Los cuatro aspectos que condicionan los anegamientos por lluvias

Por Adriana Bastías

De acuerdo con datos del Centro de información de Recursos Naturales (CIREN) tras las inundaciones de junio y agosto aproximadamente 274 mil hectáreas resultaron afectadas entre las regiones de Valparaíso y Biobío, lo que equivale a una pérdida de $904 mil millones. De este total, se estima que en la región de O’Higgins el daño alcanzó a casi 30 mil hectáreas.

A raíz de los frentes de mal tiempo ocurridos desde el mes de junio en la zona centro-sur del país, se realizó el conversatorio técnico “Manejo agronómico de suelo y cultivos después de las inundaciones” en Curicó bajo la organización de la Fundación de la Innovación Agraria (FIA), agencia de innovación del Ministerio de Agricultura. La actividad contó con especialistas de la Universidad de Chile como Oscar Seguel, doctor en Ciencias Agrarias, quien planteó los cuatro aspectos a considerar para que se produzca anegamiento, el cual se genera cuando la cantidad de lluvia caída es mayor que la capacidad del suelo de almacenar y conducir el agua.

Esos cuatro elementos, o tétrada, de la cual dependen los anegamientos por lluvias está conformada por: factores climáticos, factores de suelo, factores de cultivo, y tipo de escorrentía.

El clima

La intensidad y distribución temporal de las lluvias son los principales aspectos que considerar. Tenemos un clima mediterráneo donde la mayoría de las lluvias se concentra en invierno, lo que coincide con que muchas de las especies están en receso, salvo cultivos de invierno que ya estén sembrados como son las hortalizas. En Chile hemos sufrido una megasequía que se extendió desde el 2007 por más de 10 años. Por el cambio climático existe una tendencia global a la disminución de las precipitaciones a lo largo de las décadas, pero esto no quita que tengamos estas anomalías en que llueve más de lo esperado según el promedio histórico y la variabilidad climática de la zona. Así, se está recién entendiendo qué está pasando con el clima y aprendiendo de eso.

El suelo

Se deben considerar las propiedades del suelo y aquellas asociadas al manejo y a los sistemas de labranza principalmente.

Además del relieve, se deben tener en cuenta las características del suelo. Si es un suelo que está en la parte plana baja, delgado, y con limitaciones, en forma natural va a tener condición de mal drenaje, por lo que va a tender a acumular agua y a presentar un nivel freático bajo en condiciones normales de precipitaciones para la zona. Suelos de textura fina que tienen una permeabilidad más lenta o discontinuidades texturales van a tender a generar estos impedimentos a la salida del agua desde el perfil del suelo. Pero, la principal gatillante es la relación suelo/paisaje.

A nivel de manejo se explica también por las discontinuidades que producen las compactaciones. Por ejemplo, un suelo en condiciones de uso nativo tiene una muy buena estructura y por lo tanto una capacidad de almacenar y extraer el agua del sistema de raíces. La labranza convencional va a generar soltura en la superficie y va a producir un pie de arado que finalmente constituye un impedimento al paso del agua. Y la cero labranza lleva este impedimento más arriba, genera una microestratificación, pero en general compacta en superficie y esto va a afectar la funcionalidad del suelo en su capacidad de conducir el agua en profundidad. Y si se alcanza cierta intensidad de precipitación, que supera la conductividad de estas capas limitantes se empieza a acumular agua.  Si la lluvia se mantiene por más tiempo va a generar la inundación. Existen manejos en zonas que en forma natural tienden a tener mal drenaje y acumular agua en invierno, como la construcción de camellones que busca entre otras cosas escapar precisamente a condiciones de mal drenaje o anegamiento.

El cultivo

El tipo de planta y sus características son importantes de considerar cuando se produce una inundación. Hay especies que están adaptadas a condiciones de anegamiento en su evolución, las praderas en general se desarrollaron en climas donde hay altas precipitaciones. Las gramíneas tienen mejor adaptación a condición de inundación por algunos días, más que los frutales, los que van a ser más sensibles. Los frutales que tienen receso invernal van a estar mejor adaptados, ya que están en una condición donde no hay una actividad de consumo de agua y por lo tanto la hipoxia (ausencia de oxígeno producto de las precipitaciones en este caso) no afecta tanto al sistema de raíces, en relación con frutales que sí tienen actividad durante todo el año como, por ejemplo, paltos.

Evolutivamente, la planta se adaptó a pasar por periodos de sequía, y no desarrolló estrategias cuando hay exceso de agua, por lo que la caída de su actividad fisiológica es mucho más fuerte en este último caso.

Tipo de escorrentía

Se puede entender la escorrentía, proceso del ciclo del agua, como el escurrimiento del agua de lluvia o deshielo de nieve que circula sobre la superficie del suelo superada su capacidad de evaporación y de infiltración.

La escorrentía de la Zona Central se caracterizó por tener poco sedimento, abarcando de unos pocos centímetros a decenas de centímetros. Pero va a depender del tiempo en que el agua permaneció ahí y el tipo de especie, si tenía receso invernal o no para la cuantificación de daños. Si la crecida fue más alta, desarmando camellones por ejemplo, se tiene un daño mayor, sobre todo si dejó raíces descubiertas, con lo que el nivel de estrés crece. La raíz queda expuesta a que en los días siguientes salga el sol, y no es el ambiente al cual está acostumbrada la raíz. Su ambiente es con una humedad muy cercana al 100%, por lo que sacarla a la atmósfera sobre un día soleado genera muerte de raíces, lo que potencialmente anuncia un daño futuro a la planta. Puede revisar el conversatorio completo en: https://www.youtube.com/watch?v=L5jpXH0SJ8s