Luz y tinieblas:  el segundo debate presidencial en los EE. UU.

Si el primer debate dio mucho de qué hablar, el segundo no tuvo nada que envidiarle, con un fuerte contraste de personalidades y de visiones del país, y algunas declaraciones de Trump que ya lanzaron una multitud de memes con perros y gatos que circulan por redes sociales. Aún está por verse si tendrá tanto impacto como el primero en el rumbo de la contienda electoral.

David Allen Harvey

El martes pasado, el 10 de septiembre, fue el segundo debate presidencial del ciclo electoral estadounidense, y el primero (y tal vez el único) en que la nueva abanderada del Partido Demócrata, la actual vicepresidenta Kamala Harris, se enfrentó con el expresidente republicano Donald Trump. Si el primer debate dio mucho de qué hablar—el mal rendimiento del presidente Joe Biden le obligó a poner fin a su candidatura y abrir el camino a su vicepresidenta—, el segundo no fue nada menos, con un fuerte contraste de personalidades y de visiones del país, y algunas declaraciones de Trump que ya lanzaron una multitud de memes que circulan por las redes sociales. Aún está por verse si tendrá tanto impacto como el primero en el rumbo de la contienda electoral. 

Según todos los opinólogos políticos de los medios norteamericanos, incluso los de orientación derechista, el debate fue una victoria contundente de Harris, quien claramente siguió la táctica de provocar a Trump y hacer que este se enojara y perdiera el control. Con un semblante siempre sonriente, Harris se burló del expresidente en varias ocasiones, diciendo que los líderes extranjeros se ríen de él a sus espaldas, que varios exministros de su propio gobierno le han calificado de incompetente y vergonzoso, y que sus discursos electorales son incoherentes y aburridos. Durante todo el debate, Trump se vio frustrado y enojado, y no miró a su contrincante, pero durante la primera media hora logró contener sus emociones. Al final, sin embargo, estalló el volcán oculto tras su genio: alzó la voz y perdió el hilo de su discurso con una serie de declaraciones incoherentes. Sin duda, lo más memorable fue la acusación de que inmigrantes haitianos en un pueblo pequeño de Ohio están raptando las mascotas de sus vecinos para comérselas. Ya aparecieron un sinfín de memes de perritos y gatitos arrancándose para salvarse, y varias referencias a “ALF,” protagonista extraterrestre de una serie de los años 80 a quien le gustaba comerse los gatos. Harris no pudo contener la risa en el momento, mientras Trump siguió con su acusación insólita. 

Pero hubo otras declaraciones de Trump casi tan absurdas como ésta: dijo, por ejemplo, que los colegios públicos obligan a los niños a convertirse en transgéneros, y que algunos médicos abortan a los bebes incluso después de que nacen. Los dos moderadores del debate, quienes procuraron observar una neutralidad escrupulosa, fueron, sin embargo, obligados a intervenir en aquellos instantes para corregirle al expresidente: que según el mismo alcalde de Springfield (el pueblo en cuestión, y homónimo del lugar donde viven “Los Simpsons”), no hay casos de mascotas comidas por inmigrantes haitianos, y que el infanticido es ilegal en todo el país. El mundo republicano, sin poder defender la actuación de su abanderado, se ha dedicado en los últimos días a criticar a los periodistas—están tan acostumbrados a poder mentir sin consecuencias que se sorprendieron mucho de ser corregidos en vivo. El expresidente Trump ya se agarró del supuesto prejuicio de la prensa en su contra para rechazar la posibilidad de otro debate, pero, como ya ha cambiado de parecer en varias ocasiones sobre el tema, solo el tiempo dirá si se atreverá a subir al podio para un segundo debate.

Aunque las incoherencias de Trump dominaron el debate, la vicepresidenta Harris tuvo varios momentos impactantes. Recordó a todos los espectadores que fue a causa de Trump que el derecho al aborto, que había sido legal en los EE.UU. durante medio siglo, fue negado por la Corte Suprema, y contó varias historias de mujeres que han sufrido por su causa: víctimas de violación e incesto que fueron obligadas a dar luz a los hijos de sus abusadores, mujeres con pérdidas o embarazos no viables que no pudieron recibir asistencia médica, y otros casos conmovedores. Con sus preguntas incisivas hizo que Trump reconociera que no tiene un plan de salud para remplazar a la ley de “Obamacare”, y destacó que no se comprometerá a defender a Ucrania y los demás aliados del OTAN de la agresión rusa. Su manipulación fácil y evidente de las inseguridades y vanidades de Donald Trump sirvió para amplificar su tesis de que el exmandatario sería una presa facilísima para las manipulaciones de Vladimir Putin y de otros adversarios de los EE.UU. Pese a que el formato de un debate no es lo más adecuado para tratar temas complejos, presentó varias propuestas para ayudar a la clase media: subsidios e iniciativas para que consigan casa propia, incentivos para formar nuevas pymes, y ayudas a familias para los gastos de jardines infantiles. Sobre todo, se presentó como una candidata seria y competente, lista para asumir el poder y proyectó una visión optimista del país, un fuerte contraste con la visión casi apocalíptica que ofreció Trump de inmigrantes perrófagos y médicos asesinos de bebés recién nacidos.

Si tuviera que ponerle nota al rendimiento de la vicepresidenta en el debate, le daría un seis, tal vez un 6,5. A mí, como militante del Partido Demócrata, me habría gustado que hubiera defendido más el legado del presidente Biden, sobre todo en el ámbito económico, que según todas las encuestas es la principal preocupación de los votantes. Podría haber dicho, por ejemplo, que la recuperación de la economía norteamericana desde la pandemia del COVID-19 ha sido más rápida y más completa que cualquier otro país desarrollado, que la inflación que surgió como consecuencia de la pandemia ya ha bajado bastante, y que los índices de Wall Street están a los niveles más altos de su historia. Supongo que sus asesores la habrán aconsejado tomar distancia de Biden, quien está con un nivel de aprobación popular bastante bajo (injustamente, en mi opinión), pero como su vicepresidenta, siempre estará ligada al rendimiento de su gobierno.  Pese a todo, las encuestas dicen que los votantes siguen evaluando mejor al Partido Republicano para manejar la economía y, por lo tanto, el debate fue una oportunidad perdida para revertir esta percepción. Pero no se puede hacer todo en un debate de una hora y media, y Kamala Harris claramente lo ganó, según las encuestas, por un margen cerca de dos tercios de los espectadores.  Todavía está por verse si esta victoria la llevará al triunfo en los comicios de noviembre. En la próxima edición de El Regionalista, entraré en más detalles sobre el proceso electoral y las claves del éxito para las dos campañas.

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3 comentarios en “Luz y tinieblas:  el segundo debate presidencial en los EE. UU.”

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