Economista José Gabriel Palma: “En Chile, el 10% más rico deja las migajas a los más pobres”

José Gabriel Palma, economista y docente en las universidades de Cambridge (Inglaterra) y en nuestra Universidad de Santiago lleva años en el estudio de las desigualdades en el mundo y, particularmente, en Chile. Con un indicador constante de productividad que decrece, afirma categórico que en Chile el modelo no da para más. Pero no está muy optimista con las propuestas económicas de l@s presidenciables: del programa económico de Boric, estima que es una nueva versión y más sofisticada del «más de lo mismo».

Por Edison Ortiz

Gabriel, en una charla que diste a alumnos míos de Ciencia Política de pregrado, lo que más les impactó fue aquel gráfico que mostraba cómo, hacia 1980, Chile tenía índices de productividad similares a los de Corea del Sur. Para lograr lo que ese país ha hecho desde entonces, Chile necesitaría mil años. ¿Qué fue lo que hizo la diferencia?

Una de las cosas más necesarias en la economía del desarrollo es colocar las cosas en perspectiva. En Chile se ha hecho costumbre solo compararse con el resto de América Latina donde, por cierto, casi todo ha sido un desastre desde las reformas neo-liberales de los 80s.  Pero el desafío es compararse con aquellos que les ha ido bien, como el Sudeste asiático.

La pregunta es por qué el Sudeste asiático es capaz de cerrar brechas productivas a pasos agigantados, mientras nosotros, de seguir igual, vamos a necesitar más de un mileno para hacer lo mismo.  Tenemos que repensar nuestro modelo de desarrollo, hacerle una reingeniería, y veo bien poco interés real en hacer eso.

Ese modelo extractivista ya dio lo que podía dar y no da para más. El crecimiento conjunto de la productividad en la agricultura y la minería en Chile en los últimos 20 años ha sido apenas un 0,3% anual. No debería sorprender, entonces, que hasta nuestras exportaciones primarias pierden participación de mercado en el mundo; las del cobre, por ejemplo, representaban en el 2004 el 42% del total de exportaciones en el mundo de ese mineral, en 2018-2019 llegaron apenas al 27%.

Te has referido irónicamente a los «magnificent seven», describiendo con ello a Pinochet, Collor de Mello, Menem, Salinas, Fujimori, García y Bucaram, los implementadores de las políticas neoliberales en América Latina, ¿qué ironía oculta ese adjetivo?

Una de las características de las reformas neoliberales chilenas y luego de América Latina, fue que se hicieron abruptamente, de manera fundamentalista, lideradas por talibanes como los Chicago boys. Por lo tanto, el sector real de la economía no tuvo tiempo para readecuarse al nuevo escenario. En otras partes del mundo el sector privado al menos tuvo esa oportunidad. Un caso emblemático fue el de India donde las reformas se hicieron en forma especialmente pragmática y los resultados están a la vista: India multiplicó su productividad promedio casi por siete en este período.

Y lo de los «Magnificent Seven» se refiere al nivel de corrupción con que se hicieron las reformas neoliberales; la chilena la conocemos, pero en el resto fue peor. Con los recursos naturales se hizo una verdadera piñata, así como con la venta de las empresas públicas. En Chile hubo ministros que se fueron para sus casas con empresas públicas en el bolsillo. También el yerno del dictador. Por eso digo que el fundamentalismo y la corrupción fueron la característica de las reformas neoliberales.

Hay países que tienen una distribución bastante equitativa y hay otros, no solo en América Latina sino también en África del Sur, como Sudáfrica, Namibia o Botswana donde es muy desigual. ¿Qué explica tal diferencia?

