la historia de Mercedes, quien encuentra su espacio propio en el de la escritora Geel, refleja también al mundo de las propias espectadoras. En la película hay un enmarque al menos triple: la copia del crimen de Bombal por parte de Geel y la apropiación del departamento y la ropa, perfume y maquillaje de Geel por parte de Mercedes, quien además mecanografía, igual que lo hacía la escritora.

La película tiene otro mérito no menor, que es la ambientación y el vestuario, reproducidos con meticulosa exactitud. Esto es gracias a que el filme fue producido por la productora Fábula, de los hermanos Larraín y de la mano de Netflix, quien además le compró a Alberdi los derechos para hacer su propia versión de El agente topo,que estrenó este año en una versión norteamericana protagonizada por Ted Danson.

Los autos de los años 50, el vestuario, los objetos del departamento de Geel, los muebles, la casa de Mercedes, todo fue reproducido de modo perfecto. La película verdaderamente nos transporta al Santiago de los 50. Además, encuentra los rincones que aún permanecen intactos en la ciudad como el restaurante Confitería Torres de 1879, ubicado en la Alameda con Dieciocho, un lugar patrimonial que tiene una excelente gastronomía.

Un último punto a destacar es el elenco. Sin desmerecer a nuestros grandes actores cinematográficos como Alfredo Castro, Amparo Noguera y Antonia Zegers, es refrescante ver a otros actores de gran talento como Zulueta, que le da vida a Mercedes, a Francisca Lewin que interpreta a Geel, a Marcial Tagle que encarna al juez y a Pablo Macaya, quien personifica al fotógrafo, marido de Mercedes. Es verdaderamente gratificante ver una película chilena de este nivel en una plataforma internacional como Netflix.

Es indudable que vivimos un momento dorado internacionalmente con figuras como Pablo Larraín, quien ha abierto muchas puertas con su productora Fábula, Maite Alberdi con sus premiados documentales y Pedro Pascal, quien es el actor chileno más reconocido a nivel mundial. Así es que, si no tiene otro panorama, no dude en entrar a Netflix y disfrutar de esta excelente película chilena, que sigue acumulando galardones y nominaciones a premios internacionales.

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