Por Edison Ortiz
Érase que se era.
Hubo un tiempo en que los antiguos liderazgos internos del Partido Socialista se nutrían fundamentalmente de tres fuentes: intelectuales de fuste con mucho prestigio en las universidades, dirigentes políticos con mucho contacto con los territorios y la realidad de los campesinos, campamentos mineros y con los pobres y trabajadores manuales de la ciudad.
Esa realidad variopinta tuvo expresión desde su nacimiento ya que entre sus 440 fundadores había empleados, carpinteros, profesores, abogados, estudiantes, economistas, zapateros, sastres, marinos, mineros, costureras, labradores, herreros y albañiles, entre otros. Cabe destacar, además, que entre sus fundadores hay más de veinte apellidos de origen inmigrante: alemanes, rusos, italianos, catalanes, judíos, vascos, etc.

Eso permitió, en el primero de los casos la irrupción de figuras como Eugenio Matte Hurtado, fundador y quien ejerció durante un breve periodo como senador; Eugenio González, rector de la Universidad de Chile, artífice del programa del 47’ y quien también ocupó un escaño en la Cámara Alta; Clodomiro Almeyda, Carlos Altamirano, Julio César Jobet, Manuel Antonio Garretón, entre otros, que fueron protagonistas del debate público chileno. Entre los segundos están Raúl Ampuero, de la generación del 38’, promotor del debate comunista-socialista de los 60’, actor clave de la incorporación de la Antártida al territorio nacional, y prolífico escritor de textos como “El socialismo entre ayer y mañana”; Salomón Corbalán quien, junto a Joel Marambio desempeñó un papel notable en el mundo campesino y en su emancipación en O’Higgins, o el propio Rolando Calderón que de secretario general de la CUT pasó a ministro y luego fue senador. Y ni hablar de Salvador Allende Gossens quien recorrió el país varias veces e implementó políticas públicas que le cambiaron el rostro al país con la creación del Servicio Nacional de Salud, las políticas sobre infancia, el medio litro de leche, barrios dignos para los más pobres, la editorial Quimantú para acceso de los más vulnerables a la lectura, el proyecto Synco que sentó las bases de Internet, la profundización de la reforma agraria y la histórica nacionalización del cobre, por mencionar algunas.

Entre los últimos están dirigentes mineros que alcanzaron testeras en la Cámara de Diputados o el Senado como “el negro Olivares”, aquí en Rancagua, Alejandro Chelén, multifacético trabajador minero, campesino, periodista, escritor y senador por Atacama, Nicanor Araya dirigente minero en dictadura y diputado por Calama en el retorno a la democracia.
También históricamente tuvo destacados dirigentes de federaciones universitarias como la FECH, en la que hubo dirigentes o presidentes que luego fueron parlamentarios, como Julio Barrenechea, José Tohá, luego ministro de Allende, o el mítico Carlos Lorca, secretario general de la FECH y luego diputado, detenido desaparecido; en la FEUC, Fulvio Rossi, luego diputado y senador, Alejandro Navarro de la FEC de la Universidad de Concepción, con el mismo camino. También Camilo Escalona, ex dirigente de la FESES. Los únicos que siguieron el mismo trayecto en el pasado reciente son Álvaro Elizalde, aunque ya no es miembro de su comité central y Arturo Barrios ex presidente de la FECH y actual vicepresidente y una de las tres mayorías nacionales.

Esa historia y ese peso político y moral durante el combate a la dictadura llevaron a decir en algún momento al notable Raúl Ampuero que no “se podría entender el siglo XX chileno sin reconocerle un papel central al Partido Socialista”. Eso mismo hace posible entender por qué hoy el PS tenga una influencia mayor sobre el sistema político, en particular en el oficialismo, que lo que dicen sus votos, ejerciendo un poder más simbólico que real, puesto que con su 6,1% de los votos está cerca del límite que hoy se discute para la sobrevivencia de un partido.

La dura realidad
El comunicado oficial del Tribunal Supremo del PS sobre los electos nacionales que emergieron del Comité Central del fin de semana pasado, no explicitó el número de militantes que participaron en la elección, aunque según lo que registró su presidenta en redes sociales, bordeó los dieciséis mil votantes, un número muy por debajo de sus elecciones de la Transición. Hechos como este dan cuenta de la crisis de legitimidad no solo del PS sino del sistema político en su conjunto aunque, consuelo de tontos, los socialistas se vanaglorian de ser la organización que actualmente tiene más participación.
Y es esa misma baja participación la que explica la ausencia de un voto opinante en la organización y el predominio, más que de tendencias internas, de máquinas de poder que subsisten en torno al empleo público en sus más diversos niveles.
Incluso en la generación dirigencial inmediatamente anterior hay ejemplos que se conectan con ese pasado glorioso como es el caso de Germán Correa, doctorado en Sociología en Berkeley; José Miguel Insulza, investigador y luego Director del Instituto de Estudios de Estados Unidos en el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México, de la Universidad Iberoamericana y del Instituto de Estudios Diplomáticos; Jorge Arrate, economista, Master of Arts en Economía y candidato a doctor en Harvard; Gonzalo Martner, también economista, doctor en Economía por la Universidad de Paris I, actual director del Magister en Gestión de Políticas Públicas de la Universidad de Santiago y consultor internacional en políticas públicas; o la propia Michelle Bachelet, médico, diplomada en Asuntos Políticos y Estratégicos y con un curso superior de Defensa Continental en el Inter-American Defense College (IADC), entre otros.
“Superarán otros hombres este momento gris y amargo” (Salvador Allende)
Eso se percibe en la nómina de electos al Comité Central donde, además de algunos históricos como Alberto Barrera, Camilo Escalona o Arturo Barrios, emerge una nueva burguesía fiscal, conducida por Paulina Vodanovic, cuyo protagonismo no se explica por el ejercicio de liderazgos sólidos, sino más bien por ocupar cargos en alguna repartición pública.
En esa lista no hay intelectuales, dirigentes estudiantiles ni de gremios sindicales, menos de sindicatos mineros ni de federaciones campesinas ni de representantes de agrupaciones temáticas. Tal vez sea este otro símbolo de la declinación de la agrupación política que fue clave para comprender no solo el siglo XX chileno, sino también nuestra compleja Transición y, ahora, la crisis del sistema político y en particular, del oficialismo.
5 comentarios en “Las elecciones del PS: el forado entre su historia y su presente”
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Gracias Edison. Saludos fraternales. Prof Dr Jorge Gomez-Aracena Prof medicina preventiva y salud pública Málaga. Secretario organización juventud radical revolucionaria 72 73.
Yo fui elegido míenbro del Central el 16 de marzo soy dirigente social (comité de gua potable rural) creo ser el único que soy campesino, dirigente territorial de lo 110 mienbros del Central que fui elegido por mi trayectoria en el partido sin recursos Para campaña ni empleo público.
Jeremías fuiste elegido a nivel regional, cierto?
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