Una parte importante de mi investigación se refiere a eso, al porqué hay tanta diversidad distributiva en el mundo. (He sostenido que) “cada país se merece la desigualdad que tiene”. La pregunta que realmente hay que hacerse es por qué, por ejemplo, si Chile y Croacia tienen el mismo ingreso por habitante, una educación y tantas otras cosas similares, Croacia tiene un salario mediano (el de la persona del medio de la distribución) que es el doble del chileno. Ninguno de los modelos tradicionales de distribución del ingreso es capaz de explicar eso.

En ese sentido, mi hipótesis es que la distribución del ingreso es algo autoconstruído. Lo básico de nuestra desigualdad es que dejamos que grandes agentes económicos puedan distorsionar la economía a su favor a gusto. Aquí el 10% más rico se lleva la tajada del león, dejando las migajas a los más pobres; allá el 10% más rico y el 40% más pobre, como  grupos, se llevan lo mismo. En Chile uno se lleva tres veces más que el otro. Nadie ni nada obliga a Chile y Croacia a hacer lo que hacen; lo hacen simplemente porque les da la gana hacer las cosas así. Echarle la culpa a factores exógenos es buscar disculpas. 

¿Lo anterior explica la necesidad de superar el «índice Gini» y avanzar hacia el «índice Palma»?

El Gini es un índice que mira el total de la desigualdad de esta forma: Chile tiene un índice Gini de 0,47, lo que nos sitúa en el lugar 24 en términos de mayor desigualdad entre los 159 países con datos disponibles, y nos corona como el país más desigual de la OCDE. Pero ese índice mezcla dos cosas muy diferentes, la homogeneidad distributiva del medio y medio alto, con la heterogeneidad distributiva en los extremos (el 10% más rico y el 40% más pobre). En ese sentido el problema del Gini es que mezcla peras con manzanas, lo que subestima la disparidad distributiva en el mundo. Así nació mi índice, el que ha pasado a llamarse el “índice Palma”. Lo que digo es que midamos la diversidad distributiva en aquella mitad de la población donde hay diversidad; en el 10% más rico y el 40% más pobre. Eso nos da una mejor fotografía de la desigualdad. Este índice ya ha pasado a ser estándar en la literatura.  

En el artículo «La economía chilena se balancea sobre la tela de una araña» que publicaste en la revista de Políticas Pública de Usach de 2012, indicaste que en el futuro los historiadores económicos van a mirar al Chile de esa década de la misma forma como los contemporáneos lo hacemos respecto del boom salitrero post-Balmaceda: algo muy negativo. Argumentabas que la bonanza exportadora se estaba gastando en consumo en lugar de inversión.

No hubo ningún economista del “partido del orden” que respondió mi argumento en forma seria. Ninguno. En 2002, una libra de cobre costaba menos de un dólar, de repente más que se cuadruplicó. Algo similar (aunque por razones distintas…) sucedió con la bonanza salitrera. La diferencia es que Santa María y Balmaceda le pusieron al salitre un royalty que llegó a representar un tercio del valor de las ventas, y con eso Balmaceda cuadruplicó la inversión pública y octuplicó la inversión en educación. Los gobiernos que siguieron a la guerra civil, en cambio, se farrearon esos recursos de la misma forma que lo hemos hecho nosotros. Redujeron los impuestos y aumentaron el consumo.

¿Qué hicieron los presidentes actuales? Lagos, con Eyzaguirre, colocó un royalty cuya recaudación neta es insignificante y el resto se lo gastó todo en gastos corrientes mientras que, en inversión, prácticamente no se hizo nada. ¿Entonces lo que uno se pregunta, qué es lo que quedo de eso? Algo de ahorro fiscal y el resto, bueno, guatita llena y corazones contentos (al menos los de algunos).

Para profundizar la propuesta de J. Gabriel Palma sobre el royalty como eje de una nueva propuesta de desarrollo:

https://www.ciperchile.cl/2021/09/08/el-royalty-como-eje-de-una-nueva-estrategia-productiva/#_ftn8

¿Eres de aquellos que piensan que la actual administración dejará un país «quebrado» al próximo gobierno? Si es así, ¿aumentará la desigualdad?

