Orden, disciplina y actitud, aprendizajes culturales para mejorar la educación

Por Marcel Albano

¿Más vacaciones? Rigores del siglo XX versus la anomia del siglo XXI

Los valores que cimentan la cultura dentro de nuestras organizaciones son de vital importancia. Estos definirán cómo nuestra mente y emociones internas responderán a los desafíos de las interacciones sociales y los entornos en los que nos encontramos, ya sea en el trabajo, el estudio, o cualquier otro ámbito.

Se dice que un tibetano, influenciado por su cultura, ante cualquier situación reflexiona automáticamente: ‘Si nadie lo está haciendo, es mi responsabilidad hacerlo’. Esto contrasta fuertemente con nuestra cultura chilena, donde la reacción común es: ‘¿Por qué debería hacerlo yo?’. La enseñanza budista inculca a sus estudiantes tibetanos que ‘si nadie ha trazado un camino, entonces es mi deber ser el pionero’, mientras que en Chile, la mentalidad predominante es: ‘¡No, que lo haga alguien más!’. Quizás esta conducta se replique en otros países al menos de Latinoamérica.

Hace poco, un académico de Valparaíso, una estudiante de ingeniería en Santiago y varios universitarios en la región, debatían sobre su ‘semana de…’ y les resultaba difícil distinguir el término ‘descanso’, ‘receso’, esa eran sus discusiones. Y al parecer en algunas casas de estudio, ha habido un cambio silencioso en la dinámica del aprendizaje y la enseñanza en el calendario universitario: incluir una semana en mayo para aliviar la presión, atender las necesidades de salud mental, realizar viajes a las provincias, etc. Cada persona desde su perspectiva comienza a aprender que existe una ventana nueva de realidad que se suma a las vacaciones de invierno, la semana de Fiestas Patrias, elecciones, Navidad y fin de 2024, vacaciones, festivales, marzo de 2025, Semana Santa. 

Todo lo que se interviene en la educación para mejorar el aprendizaje; reforzar los estudios, reprogramar agendas de trabajo en grupo, replantear objetivos de proyectos de tesis, estudiar, cumplir metas en cada asignatura y sobrevivir, por supuesto, al desgaste – en teoría – de horas continuas de atención, sacrificar el sueño y, lógicamente, trabajar, dejar tiempo para el ocio y proporcionar a la mente y al cuerpo lo que necesita para recuperarse, toma tiempo y dedicación. Sin embargo, se suele afirmar que las costumbres de nuestra cultura de celebración nacional junto con el apego al narcisismo en las redes sociales, son factores negativos para nuestro desarrollo cultural que impactan en los hábitos de vida saludable tanto física como mental. 

Transformaciones que dejan en la retaguardia al estudiantado de antaño, que vivían, dormían y comían en las bibliotecas, sin la ayuda de teléfonos móviles, debían planificar al menos tres lecturas de las famosas ‘cajas de Rinso’, que cada una albergaba el material de lectura de cada asignatura, cuando lo normal, era tener al menos seis asignaturas más prácticas y experimentación en terreno. Las noches con sopas de té, papas y lo que hubiera, debían poner a prueba la resistencia de sacrificar horas de sueño durante largos períodos de tiempo dejando a las vacaciones de invierno como un espacio para regularizar el dormir y desconectar la mente lo más posible. 

¿Qué puede aportar a ese proceso? Algunas lecciones nos dejan comparativamente el punto cero de alguien que quiere transitar fuera de su zona de confort hacia una vida más sana y deportiva.

1. La actitud positiva, se aprende también de las experiencias de los otros

Por cuestiones de la pandemia, conocí a Waldo Correa, un tipo que practicaba bicicleta y trekking con bastoneras y una sola pierna y vivía en el famoso Hostal Ají Verde en la Recova de La Serena. Por ese entonces, estaba configurando un punto de partida nuevo: el sendero del punto cero. Mi mala actitud, me había llevado de la queja de los dolores musculares hasta casi todos los aspectos de mi existencia. En la búsqueda de un método personal para realizar un cambio significativo y estable, analicé la biología de mi árbol genético con objetividad y comprendí que tendría que realizar ajustes culturales en mí, para mejorar la base de hábitos y costumbres que debían cambiarse esta vez basadas en una filosofía práctica de aprender a través de los caminos recorridos por otros. 

Waldo, un veterano rutero, me contó que, saliendo a cazar con un grupo de familiares y amigos, un conocido le voló de un escopetazo su pierna sobre la rodilla. Cayó al suelo y en vez de entrar en pánico, se hizo un torniquete para frenar el impacto, calmó la histeria en la que entró su amigo por el horror del grave accidente. Al escuchar su relato, tomé su enseñanza para incorporar en mis rutinas cada vez que el Yo sintiera algún dolor, debía relacionar su experiencia con el mantra del sabio padre de la genética del poder y las emociones de naturaleza humana: “lo que no te mata, te fortalece”, decía Nietzsche. 