La herencia que va a dejar este gobierno es una economía estancada, un gasto publico insostenible y una desigualdad en aumento. Más que nunca necesitamos una gran reingeniería del modelo; pero nuestra imaginación social parece que no da… El estallido nos dio la oportunidad para hacer dicha reingeniería, pero no es nada obvio que la estemos aprovechando. Es cosa de nosotros. Si no lo hacemos, o lo hacemos mal, es nuestra culpa, y de nadie más.

¿Es posible la tríada: ¿desarrollo económico, equidad y sustentabilidad climática?

Soy de los que creen que sí. Más aún, no solo creo que es posible, sino también que la única forma de lograr cualquiera de esos tres objetivos es buscarlos en conjunto. O intentamos hacer las tres juntas, o ninguna es posible. Ese es el punto crucial. No solo hay que hacer “lo verde”, sino que para poder hacerlo (generar energías limpias y sustentables, migrar hacia la agricultura orgánica, etc.), hay que transformarlo en el nuevo motor del crecimiento de la productividad.

En especial, cuando el horizonte es oscuro, pues estamos llegando a un punto de no retorno en lo del cambio climático, o hacemos las cosas de esta forma distinta, o nos hundimos. Pero eso jamás va a pasar por obra y gracia de la “la mano invisible” de mercados distorsionados; se requiere de un estado que oriente en esa dirección. 

El programa económico de Gabriel Boric se puede considerar como una nueva versión de más de lo mismo, pero mejor, más sofisticado. Propone seguir haciendo lo que se hace ahora, pero hacerlo bien en lo operativo, en su profundidad tecnología, y en lo verde

Al leer tu última columna en El Mostrador da la impresión de que Boric parece ser del más de lo mismo… 

En la columna que publiqué esta semana en El Mostrador (https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2021/09/21/china-y-su-supuesto-interes-por-ingresar-al-tpp-11/) digo que en cierto sentido el programa económico de Gabriel Boric se puede considerar como una nueva versión del más de lo mismo, pero mejor. Propone seguir haciendo lo que se hace ahora, pero hacerlo bien en lo operativo, en profundidad en tecnología y en lo verde. Si bien eso sería un gran paso adelante, realmente no entiendo por qué no se puede ir más lejos. ¿Por qué seguir pegados en lo meramente extractivo, por qué la misma fobia a industrializar el sector exportador, por qué seguir regalando las rentas de los recursos naturales?  De hecho, su hombre más influyente en el área dice a La Tercera “que la industrialización no es el camino”. ¿De dónde sacó eso? Es lo mismo que dicen las mineras.  No lo entiendo; y él no lo explica.

Mi gran problema con el programa de Boric es que propone avanzar en muchas áreas en forma significativa, como la del medioambiente, la de género, la de derechos personales, la descentralización, la de los pueblos originarios, pero eso a costa de sacrificar la económica. De ser así, yo no solo estoy en desacuerdo por razones políticas, sino también porque la gran enseñanza que nos ha dejado el fracaso de la “nueva” social democracia europea, la cual ha querido avanzar en esa dirección asincrónica entre lo económico y el resto, es que eso no es sostenible en el tiempo.  Al final uno se queda sin lo uno ni lo otro.

Pinche aquí para ver la entrevista completa.

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1 comentario en “Economista José Gabriel Palma: “En Chile, el 10% más rico deja las migajas a los más pobres””

  1. No se entiende bien cual es la alternativa para un programa de gobierno que propone Palma.
    ¿es posible pensar en una reindustrialización de Chile?
    Hemos caido del 25% de Producto Industrial que teníamos con Allende a menos del 10%
    Ademoas este está integrado por actividades pseudo industriales que apenas procesan materias primas , mineras y agrícolas.¿puede Chile vover a tener industrias con alto valor agregado incorporando inteligencia y creatividad?
    Tito Benado

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