Esa asociación de experiencia y conceptos me ayudó a desarrollar resistencia siendo el primer valor del camino hacia la pasión por el running y el trekking. La enseñanza es que, para adquirir una actitud de base para iniciar estos senderos de deporte y vida sana, muchas respuestas se encuentran en la experiencia de los otros y lo que internalizamos como conceptos creativos para el orden mental en cualquier actividad termina por fortalecer las decisiones personales a nivel cognitivo y emocional.

2. La disciplina siempre ganará a la inteligencia

El Hostal Ají Verde era administrado por un joven llamado Adrián Meléndez, quien tenía el lugar adaptado para entrenar gimnasia en anillos y que utilizaba para rehabilitarse del accidente que dejó su pierna gravemente fracturada, cuando un camión chocó su moto, situación en la que casi perdió la vida. Las anillas es un tipo de ejercicios olímpicos exigente que involucra muchos sentidos y mecánicas. Al consultarle cómo lograba controlar su mente cuando ejecutaba ese tipo de dinámicas que comprometen desde equilibrio en 360°, calcular la cantidad de energía y fuerza aplicada al desplazamiento de las musculaturas, su respuesta fueron tres cosas básicas: nutrición, descanso y disciplina, es decir, ser regular, constante y que a ese camino hay que hacerle frente como una exploración, todo lo cual hace que el avance se hace más efectivo. Dicha actitud exploratoria, lo derivó a la escalada en rocas donde el peligro de accidentes es mayor al llevar el cuerpo humano a límites asombrosos, pese a lo cual sabe prevenir accidentes a partir de su regularidad en las rutinas de ejercicios.

En su libreta de apuntes, tomé el valor de la disciplina para enfocar la actitud y llevar al cuerpo hacia nuevos límites. Bajo esa experiencia, la educación de la disciplina ocurre no cuando cumples la rutina sino más bien cuando no tienes motivación, deseo, sientes frío o levantas excusas para hacer lo que debas hacer. Ese es el punto exacto en el que la tolerancia aumenta, la resiliencia aparece y la paciencia comienza a rendir frutos. Ahí la mente comprende que ha ganado la batalla a la zona de confort redirigiendo la atención a un nuevo placer saludable, mejorando la motivación y el sentido común; es el momento en que el logro adquirido cobra raíz y fuerza.

3. Hacia una nueva perspectiva y experiencia del orden: mente sana, cuerpo sano

La tercera variable del sendero hacia un cuerpo sano, es que se necesita de una mente sana. En ese proceso de cambio, el orden juega el papel fundamental al administrar un activo muy valioso: organizar el tiempo. Escucho frecuentemente a muchas personas decir que han pagado cuotas en el gimnasio, y finalmente no logran consolidar un cronograma regular de actividades efectivamente realizadas. El orden facilita el monitoreo, seguimiento y evaluación real de la actitud y la disciplina, frente al autoengaño. Entonces el orden actuará de manera interna y externa. 

Internamente, es aconsejable reemplazar el tiempo perdido, por ejemplo, por el mal uso de los dispositivos móviles. La pandemia y la transformación digital, hizo mutar desde el sedentarismo físico al mental, una imagen que se refleja en los ojos de zombie pegados en el vacío de las pantallas, dedos de las manos acalambradas, mala postura y la alienación. Por ejemplo, en el estado yogui la respiración profunda propuesta en diferentes ramas del budismo, es un ejercicio para el músculo cerebral que contribuye a desactivar el poder de la mente discursiva, automática y ansiosa. La popularización del uso de palabras como “energía”, “vibraciones” son señales de esa búsqueda de equilibrios que implican pasar de un estado de reposo al movimiento. 

Externamente, una expresión simbólica del beneficio del orden ocurre cuando se organiza la mochila de supervivencia de los trekkinistas. Esta se sustenta en el cálculo racional del equipaje utilizado para un tiempo y rutas determinados, y en estar adaptado para las eventualidades. El foco en la eficiencia y la eficacia de cada viaje, permite dar seguimiento a las mejoras en las áreas de desarrollo personal que se deseen potenciar, y la disciplina al ser continua, otorga un espacio de confort renovado y superior al desorden o el caos. Ergo, la actitud se fortalece al comprender que los límites, finalmente, son mentales. Es decir, para iniciar el punto cero hacia el camino de existencias saludables, el aprendizaje se adquiere en saber distinguir el criterio que contribuye a equilibrar la autopercepción que a veces exagera los padecimientos y dolores físicos o mentales. 

Aplicados el orden, la disciplina y la actitud estable en la formación educacional, se reforzará indudablemente al aprendizaje y la enseñanza, optimizando los tiempos para quienes requieren recesos o más descanso.